Ego y evolución | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Marzo de 2023

Estamos llamados a evolucionar. Para hacerlo, de verdad y sin echarnos más cuentos, necesitamos reconocer cuáles con las manifestaciones de nuestro ego, algo que no es fácil ni bonito, mas sí imprescindible.

Nos hemos acostumbrado a que nuestro ego irrumpa en medio de la vida cotidiana y podemos resistirnos a creer que ese yo es temporal, solamente una máscara que está sobrepuesta a la esencia, pero que podemos dejar de usar para dar paso a nuestro ser real. Es una especie de adormilamiento, en el cual corremos el riesgo de quedarnos con esta escueta y cómoda frase: “es que yo soy así”.

Yo soy irritable, pues el resto de la humanidad es absolutamente inepto; yo soy depresiva, porque el mundo me ha hecho así; yo soy fuerte e implacable, hay que pelear, avasallar y derrotar; yo soy híper-servicial y nadie me agradece; yo soy súper competitivo, un luchador como pocos en este océano de mediocres; yo soy divertido, pues no tiene sentido tomarme la vida tan en serio; yo soy ermitaña, porque nadie es suficientemente interesante como para interactuar; yo soy miedoso, porque el solo hecho de existir es ya un peligro;  ¿yo?, no tengo tiempo para ocuparme de mí… 

Estos yoes no son excluyentes unos con otros y no tienen distingo de género, edad, condiciones socioeconómicas ni demográficas, así que aplican para cada ser humano en algún momento de la existencia. O en muchos.  Estos yoes también son etiquetas que compramos para rotularnos, como si fuésemos productos en las góndolas de algún supermercado, unos más vistosos, otros más mimetizados, pero los hemos pegado tan fuertemente que creemos que son nuestra verdadera piel. Estamos tan acostumbrados a esas máscaras, a esos rótulos, que creemos que somos solo eso. ¡Pero somos más, mucho más!

Si las máscaras no fastidian suficientemente no sentiremos que son disfraces, como tampoco que usarlos permanentemente es doloroso.  El ego fue necesario en nuestra primera infancia para sobrevivir emocionalmente y diferenciarnos como individuos, pero a medida que fuimos creciendo empezó a hacer estorbo, a hacernos sufrir y causar sufrimiento a otros. Por fortuna, la vida nos ofrece muchas opciones para salir del adormecimiento y despertar a nuestro ser esencial. 

Hablamos mucho de evolución, la anhelamos. Y requerimos hacer procesos personales e intransferibles para evolucionar de verdad. No podemos evolucionar si no avanzamos en nuestra sanación individual, navegar entre nuestras sombras para ver la luz. No podemos curarnos sin trabajar en nuestros egos: verlos, aceptarlos y aprender de ellos. La evolución solo es posible al trascender el imperio del ego. El trabajo es arduo, posible y requerimos apoyo: el acompañamiento terapéutico y la guía divina. Evolucionar es una acción que podemos emprender aquí y ahora.

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