Perspectiva. Angie, la cuidadora de riquezas naturales del Guaviare | El Nuevo Siglo
ANGIE DANIELA Melo Rozo, además de estudiar Ingeniería Agroforestal, trabaja por el medio ambiente en su natal San José del Guaviare.
/Foto Stefany Olaya de WWF
Domingo, 26 de Marzo de 2023
Redacción Medio Ambiente

Devolverle al medio ambiente una parte "de lo que él ha hecho por la comunidad, enriquecerme con tanta belleza natural y buscar esa tranquilidad que a veces necesito para alejarme de las preocupaciones y problemas a causa de la monotonía”, es lo que llevó a Angie Daniela Melo Rozo a convertirse en descubridora de riquezas naturales en su natal San José del Guaviare.

A sus 22 años, cursa quinto semestre de ingeniería agroforestal en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y asegura que “en mis planes no está realizar tesis de grado; por el contrario, prefiero la opción de las prácticas o un proyecto de grado”.

Señala que “las motivaciones para estudiar Ingeniería Agroforestal fueron la posibilidad del descubrimiento de las riquezas que tenemos en nuestro departamento, el querer obtener más conocimiento en el campo laboral y continuar la secuencia de estudio desde mi técnico en manejo ambiental, luego mi tecnólogo en gestión de recursos naturales y así concluir con mi carrera profesional ambiental en Ingeniería Agroforestal”.

Asimismo, en ese afán por adquirir conocimientos, se vinculó desde hace dos años a la Cooperativa Sachacalamar, que promueve sistemas agroforestales con enfoque en especies nativas como asaí, inchi cacay, copoazú, sacha inchi y arazá, con cultivos de pancoger tales como plátano, borojó y bacao.

Este sistema de siembra de árboles aporta a la captación de CO y se evitan grandes cargas de presión sobre el suelo, mientras estos policultivos a la vez contribuyen a la aireación por permitir la utilización de la misma materia orgánica del sistema como abono natural.

Además, la Cooperativa viene trabajando en el rescate de saberes tradicionales para el cultivo de estas especies y también transfieren el conocimiento a nuevas generaciones.

Allí ha tenido la oportunidad de trabajar en “restauraciones ecológicas con el fin de mejorar los servicios ecosistémicos, fortalecer las condiciones medioambientales y recuperar la diversidad biológica”, dice Angie Daniela.

Añade que “otra de las experiencias en las cuales he estado presente es la que trata del aprovechamiento y transformación de los productos no maderables del bosque, entre ellos los frutos amazónicos, como lo son asaí, moriche, seje y cacay”.

Señala que de su trabajo la ha impactado “el aprendizaje que he obtenido hasta el momento y la participación tanto como mujer, como joven y estudiante, ya que gracias a la oportunidad que tuve de hacer parte de esta grandiosa cooperativa pude generar lazos grandes de amistad y rodearme de personas con mucho conocimiento, los cuales me motivan para seguir tras el sueño de algún día ser una gran profesional”.

Reconocimiento

Angie Daniela figura como uno de los rostros de cuatro mujeres que desde sus diferentes roles buscan la conservación de bosques de la Amazonía y que están aprendiendo a hacer un inventario forestal.

Las otras son Paola Rayo, quien es monitora comunitaria en Calamar, Guaviare, y María Ángela Martínez. Las dos hacen  parte de los procesos de WWF en la Amazonía, en este caso en zona de influencia del PNN Chiribiquete. En estos espacios se lleva registro de crecimiento de plantas, árboles y la presencia de animales, esto como indicador de la conservación en las fincas.

También está Andrea Muñoz, quien es ingeniera agroforestal y coordinadora del proyecto Áreas Protegidas y Paz por parte de CTA, los socios locales que apoyan las implementaciones del proyecto en territorio.

Angie Daniela considera que para cuidar los bosques se podría empezar “por ser un gran líder y brindar un ejemplo claro a la comunidad, de modo que mediante acciones ambientales las personas se concienticen y tomen la decisión de proteger, conservar y preservar el medio natural para beneficio de la flora,  la fauna y de nosotros. Pero así mismo para poder resaltar estas acciones debemos comenzar por replicarlas desde casa e impartir buenos valores dentro y fuera del hogar”.

Además, reconoce que hay mucha tala de árboles e invita a la comunidad a que asuma su responsabilidad y cuide las selvas del Guaviare y de todo el país.

Inventario

Manifiesta que en desarrollo del trabajo que adelanta, “dentro de las plantaciones forestales que se han evidenciado hay especies como cacay, yarumo, abarco, cedro amargo, cedro achapo, asaí, seje, moriche, juan soco entre y varias más. En la parte de la fauna, se puede decir que las especies encontradas son jaguar –esta es una de las especies más representativas del territorio y es categorizada como amenazada–, el saíno, la danta, el armadillo o el tapir”.

“Quisiera hacer parte de un proyecto solo para mujeres en el que se realice trabajo para temas de preparación de alimentos con los productos no maderables del bosque (frutos amazónicos)”, señala.

Añade que “otro proyecto del cual me gustaría ser parte es el de trabajo de resina con naturaleza muerta y crear una microempresa de jóvenes emprendedores donde se realicen productos artesanales y así se les pueda dar la oportunidad a muchos de ellos de formar parte de ese equipo”.



“Además, me gustaría trabajar en proyectos que tengan relación con la medicina natural, ya que esta es muy importante para la sociedad y lo mejor es que se estaría haciendo aprovechamiento de los recursos naturales sin generar un impacto negativo al bosque”.

Valor

Afirma que “las personas que más entienden el valor tan importante que representan los bosques son las comunidades campesinas, porque son ellos quienes día a día se levantan con la esperanza de garantizar un medio ambiente más sostenible, el cual les produce el sustento para el hogar”.

Considera Angie Daniela que el principal obstáculo que ha encontrado para desarrollar su labor son “los desplazamientos a las zonas más alejadas y críticas del municipio de San José del Guaviare”.

Cuenta sobre el tipo de información que ha recogido en su trabajo en Sachacalamar tiene que ver con “muestras de suelo, avistamiento de aves, instalación de cámaras trampa (para la identificación de especies fáunicas), caracterización de especies forestales (transectos, parcelas de rehabilitación), toma de información geográfica e identificación de meliponias”.

Reconoce que es muy importante compartir esta información con otras entidades que trabajan en el cuidado de las selvas, “debido a que mediante el tratamiento de datos se pueden llevar a cabo programas y acciones para detener la deforestación, lo que es una necesidad para el bienestar de todos”.

“A quienes destruyen los bosques les diría que sean conscientes del daño tan grande que se están ocasionando ellos mismos, porque atentar contra la naturaleza es como si estuviéramos en contra de nuestra familia. No saben lo importante que es proteger y hacer buen uso de los recursos naturales, ya que estos son esenciales para el desarrollo y satisfacción de las necesidades de cada una de las familias, porque por cada árbol que destruimos es un porcentaje de oxigeno que vamos perdiendo”.

Considera que una acción “indispensable” para cuidar la Amazonía es la conservación, no intervenir en el medio ambiente para que este no se vea afectado y que, por lo tanto, en lugar de disminuir las coberturas boscosas deberíamos de aportarle al medio ambiente un impacto positivo mediante la reforestación para obtener un mayor grado de enriquecimiento natural, ayudando al cuidado del hábitat de cada una de las especies que allí habitan y para beneficio de nosotros”.

Finalmente dice que “actualmente realizamos otras actividades, como “adecuación y manejo de vivero con especies maderables, recolección de frutos amazónicos y alianzas con asociaciones para temas de proyectos ambientales”.