Fábricas de agua | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Marzo de 2020

“La mayor riqueza del país es la biodiversidad”

Me debía conocer el Páramo de Sumapaz. Con orgullo los colombianos podemos decir que tenemos el páramo más grande del mundo. Y los páramos son las fábricas de agua para el planeta y toda la vida que lo habita. Muchos desconocen la importancia de estos ecosistemas y la importancia que tienen para la existencia. Creemos que el agua sale de las botellas plásticas que compramos en la calle. Y no.

Cada planta en los páramos tiene la capacidad de recoger la humedad del aire y convertirla en agua. Los frailejones, estas plantas inteligentes, además, logran soltar el agua que producen de a poquitos, de tal forma que retienen el líquido para tiempos de sequía y de ahí, regulan y sostienen al ecosistema.

El agua producida baja a las raíces. Luego va al suelo que se vuelve pantanoso y se escurre en el subsuelo. Se forman los ríos que a su vez llegan a los embalses que surten de agua y energía a las ciudades. Un ciclo de vida que llega al final a los océanos.

Así en palabras sencillas. Por eso dañar o alterar los ecosistemas, significa recortar la capacidad de los páramos para producir agua.

La semana pasada nos alborotamos porque al Páramo de Santurbán insisten en abrirle un hueco y extraer oro.

No quiero entrar en el juego de decir si fue un gobierno u otro, porque todos terminan siendo responsables. Y además porque más allá de un grupo de funcionarios, debe estar presente y diligente la sociedad civil que cada día (por fortuna) es más consciente de cuidar la biodiversidad de nuestra patria.

Molesta que digan desde los ministerios que no tenemos por qué preocuparnos, que van a ensuciar la montaña, pero poquito, y que van a contaminar los ríos, pero sin que nos demos cuenta.

Es un simple NO. Primero la vida del agua y después la efímera riqueza del oro. Necesitamos que los dirigentes políticos entiendan que la mayor riqueza de Colombia no es el petróleo, ni las riquezas extraíbles de la minería, sino la biodiversidad.

En estos tiempos de cambio climático, de sequías y de inundaciones extremas es tiempo de desarrollar empatía con el medio ambiente y ser capaces de reconocer la íntima relación que todos tenemos. Las plantas, los animales y los humanos.

Pero no solo es Santurbán, son los otros 35 páramos que por fortuna tenemos en Colombia los que debemos proteger. Es solo del 3% del territorio nacional. Y esa superficie es la que produce el agua de nuestros ríos, que tomamos y con la que sostenemos la vida.

Hace unas semanas también estuve en el Nevado del Ruiz. Con tristeza constaté que la frontera agrícola cada día invade más el límite del páramo. En lugar de vacas, debería haber más frailejones.

Pero no nos quedemos en lo que falta ni en la queja. Actuemos. No compremos botellas de plástico, reciclemos, recojamos la basura, ensuciemos menos.

Pequeñas y concretas acciones individuales. Al final la sensatez colectiva tendrá que imponerse sobre la irracionalidad de la ambición de contaminar el agua a punta de oro. En Santurbán, o cualquier otro páramo. La lógica de la vida debe prevalecer. Y pues que vayan y busquen oro en otra parte.