Dilemas morales y educación ciudadana | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Marzo de 2019
Wilson Herrera Romero. PhD *
No existen recetas infalibles para resolverlos, bien como individuos o sociedad. Una entrega más de la alianza entre la Procuraduría General y EL NUEVO SIGLO 

____________

En la primera escena de la película de los hermanos Coen, “The Millers Crossing”, (titulada en español como “Paseo de la muerte”), Caspar, un mafioso italiano, le dice a Leo, otro mafioso y quien es el capo de la zona, que él tiene que eliminar a otro mafioso, Bernie, pues considera que este último le está haciendo trampa. El punto álgido de la escena es el momento en que, a pesar de la inicial negativa de Leo, Caspar le dice que para él ésta es una cuestión ética, es una cuestión de principios que no puede pasar por alto.

Esta escena podría verse como una especie de parodia de la tesis según la cual inclusive un grupo de forajidos necesita de ciertas normas éticas para sobrevivir como grupo.

Pero hay un aspecto paradójico en ella y sobre el cual quisiera reflexionar. Lo cómico y trágico a la vez es que, en nombre de una norma ética, se justifique acabar con la vida de un ser humano, siendo precisamente la protección de la humanidad del otro, la razón de ser de cualquier comportamiento ético hacia los demás.

En la película se nos presenta un conflicto ético entre la exigencia de cumplir ciertas reglas de honestidad entre mafiosos, para mantener el grupo, y el respeto a la vida que se le debe a cualquier persona. Para nosotros, los espectadores, el conflicto es fácil de solucionar, pues el daño moral que implica la acción de matar es irreparable y, en este sentido, si tuviéramos que aconsejar a Caspar, desde una perspectiva ética, claramente no debería seguir esa alternativa.

Ahora bien, es parte de la vida enfrentar situaciones conflictivas y, a menudo, trágicas en las que tenemos que tomar decisiones que implican hacer sacrificios, bien por un interés particular o por el principio ético con el que nos identificamos.

ENS

En situaciones como estas la cuestión, que en principio aparece como central y más apremiante, es qué debemos hacer. Lo característico de un dilema moral es que se debe escoger entre dos o más alternativas, respecto de las que se pueden dar razones morales de peso a favor y en contra, y al mismo tiempo la situación impide que se puedan realizar simultáneamente. Algunos expertos señalan que los verdaderos dilemas son aquellos en los que las razones que sustentan cada una de las opciones tienen el mismo peso, la misma fuerza, razón por la cual quien decide se enfrenta a una incertidumbre moral, que puede llegar a ser devastadora si lo que se pierde en cada alternativa es muy significativo tanto para quien decide como para las personas involucradas.

En relación con las pérdidas o daños morales que una situación moralmente dilemática puede tener, Martha Nussbaum, en su artículo “The costs of tragedy” (Los costos de la tragedia), ha señalado, con razón, que la pregunta central en un dilema trágico es justamente sobre las pérdidas morales que cada opción implica para las personas afectadas en la opción y no sólo para quien la decide. Sopesar dichas pérdidas es clave para tomar la decisión que éticamente sea más deseable y para reflexionar sobre cómo podemos responder y reparar los daños que la decisión que tomemos acarrea, así sea la correcta. Además, la pregunta, como la llama Nussbaum, nos hace reflexionar sobre cómo se llega a esa situación dilemática y cómo se podría evitar en un futuro.

 

Los dilemas

La mayoría de los dilemas no son tanto el resultado de nuestras propias decisiones, sino de una serie de circunstancias que están fuera de nuestro control. Qué tan buena sea la vida que llevemos depende de cómo enfrentemos estos dilemas. La calidad de una democracia depende de la capacidad de los ciudadanos para decidir sobre los asuntos públicos, en los que también hay dilemas éticos, que pueden dividir y fracturar la sociedad. Por ello, es importante tener en mente que en una sociedad pluralista los conflictos, las diferencias de opinión sobre diversos asuntos, son inevitables y valiosos. La diversidad de las experiencias de los ciudadanos enriquece nuestras vidas porque nos permite darnos cuentas de que hay otras perspectivas y formas de ver las cosas que pueden ser valiosas para nosotros. La democracia se justifica en parte porque permite tramitar adecuadamente nuestros conflictos, a fin de alcanzar mejores soluciones a problemas que sólo podemos resolver juntos.

Ahora bien, no existen recetas infalibles para resolver nuestros dilemas morales, bien como individuos o sociedad, pero sí es necesario desarrollar ciertas habilidades para que quien decida no sólo lo haga correctamente, sino que trate adecuadamente a quienes son afectados negativamente por la decisión.

Entre las habilidades más importantes, ya señaladas por Aristóteles, están comprender las circunstancias, identificar las personas afectadas, sus intereses y deseos, establecer las alternativas relevantes y los efectos que cada una de ellas pueda tener sobre las personas involucradas y, sobre todo, entender los valores que están en juego. Esto último es clave, pues son estos valores los que definen la situación dilemática y los que nos indican las alternativas relevantes y las pérdidas morales. Todas estas habilidades no son algo innato, sino que se aprenden en los distintos ámbitos de la vida en sociedad.

Eje central

Para terminar, no es casual, que uno de los padres de la psicología moral, Lawrence Kohlberg, y varios de sus seguidores hayan tratado de probar empíricamente que una buena estrategia didáctica para el aprendizaje ético es el análisis de dilemas morales. Desde esta perspectiva es central en la formación de nuestros ciudadanos que existan espacios dialógicos en las instituciones educativas, y fuera de ella, en que se discutan situaciones moralmente conflictivas y que reflexionemos sobre los aprendizajes que se puedan sacar de allí. Dichos espacios pueden ir desde la clase de ética hasta la justa deportiva o un evento artístico. 

En mi opinión, lo más importante de este tipo de ejercicios, y de lo que se puede aprender de ellos, no es tanto llegar a la solución correcta, sino cómo resolver la cuestión trágica, identificar cuáles son los efectos negativos que pueden tener nuestras decisiones y cómo repararlos y evitarlos. Esto, a su vez, lleva a otro importante aprendizaje: que la vida está llena de matices. 

 

* Director Centro de Formación en Ética y Ciudadanía, Phronimos

Universidad del Rosario.