¿Agricultura vs. Medio Ambiente? | El Nuevo Siglo
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Sábado, 23 de Marzo de 2019
Alvaro Sánchez

Se nota cada vez más que la humanidad está en guerra, sus relaciones con la tierra, que es en definitiva su hábitat, se han llegado a convertir en una lucha sin cuartel que requeriría un nuevo concepto de desarrollo; si bien esto se nota en todas las actividades de los seres humanos, no es menos cierto que se nota especialmente en el desarrollo agrícola que curiosamente se da en el sector rural, que es en definitiva el llamado a conservar el ambiente. Sin embargo, las urbanizaciones, los aeropuertos, las autopistas, los embalses y los complejos industriales, que normalmente se ubican en zonas de explotación agrícola y de regadíos, están produciendo un acusado impacto sobre la agricultura y el medio ambiente.

Durante siglos, los agricultores y los ganaderos han proporcionado alimentos a la población, al mismo tiempo que han preservado cultivos, razas y especies únicas, con prácticas compatibles con la capacidad de carga del entorno. Sin embargo, el proceso de intensificación agrícola del último siglo ha traído consigo una serie de impactos ambientales, e incluso sociales, inmensamente grandes. La búsqueda de una mayor productividad, en términos económicos, ha llevado en ocasiones al límite a los ecosistemas, manifestándose en una disminución de los servicios que la naturaleza nos presta gratuitamente, como el control de las inundaciones o el almacenamiento de carbono, solo por mencionar algunos.

De otra parte, la distribución de la tierra y el bajo concepto de asociatividad de nuestra población han hecho que se vayan abandonando poco a poco las prácticas extensivas y se torne a pequeñas parcelas que han llevado a fenómenos tales como; la pérdida del pastoreo o la desaparición de las rotaciones de cultivos, propios de la agricultura tropical. Esto ha supuesto una amenaza directa para la conservación de especies únicas o endémicas en nuestro territorio.

Debemos entonces buscar y más que eso lograr, un equilibrio entre agricultura, ganadería y medio ambiente. De ello dependerá la gestión de nuestro territorio rural, y la conservación de los recursos naturales, se detendrá la pérdida de biodiversidad y se disminuirán los efectos del cambio climático.

De la intensificación de la agricultura y de la disminución de las parcelas sin criterios de asociatividad, surge uno de los mayores retos ambientales de este siglo, que consiste en la relación del territorio con el agua. Lo que se hace hoy apostando por los sistemas de riego masivos, está sobrepasando y de lejos, la capacidad de suministro hídrico de los ríos y los acuíferos, esto está llevando a su calcificación, salinización y contaminación en proporciones cada vez mayores. Añadamos a esto el hecho real de que cada vez la humanidad cuenta con menos recursos hídricos disponibles, como consecuencia del cambio climático y del descuido en el manejo del recurso.

Aun cuando no existen estudios detallados sobre el tema, podemos afirmar que el modelo de producción agrícola actual es una de las principales causas de la pérdida acelerada de nuestra biodiversidad; es el momento en que deberíamos movernos hacia un modelo en que agricultores y ganaderos produzcan alimentos sanos y de calidad mientras cuidan los recursos naturales de los que depende su propia actividad, respetando y protegiendo la biodiversidad y haciendo frente a los impactos del cambio climático.

Lamentablemente nuestro modelo económico agrario no valora adecuadamente los precios de mercado de los productores que intentan realizar este ejercicio, desincentivando así la producción que requerimos, sin la cual el medio ambiente no tendrá futuro. Estamos a la espera de una reformulación de las políticas de apoyo a la agricultura, para lograr que sean coordinadas con un paquete de medidas ambientales para el bien de todos.

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