Perspectiva. Amanda, una vida entre hierbas y aromas | El Nuevo Siglo
Amanda Cuncanchón, beneficiaria de la Secretaría de Desarrollo Económico. /Sec. Desarrollo Económico
Foto Secretaria de Desarrollo Económico
Domingo, 19 de Marzo de 2023
Redacción Bogotá

Son las 2:00 a.m. en la fría Bogotá y, como es costumbre, Amanda Cuncanchón de Rojas sale de su casa hacia la plaza de Paloquemao y Samper Mendoza en busca de flores y hierbas para su negocio, la tradicional Floristería Patty, ubicada en la Plaza de Las Ferias, en el noroccidente de Bogotá y su segundo hogar desde el año 1953. 

EL NUEVO SIGLO conoció su historia, en la que recuerda que su acercamiento con el mundo de las hierbas empezó desde la niñez, cuando sus padres las sembraban en la parte trasera de la casa familiar. 

“Hoy añoro con cariño ese patiecito, porque todo lo que he logrado en mi vida se lo debo a esa herencia familiar y al amor que me heredaron mis padres por las plantas medicinales y por las flores", aseguró Amanda. 

Con el pasar de los años y con el rigor de cada etapa de la vida, el matrimonio y la llegada de sus hijos, cambió de lugar de vivienda, razón por la que ya no podía sembrar para vender y por ende empezó a comprar las flores y las hierbas.

La experiencia empírica para curar los males

Amanda enfatiza que se considera bendecida por sus conocimientos en medicina ancestral. “Muy seguramente los 60 años de trabajar con plantas aromáticas, hierbas y flores me dan el respaldo para indicar a mis clientes qué tomar para sus males particulares”, señala.

De lunes a domingo, Amanda espera con una sonrisa implacable, mirada cansada y la experiencia atendiendo su local, a sus clientes fieles que la visitan desde las localidades de Suba y Bosa, y quienes buscan las recetas para el cuidado de la piel, para el dolor de estómago, para la diabetes e incluso para combatir el cáncer. 

La Floristería Patty está ubicada en la esquina de la plaza, diagonal a la de su hermana Miriam, quien también siguió el camino de sus padres.

Una mujer luchadora

Amanda es vanidosa y pese a los golpes que le ha dado la vida no se ha rendido, ni siquiera cuando recibió una de las noticias más devastadoras de su vida: había sido diagnosticada con cáncer de seno. 

Recuerda con claridad el día en que, en el agite de su trabajo, salió corriendo en busca de unas hierbas para una cliente cuando se 'enredó’ y se cayó. A partir de ese momento las cosas no volvieron a ser iguales. 

Pese a que en el momento no le dio mayor trascendencia a lo sucedido, muy pronto empezó a sentir que algo en ella no estaba bien; notaba una masa que crecía en uno de sus senos. 

Comenta con la voz entrecortada que con la quimioterapia se le cayó el cabello y quizás eso fue lo más doloroso para ella. Pese a la debilidad que sentía por el tratamiento contra la enfermedad, lo único que la hizo dejar de ir por cinco meses a su puesto de trabajo fue ver su cabeza cada vez con menos pelo. 

Aunque se ha recuperado, sigue con quimioterapias y nota cómo esto le afectó sus cuerdas bucales, pero ya no es impedimento para seguir en su lucha. Expresa con orgullo que lo que aconsejó a muchos de sus clientes fue lo que le ha ayudado a ir superando de a poco la enfermedad.

Cree con fervor en el poder curativo del anamú, la desvanecedora, el sanalotodo y el amaranto rojo, y se declara sobreviviente del cáncer gracias al poder curativo de estas plantas.



Un nuevo renacer con amor y oportunidades 

Con un gran amor y admiración habla de don Jacobo, el amor de su vida, ese hombre que la acompaña desde hace 51 años y que describe como un caballero, que ha luchado con ella hombro a hombro y con quien logró sacar adelante a sus tres hijos, de quienes se siente muy orgullosa porque los describe como personas trabajadoras y de bien. 

Sumando esfuerzos con su esposo lograron comprar su “casita”, como ella la llama, ubicada en el barrio Villa María de la localidad de Suba. Don Jacobo es ahora su soporte en el hogar, es quien la respalda en las labores cotidianas, es su polo a tierra, el mejor compañero de vida que pudo encontrar, relata Amanda con emoción. 

El capítulo de la pandemia fue duro para ella, las ventas bajaron y las deudas no daban tregua, puesto que había solicitado un crédito al banco para construir el segundo piso de su casa y entre la pandemia y la enfermedad que la aqueja sintió que no daba abasto.

Ahora se siente muy empoderada, porque su negocio se ha transformado y entró en la línea de las transacciones y los pagos digitales. "Gracias al apoyo de mi hija Diana, mi fiel compañía y la menor de mis tres hijos, ahora puedo recibir pagos por plataformas como Nequi y Daviplata y gestionar pedidos a través de WhatsApp con envíos a domicilio”, cuenta con orgullo. 

 

Las recompensas de Dios

Esta mujer apasionada por las plantas y devota de Dios, habla con agradecimiento sobre sus hijos y sobre el programa Pérdidas y Desperdicios de Alimentos de la Secretaría de Desarrollo Económico.

“Crie a mis hijos en la plaza, les di estudio, los formé como señores, trabajadores independientes y buenos seres humanos. Además, sin buscarlo, el programa Pérdidas y Desperdicios de Alimentos llegó a mi vida para darle un giro y una esperanza”, señala Amanda.

El programa le entregó una máquina deshidratadora con la que Amanda logró transformar y aprovechar las hierbas y flores que van envejeciendo, para continuar comercializándolas. 

“Es una doble ganancia, en primer lugar porque ya no tengo pérdida económica con los productos que no vendo, y en segundo lugar, porque no siento la tristeza que me invadía cuando tenía que tirar a la basura lo que no lograba vender”, explica. 

Actualmente sus preocupaciones son otras, piensa dónde va a ubicar las máquinas para procesar las hierbas y plantas para comercializarlas secas y mira con optimismo su nueva vida como microempresaria. 

Sueña con poder enseñar sus conocimientos a los jóvenes, con descansar porque siente que sus fuerzas ya no son las mismas y gracias al programa Pérdidas y Desperdicios de Alimentos ve que ahora es posible. Para Amanda, participar en el programa y ganar el incentivo de $14 millones en insumos y maquinaria ha sido un premio a sus luchas y a su perseverancia.