Auge global del narcotráfico | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Marzo de 2023

* Campanazo de la ONU: 35% más de narcocultivos

* Urge realismo en las teorías sobre viraje antidroga

 

El narcotráfico es, sin duda alguna, uno de los delitos que más capacidad de mutación tiene. Ello explica, precisamente, por qué no disminuye de manera sustancial. Por el contrario, pese a la ofensiva de las autoridades en muchos países e incluso el avance de la legalización de la producción, venta y consumo en otros tantos, continúa siendo una de las economías ilícitas más fuertes a nivel global y con mayor nivel de penetración en la sociedad.

La semana pasada, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) advertía que la legalización de la marihuana no estaba reduciendo el consumo del alucinógeno y, un hecho más grave aún, la esfera criminal que rodea su producción y comercio persistía en aquellas naciones en donde se ha autorizado el uso recreativo del cannabis. Con base en esa conclusión, la agencia dijo estar muy preocupada por la trivialización con respecto al uso no médico del cannabis y la tendencia a su legalización, principalmente en Latinoamérica y parte de Europa.

Ayer el turno de dar otro campanazo al respecto le correspondió a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que alertó en torno a que la producción mundial de cocaína se disparó drásticamente en los dos últimos años, una vez fue quedando atrás la crisis pandémica.

Las cifras del “Informe Mundial sobre la Cocaína 2023” son alarmantes: el cultivo de hoja de coca se disparó un 35% de 2020 a 2021, todo un récord e incluso se considera el aumento interanual más alto desde 2016. Según la agencia de la ONU ese drástico incremento no solo se debe al crecimiento de los sembradíos ilegales sino a cómo los narcotraficantes han logrado mejorar el proceso de producción del alcaloide.

Aunque obviamente Colombia tiene un papel protagónico en este fenómeno en cuanto a la producción y tráfico de cocaína, también resulta claro que hay unas nuevas dinámicas globales en el narcotráfico. Por ejemplo, si bien los mercados con más demanda de drogas continúan estado en los continentes americano y europeo, hay un avance sustancial de este negocio ilícito en África y Asia. No menos preocupante es el hecho de que el crecimiento de la oferta de narcóticos está acompañado de un aumento similar de la demanda. A ello se suma que los mecanismos y focos de distribución también se han diversificado.

Este último aspecto, sin duda alguna, termina siendo un llamado de atención para esos sectores que a nivel internacional y en Colombia consideran que avanzar por la vía de la descriminalización de la producción, tráfico y consumo de estupefacientes es el camino más seguro y expedito para acabar el narcotráfico. Tanto el informe de la JIFE como el de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito apuntan en la dirección contraria a esa tesis.

En cuanto a nuestro país en ambos informes se alerta sobre el aumento del narcotráfico, aunque sin mencionar una cifra específica. Sin embargo, resulta obvio que siendo Colombia el primer productor y exportador mundial de cocaína, tiene un rol principal en ese crecimiento del 35% de narcocultivos. En realidad estos datos solo se concretarán en próximos meses cuando se revelen los resultados del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) -instancia de la ONU- y el reporte de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas del gobierno de Estados Unidos. El primero reportó en agosto pasado un incremento del 43% en el área sembrada con coca en el país, pasando de 143 mil hectáreas en 2020 a 204 mil en 2021. Y el segundo registró, en el mismo lapso, una leve disminución del 4%, al pasar la extensión de hoja de coca, marihuana y amapola de 245 mil a 234 mil hectáreas.

Dado que en 2022 no se cumplió la meta de erradicación de narcocultivos y que el ritmo se ha desacelerado aún más desde que asumió el gobierno Petro, bajo la tesis de aplicar un viraje drástico en la política antidroga, es muy posible que los reportes del Simci y la Casa Blanca este año vayan al alza. Incluso el expresidente Iván Duque advirtió semanas atrás que Colombia podría llegar a más de 300 mil hectáreas de sembradíos ilegales. De hecho, el gobierno Biden ya alertó en torno a que esperaba un refuerzo “robusto” en la destrucción de cocales, más aún después de que la Casa de Nariño bajó la meta para 2023 y en enero no se erradicó una sola hectárea.

Vistos ambos informes de la última semana, es necesario que el gobierno Petro se plantee una sola pregunta: ¿es realista y conveniente plantear un cambio de óptica en la política antidroga, como lo acaba de reiterar en el arranque del 66º periodo de sesiones de la Comisión de Estupefacientes en Viena?