El primer año de Boric | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Marzo de 2023

* Año con fuertes altibajos en Chile

* Tomó distancia de izquierda radical

 

En Chile, con la posesión presidencial hace un año de Gabriel Boric, quien surgió de los disturbios estudiantiles como un carismático líder y agitador político, se cumplió la tendencia de la región en cuanto a impulsar nuevas figuras de la izquierda para llevarlos al poder por la vía electoral. En este caso sucedió al empresario Sebastián Piñera, quien mantuvo la economía del país en alto, pero sufrió un clima social complicado. Esto, junto al normal desgaste de la tarea de gobernar y la falta de un candidato de la centroderecha fuerte, con entronque popular y una propuesta atractiva para captar el voto marginal, determinó un nuevo cambio en el péndulo político en la nación austral.

Doce meses atrás se creía que Boric se radicalizaría, al estilo del gobierno socialista de Salvador Allende, quien por sus negativas medidas económicas condujo a la ruina a millares de empresarios y comerciantes, lo mismo que agravó la situación de la gran masa de chilenos, provocando una crisis generalizada que, al final, derivó en golpe militar. Sin embargo, lo que ha ocurrido con el dirigente estudiantil de las protestas contra Piñera y hoy mandatario, es que al sentir que algunos de sus seguidores más beligerantes lo empujaban a seguir el modelo Allende, supo poner un freno a la demagogia de campaña, marcó distancias y se rodeó de expertos en economía y finanzas.

En tanto, para calmar a sus parciales, intentó modificar la Constitución asumiendo las banderas del proceso constituyente heredado, sin conseguir su objetivo. Esto porque los chilenos enviaron un mensaje desde las urnas: sí quieren cambiar el orden constitucional pero no con la propuesta sometida a votación. En ese orden de ideas, el país sigue dividido entre dos grandes bloques políticos que se han alternado en el poder.

Paradójicamente en los inicios de este gobierno de izquierda los disturbios estudiantiles estuvieron a la orden del día y la popularidad presidencial cayó casi que en picada. Boric entendió rápidamente que transitaba arenas peligrosas y que llegó a estar al borde del abismo no solo por el rechazó a su proyecto de reforma constitucional sino porque aumentaron las demandas populares en las calles. Es allí cuando decidió darle un vuelco a su gestión, permitiendo que su ministro de Hacienda tomara las medidas necesarias para contener la inflación, reorientar el gasto público y favorecer el crecimiento de la empresa privada con miras a generar más dividendos, empleo y dinamismo productivo.

A hoy es claro que los sectores más radicales de izquierda se sienten frustrados, en tanto se fortalece la democracia y el gobierno intenta volver a ganar las simpatías populares. Esto pese a que otro nuevo intento de modificar la Constitución se vio frustrado en el Congreso, lo mismo que el proyecto de reforma tributaria, que fue votado en contra pese a que el ministro de Hacienda es considerado uno de los mejores de la región. Se le pondera que en medio de la crisis mundial por la guerra de Ucrania y la escalada inflacionaria, Chile ha logrado manejar las finanzas con prudencia y eficacia.

Así estos resultados sean desdeñados por los radicales de izquierda, que insisten en llamar a la anarquía y la revolución, lo evidente es que en Chile los precios están a la baja, favoreciendo a los consumidores de menos recursos y aliviando a la clase media.

Precisamente en el fallido proyecto de reforma tributaria se pretendía aumentar ligeramente algunos impuestos y equilibrar el escenario fiscal. Al final, no se consiguió ese objetivo oficial, ya que el Ejecutivo perdió la votación parlamentaria por un estrecho margen de dos sufragios. Duro golpe para el Gobierno y su política de estimular la producción y el desarrollo, así como recuperar la confianza empresarial.

Pese al revés, Boric sostiene que seguirá la ruta de la moderación y pragmatismo, al tiempo que manda un mensaje a sus seguidores más impacientes y radicales: “invito a todo nuestro gobierno a trabajar para construir una mayoría que sí haga posible esta reforma”. Es más, acusó a los impacientes de intentar perturbar el avance económico, el crecimiento y bienestar, mediante el manido expediente de impedir que las cosas cambien. 

Es evidente que en el ánimo del gobernante en cuanto a apostar por el centrismo pesa el mal ejemplo de las críticas finanzas oficiales del gobierno de izquierda argentino por cuenta de los excesos en el gasto público, la inflación inatajable y la incertidumbre económica. Igualmente, Boric analiza lo ocurrido en Perú, en donde otro mandatario de ese espectro político, como lo es Pedro Castillo, terminó preso por cuenta de negocios oscuros y una caótica gestión…

Como se ve, el primer año de Boric se ha desarrollado entre altibajos, pero es claro que se mantiene con margen de acción porque no apostó por la izquierda radical sino por un gobierno de centro, sin lesionar la democracia ni saltarse la institucionalidad.