Mujeres y “brecha de empleo” | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Marzo de 2023

* A propósito del Día Internacional de la Mujer

* La economía del cuidado como factor clave laboral

 

 

Cada 8 de marzo, al celebrarse el Día Internacional de la Mujer, son múltiples los diagnósticos que se publican a nivel mundial, continental, nacional, regional y local en torno a cómo los derechos del género femenino siguen estando un paso atrás de los del masculino.

Sin embargo, en esta ocasión hay informes con nuevos enfoques que permiten una aproximación más realista y detallada a este fenómeno. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desarrolló un nuevo indicador, denominado “brecha de empleo”, que va más allá de las mediciones tradicionales en torno a la diferencia de niveles de desempleo entre hombres y mujeres, las distintas escalas salariales pese a desempeñar labores similares, la clasificación de las edades, grados de formación y variabilidad de la oferta y demanda, entre otros.

Esa “brecha de empleo” se centra en cuantificar y caracterizar a las personas en edad de trabajar que están interesadas en encontrar un empleo. Según los expertos detrás de esta innovación estadística, esta nueva medición es más específica que la tradicional tasa de desempleo, ya que permite detectar con mayor certeza los niveles de desequilibrios de género más acentuados en cuanto al acceso a un oficio y las condiciones laborales.

En este primer informe al respecto, por ejemplo, se encontró que mientras el 15% de las mujeres en edad de trabajar en todo el mundo desearía emplearse pero no lo consigue, solo el 10,5% de los hombres está en similar situación. Al ahondar sobre los mercados laborales a nivel global entre 2005 y 2022 se concluyó que la brecha se ha mantenido prácticamente invariable durante casi dos décadas.

Se trata de un dato clave a la hora de fijar las políticas laborales de cada país, más aún porque, como lo señala la OIT, las tasas globales de desempleo de mujeres y hombres suelen ser muy similares, esto debido a que los criterios utilizados para definir los índices de desocupación tienden a excluir de forma desproporcionada ciertas condicionalidades del sexo femenino.

Por ejemplo, durante la crisis pandémica las mujeres y los jóvenes terminaron siendo las franjas poblacionales más afectadas en cuanto a pérdida de empleos. De hecho, los estudios realizados evidencian que en medio de las cuarentenas millones y millones de trabajadoras fueron despedidas o se vieron obligadas a renunciar a su actividad laboral, con el fin de concentrarse en el cuidado de los hijos, padres, adultos mayores e incluso de quienes terminaron contagiándose de covid-19 y enfermando de forma grave.

En Colombia el año pasado se hizo una actualización metodológica de la medición del mercado de trabajo, la población ocupada, desocupada y por fuera de la fuerza laboral. Esto lleva a una medición más exacta de la cantidad de personas sin plaza, no solo en cuanto a desempleo por género, sino por edades, oficios, salarios, ubicación geográfica y otros elementos. Ese nuevo enfoque permite tener una radiografía más realista y detallada. Así las cosas, de acuerdo al último informe del DANE, aunque la tasa de desempleo en el total nacional fue de 13,7%, con corte a enero, continúa siendo mayor el número de mujeres sin empleo, que se ubica en un 14,1%, mientras que la de los hombres es del 9%.

Tanto en el informe de la OIT como en las evaluaciones que se están haciendo en los proyectos de reforma laboral y pensional que se presentarán al Congreso próximamente, se coincide en que una causa principal de la brecha de género en el acceso al empleo tiene que ver con el rol de la mujer como trabajadora, esposa y madre. De hecho, en la nueva medición de la rectora global de la política laboral se advierte que las responsabilidades personales y familiares afectan desproporcionadamente a las mujeres, especialmente el trabajo de cuidados no remunerado, referido en gran parte al hogar. Incluso, el diagnóstico de la OIT acude al término “penalización de la maternidad” para describir un factor por el cual las mujeres con hijos pequeños tienen menos probabilidades de participar en el mercado laboral que sus compañeros. Con el género masculino sucede lo contrario: cuando tienen hijos pequeños, los hombres tienen probabilidades más altas de participación en el mercado de trabajo, lo que se conoce como "prima de paternidad".

Como se ve, es necesario que las políticas laborales acudan a mediciones cada vez más específicas en cuanto a la llamada brecha de género. Solo así será posible un diagnóstico más acertado de la oferta y demanda de empleo, y sobre esa base generar estrategias que permitan un acceso más eficiente y equitativo de las mujeres a empleos de calidad.