Arremetidas a la Undmo | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Marzo de 2023

Debemos iniciar esta columna dando a conocer a nuestros respetados lectores, que es la Undmo, porque se trata ni más, ni menos, del nuevo nombre que le asignaron al Esmad, “unidad de diálogo y mantenimiento del orden” ¿Cambio profundo verdad? Tan profundo que fue la unidad enviada por gobierno al corregimiento Los Pozos en San Vicente  del Caguán, departamento del Caquetá, ante  informaciones de una posible toma de la petrolera Emerald Energy por grupos campesinos e indígenas, que de tiempo atrás venían pidiendo el arreglo de una vía y ante el incumplimiento realizaban bloqueos esporádicos del sector, terminado las protestas con la toma por la fuerza de las instalaciones petroleras, con violencia y agresión, dando origen a varias conflagraciones en puntos neurálgicos del campo de explotación, generando daños considerables a la infraestructura.

Grave situación, tan grave que, en el territorio patrio, no puede repetirse por ningún motivo, pues según informaciones de prensa, y las autoridades administrativas del lugar, los hombres del Undmo se encontraban desarmados, contexto que fue de conocimiento colectivo y facilitó el ataque a los miembros de la policía, que no contaron con los mínimos recursos para defenderse, hacer respetar la propiedad y restablecer el orden en el lugar.

Los mandos y el gobierno deben revisar aquellas disposiciones que entregan sus hombres, sin recursos para atender las alteraciones, los ataques y la resistencia a observar el respeto por la fuerza pública, enviar hombres sin recursos, desmotivados y amedrantados ante actuaciones de fuerza, necesarias para la ocasión. Es un despropósito y lo estamos viviendo, porque como siempre, debió la policía aportar cuota de sacrificio en la jornada, reportando la sevicia y crueldad con que fue asesinado por la turba, el subintendente Ricardo Arley Monroy.

El saldo es mayor. Fueron varios los agentes del orden agredidos y lesionados, dejando como corolario la turba alevosa y bien armada, el secuestro de un grupo representativo de unidades policiales. Que duro para nosotros asistir a tan humillante situación, ¡un país donde las comunidades no respetan la autoridad debe estar enfermo y afectado por conceptos adversos al orden y disciplina social!

Pero las cosas no quedaron ahí. Es importante resaltar la presencia de la guardia campesina, organización sin Dios ni ley, que se adjudica la autoridad que la misma ley no le ha concedido y mucho menos amparado. Aquí es importante que los inspiradores, promotores y admiradores de esta fuerza advenediza, fatua y peregrina, a más de violenta e inconstitucional den cara y explique al país dónde está el sustento para que esta fuerza marginal pueda actuar en cualquier región del país, ajena a sus resguardos, lugares donde los reconocen y acatan por fuerza de la tradición. Esperamos las investigaciones prontas y efectivas. Nuestros honores al subintendente Arley Monroy.