Frenazo económico | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Febrero de 2023

Las políticas erráticas del Gobierno

* Inversión productiva en retroceso

 

 

No ha terminado el segundo mes del año y las alertas en torno a la desaceleración de la economía colombiana se prenden en todos los flancos. La inflación no cede, el desempleo sigue por encima de los dos dígitos, los altibajos en el precio del dólar frente al peso son el pan de cada día, en tanto que desde distintos nichos de productos, bienes y servicios se advierte que los indicadores tienen una marcada tendencia negativa, con muy pocas excepciones.

A ello se suma que días atrás el DANE reveló que en 2022 el Producto Interno Bruto (PIB) creció 7,5%, porcentaje menor al esperado y, claro está, muy lejos del récord de un 10,6% un año atrás. Pero incluso ese enfriamiento económico termina siendo medianamente potable frente a lo que puede pasar en este 2023, ya que todas las proyecciones de las entidades financieras multilaterales, el Banco de la República, el propio Gobierno, gremios y centros de estudios especializados locales y foráneos, advierten que la caída del aparato productivo será drástica, casi en picada, al punto que solo se alcanzaría un crecimiento entre 0,5% y 1,5%, siendo este último rubro el más optimista.

Aunque en los aspectos estrictamente técnicos los expertos señalan que no se ve el riesgo de una recesión en Colombia a corto plazo, resulta evidente que una descolgada productiva como la prevista para este año supera el ámbito de una desaceleración (que tiende a ser lenta y gradual) y raya en un frenazo económico, con todas las graves consecuencias que implica.

Es claro que hay factores externos e internos entre los causantes de esta grave coyuntura. En los primeros están el pico inflacionario mundial, la desaceleración económica global (con algunos países ya en recesión técnica) y la persistencia de los efectos de la guerra en Ucrania, que cumplió esta semana un año.

Sin embargo, el peso del escenario local es cada vez más determinante en esta crisis, sobre todo en lo que tiene que ver con la incertidumbre económica generalizada y el marcado clima de inseguridad jurídica. Una y otro son producto de una estrategia gubernamental caracterizada por la improvisación y un alud de anuncios sin sustento técnico suficiente y objetivo, cuando no claramente enmarcados en el populismo. La ya presentada reforma a la salud y las próximas en materia laboral y pensional, unidas al efecto de la cascada tributaria aprobada a finales del año pasado, tienen al empresariado sin saber a qué atenerse. Los bandazos en la política de hidrocarburos no solo han castigado el precio de la acción de Ecopetrol sino que, además, ya forzaron una reducción de una tercera parte de la inversión privada en un sector que representa el 40% de las exportaciones, el 20% de ingresos fiscales, el 70% de regalías y un 35% de inversión extranjera directa…

Precisamente por todo lo anterior no sorprendieron los resultados de la encuesta de afiliados a la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), según los cuales los proyectos de inversión se han reducido sustancialmente. Las cifras son contundentes: mientras que en agosto de 2022 el 47,1% de los consultados manifestó que mantenía sus planes de iniciar o acelerar proyectos productivos, en este segundo mes de 2023 ese porcentaje cayó a 27,5%. También aumentó la cantidad de inversiones aplazadas, ajustadas e incluso descartadas. No menos dicientes son las razones que el sector privado expone para el aplazamiento de las inversiones: altas tasas de interés (47,9%), incertidumbre política (31,3%), económica (20,8%), jurídica (15,6%), factores macroeconómicos a nivel mundial (14,6%), volatilidad en la tasa de cambio (12,5%) e inflación (12,5%), entre otros.

Es innegable tanto la gravedad creciente de este panorama como la pasividad de un Gobierno nacional imbuido en el rifirrafe político diario, la deriva populista y una a todas luces peligrosa ideologización de la economía, con frenética propensión al estatismo omnipresente, el intervencionismo oficial y la relegación de la iniciativa privada.

Precisamente por ello hace dos semanas en estas mismas columnas advertíamos si “alguien se acuerda de la economía”, esto a modo de campanazo porque se impone blindarla al ser no solo el principal bien público, sino factor primordial de la estabilidad colombiana. De hecho, en la presente edición dominical consultamos a exministros, gremios y expertos sobre cuál podría ser el plan de choque para amortiguar el frenazo productivo, dado que esa estrategia debe ser la prioridad nacional, por obvias razones. Sin embargo, para que ese plan funcione se requiere que el Ejecutivo se concentre en lo importante y que, en un ejercicio urgente de autocrítica, admita lo que para el resto del país es evidente: que buena parte de la incertidumbre que hoy lastra el dinamismo productivo tiene su origen en las atropelladas políticas gubernamentales en muchos frentes.