‘Santrich’, de negociador de paz a guerrerista radical | El Nuevo Siglo
‘Jesús Santric’ fue detenido el 9 de abril de 2018 atendiendo una orden de captura emitida por la Interpol con base en una solicitud de un juzgado de Nueva York que lo acusó de pertenecer a una red de narcotráfico que habría empezado a delinquir desde junio de 2017. /Archivo ENS
Foto Archivo EL NUEVO SIGLO
Martes, 23 de Febrero de 2021
Redacción Política

La opinión pública había oído hablar poco de Seuxis Pausias Hernández, alias ‘Jesús Santrich’, cuando en octubre de 2012 fue anunciado en Oslo (Noruega) como uno de los jefes guerrilleros de la segunda línea del equipo de negociadores de las Farc en los diálogos que adelantaría en La Habana el gobierno Santos con ese grupo armado ilegal.

Uno de los rasgos que llamaron inmediatamente la atención fue su limitación visual, generada por un glaucoma que progresivamente ha ido aquejándolo desde los 14 años, en su Sucre natal, pero que no le impidió que a los 25 años se vinculara al Frente 19 de las Farc. Había pasado, como muchos de los guerrilleros de su generación, por las filas de la Juventud Comunista, militancia que combinó con estudios de Ciencias Sociales en la Universidad del Atlántico. Alguna vez dijo que decidió hacer la transición a la clandestinidad cuando en noviembre de 1990 fue asesinado un amigo suyo de nombre, precisamente, ‘Jesús Santrich’.

Estructurado ideológicamente y con buena capacidad discursiva, con el tiempo llegó al ‘Estado Mayor Central’ de las Farc así como a ser uno de los líderes del ‘Bloque Caribe’, teniendo responsabilidades propagandísticas, sobre todo a través de la clandestina ‘Cadena Radial Bolivariana Voz de la Resistencia’, fundada en 1993 como una de las tareas trazadas por la ‘VIII Conferencia’ de las Farc, efectuada entre el 3 de abril y el 27 de mayo de ese año.

Llegó a la mesa de La Habana por su cercanía con el jefe negociador Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’, quien le encargó la redacción del acuerdo final, labor que de parte del Gobierno recayó en el exembajador y alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo.

Considerado por algunos como de línea dura en las negociaciones, ganó relevancia ante la opinión pública cuando, en La Habana, ante la pregunta de un periodista que le indagó en torno a si las Farc estarían dispuestas a pedirle perdón a las víctimas de secuestro, respondió con un entonado “quizás, quizás, quizás”. Obviamente eso encendió las críticas tanto de contradictores como de partidarios del proceso de paz.



Notorio

En todo caso, luego de la firma de los acuerdos de paz, en 2016, resultó designado como uno de los tres representantes de las Farc en la Comisión de Impulso y Verificación a la Implementación (Csivi). Luego sería también uno de los nombres elegidos por el partido político derivado de la guerrilla para ocupar una de las 10 curules automáticas en el Congreso, tras los comicios de marzo de 2018 en donde la votación por las listas a Senado y Cámara fue ínfima.

En septiembre de 2017 fue elegido miembro de la Dirección Nacional del partido Farc (hoy partido Comunes), recibiendo la tercera votación entre los desmovilizados, único entre los nueve más votados que no fue integrante del antiguo Secretariado subversivo.

Pero quizás ninguno de esos hechos lo hizo tan notorio como el proceso judicial que comenzó a adelantársele por pertenecer, presuntamente, a una red de narcotráfico que habría empezado a operar desde junio de 2017 (o sea, después de la fecha límite establecida por los acuerdos, diciembre de 2016, para ser cobijado por la justicia transicional).

Sería detenido en Bogotá el 9 de abril de 2018 atendiendo una orden de captura emitida por la Interpol con base en una solicitud de un juzgado de Nueva York, que le dio credibilidad al testimonio de Marlon Marín, sobrino de ‘Iván Márquez’, capturado ese año en Estados Unidos.

A partir de ahí se desencadenarán una serie de sucesos que posibilitarían que eludiera la acción de la justicia. Alegando que el proceso era un montaje, inició una huelga de hambre que suspendió el 19 de mayo porque la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) le concedió la garantía de no extradición, emplazando a la Fiscalía a sustentar la captura. Por esos días, ‘Márquez’ anunció también que se iba para Caquetá y que no asumiría la curul que le correspondía en el Senado; por su parte ‘Santrich’ mantuvo su escaño en la Cámara gracias a un pronunciamiento del Consejo de Estado, que desestimó el que no se posesionara el 20 de julio.

El 17 de mayo de 2019, tras varios meses preso, fue liberado de La Picota, pero no había pasado las rejas del penal cuando, de nuevo, fue recapturado, en un hecho que le dio la vuelta al mundo. Doce días después, el 29 de mayo, la Corte Suprema de Justicia ordenó su liberación considerando que el Consejo de Estado le había mantenido su condición de congresista y, por lo tanto, un juez ordinario no podía juzgarlo, sino el máximo tribunal debido a su fuero parlamentario.
Aunque fue al Capitolio Nacional y asumió formalmente su curul, el 30 de junio de ese año, cuando se encontraba en un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), en zona rural de La Paz (Cesar), huyó. Obviamente el que una persona con limitaciones visuales se escapara puso en vergüenza al Estado, aumentó los señalamientos a la JEP y la Corte Suprema de Justicia, disparó las críticas al partido Farc y el debate entre contradictores y defensores del acuerdo de paz…



Rearme

En agosto siguiente apareció en un video con ‘Márquez’, y otros guerrilleros también ‘desertores’ del acuerdo de paz, como Henry Castellanos, alias ‘Romaña’, y Hernán Darío Velásquez, alias el ‘Paisa’. Todos anunciaron, desde territorio venezolano y protegidos por la dictadura chavista, que retomaban la lucha armada bajo la enseña de la ‘Segunda Marquetalia’. De inmediato la JEP le revocó el beneficio de la suspensión de las órdenes de captura y las libertades condicionales derivadas del acuerdo de paz.

Desde entonces todo ha sido misterio a su alrededor. Salvo en mayo de 2020 cuando se publicaron en redes sociales imágenes de ‘Santrich’ escoltado por colectivos armados chavistas del barrio La Piedrita, en Caracas. Se dijo, entonces, que el guerrillero prófugo estaría viviendo en el barrio caraqueño 23 de Enero.

Como era de esperarse, el 24 de junio del año pasado la Procuraduría lo destituyó como congresista, inhabilitándolo por diez años para ocupar cargos públicos al haber regresado a las armas, y el 10 de diciembre el Consejo de Estado le declaró la muerte política.

El enero, la red Twitter les suspendió las cuentas a ‘Santrich’ y ‘Márquez’ por violar sus políticas sobre "terrorismo y extremismo violento" luego de que publicaran un video en el que criticaron al presidente Iván Duque y lo acusaron de "dañar el acuerdo de paz".

Los jefes de las reincidencias ya habían acusado a Duque en un comunicado de ganar las elecciones con "dinero de la cocaína". De hecho, en sus distintas proclamas el Jefe de Estado siempre ha sido el principal blanco, siempre en lenguaje desobligante y retador. A lo que siempre Duque les ha replicado con igual dureza (aunque sin insultos), reiterando que serán capturados y exigiendo de la dictadura venezolana que deje de proteger a un grupo terrorista.

Tras unas breves apariciones en fotos con ‘Márquez’ e incluso un rifirrafe con Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’ por los magnicidios confesados por la cúpula desmovilizadas, poco se sabía de ‘Santrich’ desde finales del año pasado.

El lunes la opinión pública volvió a saber de él. Ese día circuló en redes sociales un nuevo video suyo, en el que manifestó "memento mori, Duque. A todo Procusto le llega su deseo, es decir que a todo marrano gordo le llega su diciembre. Nos vemos". La expresión latina “memento mori” significa “recuerda que morirás”. Esta amenaza de muerte recibió el rechazo general.

Mientras que el presidente Duque expresó que "no temo a amenazas de delincuentes", en tanto que todo el país político, de izquierda a derecha, rechazó la afirmación de un guerrillero que en pocos años pasó de ser un negociador de paz a un guerrerista radicalizado.