Lo que está en juego | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Febrero de 2022

Estamos a pocas semanas de un proceso electoral muy significativo para la viabilidad del país. Es importante entender lo que está en juego para dimensionar la importancia de nuestra decisión.

En estas elecciones no solo se dilucida el normal juego democrático de fuerzas mayoritarias y minoritarias en el Congreso durante cuatro años, sino que se decide cuáles serán las fuerzas que enfrentarán un lenguaje populista que busca movilizar frustraciones, para luego desde el gobierno desmantelar los mecanismos democráticos y apelar a remedos de éstos, en donde se manipulan decisiones populares a través de subsidios y prebendas repartidas desde el Estado, tal y como lo vemos a diario en varios países del continente en donde generan inestabilidad, propician inseguridad jurídica y desestimulan al sector privado, lo cual termina traduciéndose en pobreza, desempleo, hambre y desesperanza, frustración y rabia.

En Honduras la recién posesionada presidenta, Xiomara Castro, propone convocar una Asamblea Nacional Constituyente para barajar toda la institucionalidad con propuestas como la eliminación del cobro de peajes en todo el país, obligando, seguramente, a mantener las carreteras con recursos que se podían destinar a temas sociales o simplemente dejando de mantenerlas para que se deterioren en poco tiempo. En Chile, el electo Gabriel Boric propone nuevos impuestos para las empresas, aumentar sustancialmente los cobros a las mineras y eliminar a los bancos como fuente de financiamiento del sistema educativo. En Perú, Pedro Castillo ha espantado la inversión extranjera con su propuesta de reescribir la Constitución y aumentar los impuestos a las empresas. En México, López Obrador genera incertidumbre con sus propuestas amarradas a su inestabilidad emocional, en donde un día propone rifar el avión presidencial y otro nacionalizar industrian enteras, cuando no es que pelea con la inversión española hasta que le pidan perdón por lo abusos durante la conquista. Estos son apenas los mandatarios recién llegados, para no hablar de Maduro, los Kirchner y Evo Morales.

Colombia está llena de problemas, pero ha avanzado en muchos aspectos y tiene un sector privado sólido, creativo y con vocación de crecimiento. No es el momento de discursos insostenibles que prometen mucho porque no piensan cumplir nada, pues, como bien decían nuestros mayores, no hay nadie que prometa más como el que no piensa cumplir.

En medio de tantos países vecinos en problemas e incertidumbres, nosotros debemos mandar un mensaje de tranquilidad y certidumbre. No podemos espantar la inversión, no podemos hacer que nuestros exiguos recursos públicos se desvíen en sueños irresponsables, no podemos permitir que esa democracia que hemos defendido con tanto esfuerzo de terroristas y narcos, sea desmantelada por individuos que no creen en la democracia y que viven diciendo que ella no existe. Dicen que no existe para poder desbaratarla sin cargo de conciencia. Cada empresa que se va de un país deja un rastro de desempleo, inviabilidad, pobreza y frustración.

En las próximas elecciones hay que mandar un mensaje claro de que queremos seguir viviendo en democracia, que queremos seguir teniendo alternancia del poder, que queremos que el ejército no sea debilitado, que creemos en la propiedad privada y que pensamos que la economía la debe dirigir el mercado y no un grupo de burócratas en un escritorio señalando a qué amigote le dan que prebenda y a cuál enemigo no dan ninguna posibilidad de progreso. Eso es lo que está en juego y no podemos ser inferiores al desafío que nos plantea el momento. Colombia necesita que acertemos.