Realpolitk versus transfuguismo | El Nuevo Siglo
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Domingo, 23 de Febrero de 2020
Redacción Política
Aunque algunos sectores partidistas consideran viable abrir la puerta al trasteo de toldas y hacen cuentas alegres, el escenario político no da para avanzar en esa dirección y menos a un año de inicio de la precampaña para 2022

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A tres semanas de que se reanuden las sesiones parlamentarias las alertas están prendidas en varios partidos frente a la posibilidad de que se abra la discusión formal sobre el transfuguismo político.

Si bien es cierto que los impulsores de la iniciativa sostienen que abrir una ventana para el trasteo de toldas partidistas sin sanción ni la necesidad de renunciar a curules, como tampoco de esperar un año para poder postularse a cargos de elección popular a nombre de otras colectividades, solo se viabilizaría en el marco de una reforma política estructural, en los corrillos parlamentarios se afirma que el debate a este asunto puntual podría adelantarse por separado y así tendría, incluso, más chance de avanzar.

EL NUEVO SIGLO habló con experimentados senadores y Representantes a la Cámara sobre cómo ven esta discusión y si hay panorama político para que se apruebe. Al final de cuentas se encontraron elementos a favor y en contra.

Por ejemplo, es claro que hay interés de congresistas de varios partidos en irse para otras toldas en el corto plazo, sobre todo después del mapa político dejado por los comicios regionales y locales de octubre pasado, así como por las fracturas en varios partidos, tanto las que han trascendido al país político como aquellos pulsos internos menos visibles pero que se han venido acrecentando. Es más, este tema se venía contemplando desde el año pasado pero solo ahora se planteó públicamente.

En segundo lugar, es evidente que pasado ya año y medio del periodo legislativo y del mandato presidencial, se empieza a agotar el tiempo para plantear una reforma útil sobre una amnistía temporal o permanente al transfuguismo ¿Por qué? Sencillo: en el primer semestre de 2021 empezarán a correr las inhabilidades de un año de cara a los comicios parlamentarios de marzo de 2022 e incluso hacia las presidenciales de mayo y junio siguientes.

“Debe hacerse ahora que el escenario electoral está en baja intensidad, porque ya el próximo año los que hoy están de acuerdo pueden cambiar de parecer según se empiecen a mover las fichas en el escenario de la precampaña  parlamentaria y presidencial”, le dijo a este Diario un senador conservador.

¿Dos reformas?

Ahora vienen los peros. Es evidente que las reformas pensional, laboral y de justicia apuntan a tener prelación sobre la política. Esto por dos elementos básicos. De un lado, porque las tres primera son más urgentes e incluso ya tienen borradores avanzados con miras a ser radicadas, alguna de ellas, a partir de marzo próximo. Y, de otra parte, porque mientras la Registraduría, el Consejo Nacional Electoral y el Consejo de Estado son partidarios de avanzar una reforma política estrictamente procedimental en lo electoral, los partidos y el propio Gobierno estarían pensando -según el mandato que le dio el presidente Duque a la nueva ministra del Interior, Alicia Arango- en una reingeniería estructural al sistema político, que incluya desde anular el voto preferente hasta cambiar las circunscripciones para Senado y Cámara, entre otros aspectos de fondo.

“Dos reformas políticas por aparte no tendrían futuro en el Congreso y menos si a alguna de ellas se le cuelga el ‘bacalao’ del trasteo partidista”, precisó un Representante a la Cámara del uribismo.

De aquello, nada…

Más allá de todo lo anterior, existe un cuarto aspecto que debe tenerse en cuenta en torno a si hay viabilidad política para tramitar una reforma que abra la puerta al transfuguismo.

“… Hay que aterrizar este tema en la realidad política: en el Centro Democrático no hay mayor apoyo a esta reforma e incluso hay quienes piensan que el uribismo podría salir damnificado si se abre la puerta al trasteo automático de partido sin sanciones, renuncias ni inhabilidades sobrevinientes… Tampoco veo a la Casa de Nariño alineándose con una propuesta que tiene origen en los liberales, que hoy son una bancada independiente, como en la franja más rebelde de La U, que quiere marcarle distancia y presionar al Gobierno, una sensación agravada a partir del inconformismo por la designación de (Ángel Custodio) Cabrera en Mintrabajo… Cambio Radical tiene una división interna y no veo a Vargas Lleras apoyando una norma que escindiría a su partido… Y los conservadores es muy posible que se alineen con lo que determine el presidente Duque, pese a que en ese partido hay quienes creen que podrían volver a las toldas azules algunos de los que partieron para La U y el uribismo”, precisó otro senador en charla off the record con un periodista de EL NUEVO SIGLO.

Según la misma fuente, hay otra circunstancia a tener en cuenta aquí: “… Lo que pasó en los comicios de octubre pasado, cuando verdes e independientes se adueñaron de gobernaciones y alcaldías de primer nivel. Eso acrecienta la posibilidad, no sin cierto tufillo de oportunismo, de que algunos congresistas y dirigentes de los partidos más tradicionales o de ‘establecimiento’ quieran acomodarse en esos sectores emergentes… Por eso no es que no veo a partidos como el uribismo, conservadores, Cambio y La U apoyando una iniciativa que podría abrirles semejante boquete a menos de dos años de las urnas”.

Como se ve, una cosa es que el debate sobre el transfuguismo se haya puesto sobre la mesa y que existan algunos parlamentarios que estén a favor de flexibilizar el trasteo partidista. Sin embargo, la realpolitik lo que indica es que esa propuesta, según el escenario descrito, está metida en un laberinto sin salida.