La realidad del coronavirus | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Febrero de 2020

· Pico epidémico sigue pero no es apocalíptico

· Mundo se confirma como aldea global sanitaria

 

La desinformación es uno de los elementos más difíciles de manejar cuando se trata de epidemias sanitarias. En una sociedad en donde la comunicación y el tráfico de contenidos se hacen en línea y una persona en cualquier lugar del mundo puede acceder a estos en cuestión de segundos, sin tiempo ni herramientas para verificar su nivel de veracidad y la seriedad de la fuente emisora, es imperativo esforzarse porque la población esté enterada lo más posible de las realidades objetivas de las emergencias y no se deje llevar por versiones ficticias, que muchas veces solo generan pánico colectivo y se tornan en un obstáculo para los planes de choque de las autoridades en materia de salud.

Esto último es, precisamente, lo que está pasando hoy en el mundo, en donde se extiende exponencialmente el temor por el aumento de las muertes y del número de contagiados por el virus “2019-nCoV”, más conocido como el “coronavirus”. Las estadísticas oficiales de la potencia asiática señalan que el virus ya ha causado más de 900 muertes en ese país, en tanto que el número de contagiados está por encima de las 40 mil personas. Así las cosas, esta epidemia ya supera los efectos del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), que dejó 774 muertos a nivel global tras surgir, también en Asia, entre 2002 y 2003.

Sin embargo, en medio del maremagno de versiones que circulan en todo el planeta ya se pueden extrapolar algunas conclusiones. Por ejemplo, si bien es cierto que todavía no existe una vacuna potencialmente efectiva, avalada por las autoridades sanitarias chinas ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los estudios epidemiológicos señalan que la progresión de la epidemia podría ir rumbo a “estabilizarse”. Es decir, que si bien seguirá la curva de contagio, no se prevé que se convierta en una pandemia en el inmediato futuro.

En segundo lugar, las autoridades sanitarias asiáticas y mundiales han sido claras en señalar que hay una gran cantidad de personas que han estado en contacto directo con pacientes contagiados pero no han desarrollado cuadros clínicos críticos ni mortales. Incluso se han documentado científicamente un volumen muy positivo de casos en donde las personas enfermas han logrado recuperarse con base en tratamientos médicos, entre estandarizados para otros virus parecidos o incluso experimentales. Ahora, eso sí, lo anterior no significa que las medidas de prevención sanitarias deban desmontarse. Por el contrario, lo que ha evitado que la curva de contagio creciera de forma más rápida ha sido, precisamente, que tanto en China como en otros países los protocolos para el manejo del pico epidemiológico se activaron rápidamente, incluso para el manejo de los nacionales de muchos países que estaban en la potencia asiática y empiezan a ser repatriados bajo estrictas medidas de vigilancia y cuarentena.

En tercer lugar, como consecuencia de lo anterior, si bien hay más de 320 casos confirmados del virus en una treintena de países, el número continúa siendo muy bajo y la cadena de contagio apunta en el 99,9 por ciento al foco chino. No hay, científicamente comprobado, ningún reporte de un paciente contagiado por una cepa local y eso es clave. De igual manera, solo hay dos decesos (Hong Kong y Filipinas) por el “2019-nCoV” en naciones distintas a China.

Como cuarto punto debe señalarse que sí bien hay un coletazo económico a nivel mundial por efectos del coronavirus, es muy temprano para cuantificar su monto, extensión y posible duración, ya que en los cálculos que se están haciendo se están mezclando otros elementos adicionales al temor por esta emergencia sanitaria o las simples medidas preventivas, como la suspensión de vuelos y eventos en la esfera asiática.

Así las cosas, por el momento la realidad de esta epidemia es la advertida por la OMS en el sentido de que el número de casos de contaminación diaria en China se ha estabilizado, pero es demasiado pronto para afirmar que la epidemia se empezó a superar o llegó ya a su punto culminante. De allí que algunos gobiernos continuaban  ayer declarando estados de alerta máxima, en tanto que presidentes como Donald Trump, de Estados Unidos, preveían que la circulación del virus declinaría cuando llegue, en abril, el invierno boreal, debido a las altas temperaturas.

Como se ve, la epidemia continúa pero, por el momento, no hay riesgo de una pandemia como tampoco caben las predicciones apocalípticas que circulan en internet. No existe vacuna por el momento pero el contagio se ha comprobado no es ineludiblemente fatal. La emergencia está siendo enfrentada con los protocolos más estrictos bajo el concepto de que el mundo es, ahora más que nunca, una aldea global sanitaria. Una realidad de la que ya es imposible abstraerse.