Voy Por Ti Bogotá | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Febrero de 2019

La forma de hacer política en Colombia la tenemos que cambiar. Y hablo de nosotros (los de a pie) lo que hemos observado por décadas como los mismos con las mismas hacen y deshacen con los recursos que el pueblo. Los mismos apellidos, el nieto de, el hijo de y el hermano de... A Bogotá se la han repartido los grupos familiares dedicados a vivir de la política y del presupuesto de la ciudad pero que muy poco se han ocupado de las necesidades básicas de la capital. 

Un ejemplo son las entradas y salidas de la ciudad que son un desastre. La de Cota, la de la autopista sur, la de la calle 80 al occidente, la autopista norte, la salida vía Choachí, son solo el ejemplo de lo básico que debería tener Bogotá en vía de acceso y planeación. Vemos la corrupción como un asunto lejano y etéreo, pero no logramos captar la dimensión del daño que nos hace en nuestras vidas cotidianas. El niño en el hospital que no recibe las medicinas que necesita, las mamás que suplican por buena calidad en la educación de sus pequeños, los servicios eternos en la Secretaría de Transporte de la ciudad que deberían ser en línea, la ambulancia que no llega a tiempo, la escasa gestión efectiva de la policía en las ollas de tráfico de drogas, los parques de la ciudad descuidados, el motociclista que pierde la vida por un hueco que trata de esquivar, el servicio de transporte público ineficiente e incómodo, el aire contaminado que nos está matando a punta de Acpm y un largo etcétera mientras pagamos y pagamos impuestos.

No es cuestión de simplificar la corrupción en la derecha o izquierda. Es cuestión de falta de ética en los gobiernos, porque la ética debería ser el eje rector del gobernante para que gestione el bien público por encima de sus cálculos personales. 

Bogotá se volvió un botín político. Unos dicen que la izquierda está a dos millones de votos de ganar la Presidencia en el 2022 y por eso tiene que ganar estas elecciones, y lo mismo dice la derecha que quiere mantenerse en el poder. La pregunta es ¿y entre tanta política, dónde queda el bien-estar de la gente? La verdad es que poco o nada les importa a los políticos.

Hoy comienzo a recoger firmas del movimiento independiente de ciudadanos Voy por Ti Bogotá, para competir por la Alcaldía de Bogotá. Colombia fue testigo de que no me dejé torcer cuando enfrenté a los políticos de las más altas esferas para defender la entidad que dirigía. Es que la batalla contra la corrupción se hace de frente en lugar de hacerla con discursos. Sé que contaré con la firma de más de cincuenta mil personas que creen que la corrupción hay que erradicarla y luego conseguiré un millón de votos que me convertirán en la primera mujer elegida como Alcalde de la ciudad con el sello de garantía anti-corrupción que la gente está pidiendo a gritos.