El efecto Trump | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Febrero de 2019

Básicamente, las grandes potencias del sistema internacional tienen tres modos de comportarse ante un conflicto en el que se relacionen autoritarismo y democracia, como en Venezuela.
El primero, es el del apoyo decidido y cómplice con la dictadura.
Esa es la actitud adoptada por Rusia, China e Irán.
Durante años, estos países se han desempeñado como los verdaderos bastiones del régimen dictatorial.
Han otorgado ayudas, se han apropiado de recursos escasos, han suministrado armamento, han prestado asistencia y han inmunizado al régimen en el Consejo de Seguridad de la Onu liberándolo de sanciones de fondo.
De hecho, Rusia ha soñado con reproducir escenarios de influencia como los que alcanzó a elaborar Moscú durante la Guerra Fría, valiéndose, esta vez, de la troika formada, por La Habana - Managua - Caracas.
El segundo modo de comportarse es el de la dilatación ambigua.
Consiste en que los actores involucrados barajan tal cantidad de intereses contradictorios al mismo tiempo que les resulta conveniente prolongar el status quo, darle largas al asunto, no tomar partido y tratar de solucionar los problemas de manera tan blanda como imprecisa, con lo cual, terminan favoreciendo al régimen autoritario que encuentra en tan tremulentas maneras el clima perfecto para aferrarse indefinidamente al poder.
Esa es la actitud adoptada por la Unión Europea en su conjunto.
Individualmente considerado, un gobierno como el de España, por ejemplo, se enfrascó en un tímido ultimátum de ocho días (verdadera pieza de antología) que terminó arrastrándolo a una postura colectiva, igualmente intangible y dilatadora.
En efecto, el Grupo de Contacto gestionado por la Alta Representante y apoyado, como es apenas obvio, por los Estados simpatizantes de la dictadura en la región, esto es, México y Uruguay, se ha convertido en un verdadero balón de oxígeno para Nicolás Maduro que, así, podría arreglárselas para seguir engatusando a unos gobiernos que ya han reconocido a Guaidó pero que... ¡siguen confiando en la probidad electoral y la buena voluntad del dictador!
Por último, el tercer modo con el que suelen comportarse las grandes potencias en estos casos es el de la acción mancomunada contra la tiranía.
Esa es la conducta que han seguido los aliados hemisféricos (más allá del Grupo de Lima), es decir, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile, Canadá y Colombia, para mencionar solo algunos.
Sobre la base de que ya se agotó el tiempo de la dilación y del diálogo complaciente, estos países han desconocido al detentador del poder, le han aplicado sanciones a la cúpula, han bloqueado las cuentas en las que se basaba la corrupción, han reconocido al presidente Guaidó, han abierto ya la transición a la democracia y están proveyendo la ayuda humanitaria de rigor bajo el principio de la responsabilidad de proteger.
En definitiva, un contundente catálogo transformador del conflicto que, apoyado en una oposición interna cohesiva y activa, no descarta ninguna opción disponible, sobre todo, si se tiene en cuenta la conducta, impredecible, pero, en todo caso, racional, del alto mando militar.