Dependiendo del futuro de la obra, esta será un gran logro que mostrar o el principal fracaso de una gestión, dicen analistas

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La emergencia ambiental que vive el país por cuenta de los problemas estructurales que afectan el proyecto de Hidroituango, en Antioquia, comenzó ya a pasar factura.

En los últimos días varios de los dirigentes paisas que en su momento tuvieron que ver con esta megaobra de ingeniería, la más ambiciosa en el país por la magnitud de su aporte al sistema interconectado nacional –cerca del 16%– empezaron a justificar sus actuaciones.

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De hecho, el tema ya había sido uno de los caballitos de batalla en la pasada campaña presidencial, cuando el entonces candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro, trató de sacar réditos políticos en la primera vuelta frente a sus principales contrincantes: Sergio Fajardo, de la Coalición Colombia –Compromiso Ciudadano, Partido Verde y Polo Democrático– e Iván Duque Márquez, del Centro Democrático.

En ese momento, como ahora, desde distintos flancos los generadores de opinión les han pedido a los precandidatos a la Alcaldía de Medellín y a la Gobernación de Antioquia, que no politicen la crisis ambiental de la hidroeléctrica, pues más que una elección lo que está en juego es la vida de miles de habitantes de los pueblos ribereños del río Cauca y la suerte del sistema interconectado nacional, pues sin ese megaproyecto en operación el país podría entrar en menos de una década en una nueva etapa de racionamiento eléctrico.

En los últimos días, por ejemplo, han roto su silencio varios de los dirigentes antioqueños que han tenido que ver con el proyecto y quienes coincidencialmente han dicho lo mismo: “Asumo mi responsabilidad”.

El expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, quien desde la Presidencia de la República le dio un especial impulso al proyecto de Hidroituango, culpó de la situación al entonces alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria (liberal) por haber hecho uso de la cláusula aceleratoria, una figura que le permite al proyecto obtener algunos beneficios del Gobierno nacional.

Gaviria, a su turno, señaló de la crisis a Empresas Pública de Medellín, EPM, operador del proyecto hidroeléctrico, y explicó que si echó mano de la cláusula aceleratoria fue “con base en informes técnicos”, pero pidió esperar el resultado de las investigaciones.

Hoy Gaviria es uno de los precandidatos a la Gobernación de Antioquia mejor ubicados en el partidor para las elecciones regionales de octubre, incluso por encima que otros de sus émulos, el también exgobernador y exalcalde de Medellín, Luis Alfredo Ramos Botero.

Justamente Ramos, uno de los principales alfiles del uribismo en Antioquia y cuyo hijo, Alfredo Ramos Maya, es candidato a la Alcaldía de Medellín, también dijo recientemente que “asume su responsabilidad” si es que en algo le corresponde, pero explicó que “Hidroituango es un sueño de los antioqueños desde hace 50 años”.

Ramos, no obstante, sostuvo que la obra comenzó a iniciarse en 2009 cuando se consiguió la licencia ambiental, pero advirtió que la crisis actual se gestó entre 2016 y 2017 –es decir con las administraciones actuales del departamento y la capital paisa– por el colapso del primer túnel.

Por su lado, el expresidenciable Fajardo Valderrama recordó durante la campaña de 2018 que la megaobra no se adjudicó cuando él ocupaba la Gobernación de Antioquia (2012-2015) sino que recibió ya un contrato firmado y en ejecución donde la Gobernación es dueña del 53%, EPM del 46% y el resto son inversionistas privados.

Tema no debe ser politizado

Frente a la crisis del ambicioso proyecto y sus repercusiones en los comicios regionales de octubre, los analistas políticos consideran que el tema es tan grave en lo económico, social, ambiental y humanitario que debería ser ajeno a la contienda electoral. Pero reconocen que en un país como Colombia es difícil desligar una cosa de la otra.

En ese sentido, el exministro del Interior y catedrático Armando Estrada Villa dice que es muy prematuro para hacer, primero, ‘futurología’ con los efectos que pueda tener esta crisis y, segundo, con señalar posibles responsables.

Estrada prefiere esperar a que se pronuncien los organismos de control con las investigaciones que ya están en marcha.

“Lo peor que le puede pasar al país es que esta tragedia se politice: aparecerían acusaciones  sin fundamento, presunciones de mala fe, señalamientos, etc. Cuando la gente busca votos acude a todos los mecanismos posibles para aprovechar electoralmente una crisis como esta”, dijo.

Para Estrada Vélez, uno de los analistas más respetados del país y de Antioquia, dependiendo de la suerte del proyecto, va a beneficiar a algunos y perjudicar a otros.

“Si el proyecto se salva, que es lo que esperamos todos los colombianos por el  bien del país, se van a ver beneficiados partidos como el Liberal o el Centro Democrático, incluso el Conservador, que son los que más incidencia han tenido en esta hidroléctrica, porque van a sacar pecho y la van a mostrar como una gran realización. De lo contrario, el tema será aprovechado por los candidatos alternativos, independientes y de izquierda, justamente con un discurso en sentido totalmente contrario”, afirma el exministro.

Mientras tanto, el catedrático Ancízar Marroquín, del Centro de Altos Estudios de Administración Pública, dice que proyectos de largo alentó como esta megaobra pasa por muchas administraciones municipales y regionales.

Al igual que Estrada Villa, el profesor Marroquín advierte que el tema “debería dejarse a un lado”, pero admite que no será así.

“Por el contrario, ese va a ser el principal tema de campaña y de los debates para las elecciones de Medellín y Antioquia”, precisó, agregando que comparte la tesis de que, dependiendo del futuro de la obra, “se verán los ganadores y perdedores”.

Lo único cierto, concluye Marroquín, es que por cuenta de Hidroituango, hoy la dirigencia antioqueña tiene que mostrar qué tanto se ha equivocado, si ha acertado en sus decisiones, y sobre todo, si en realidad ha tenido visión de futuro”.