El ballet, poesía en movimiento | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Febrero de 2019

El ballet es una de las artes más exigentes para el cuerpo humano, quizá por eso es también una de las que más lo sublima y embellece. La figura de un bailarín o una bailarina deslumbra, sus movimientos nos llevan al límite de lo perfecto. Por esa razón dar a un niño o niña la posibilidad de aprender y conquistar esta danza es abrirle las puertas a una experiencia incomparable.

Desde el 2009 es ese, precisamente, el propósito de El Ballet Metropolitano de Medellín, bajo la atenta y amorosa mirada de una persona formada en este arte, Ana Beatriz Gutiérrez, y sus entusiastas colaboradores.

Esta organización tiene como meta ofrecer a los niños de pocos recursos de las comunas de la capital antioqueña la posibilidad de aprender a bailar ballet, contando con las técnicas más avanzadas posibles, creando en ellos una importante seriedad de propósito desde el comienzo de su aprendizaje. El entrenamiento como bailarines ha ayudado a los niños y adolescentes que han pasado por El Ballet Metropolitano, a superar las duras condiciones de pobreza y violencia vividas.

Emociona oír a Ana Beatriz hablar de algunos de sus más exitosos alumnos, como el bailarín David Rodríguez Muñoz, hoy parte del Ballet de Hamburgo, y Juliet Buitrago, quien entró a la academia a los 7 años, proveniente de la comuna Guayabal, y hoy ejerce como apreciada profesora. Estos solo dos de más, muchos más, dice Beatriz orgullosa.

Por estos días, en Colombia, han sucedido dos importantes eventos relacionados con el ballet. La nominación del documental “El vuelo del cuerpo”, en el Festival de Cine de Danza de Utah, en la categoría de mejor documental. Es un triunfo y gran homenaje para su director Andrés Arias García y las notables compañías de danza profesional colombianas destacadas en el documental, entre ellas: las antioqueñas, Ballet Folclórico de Antioquia, Sonkofa y la Serie ‘Danza y Concierto’, de Medellín, la Compañía del Cuerpo de Indias, de Cartagena, Le Explose, de Bogotá y el Icoballet, de Cali.

Sobra decir que esta competencia, que atrae a competidores de todo el mundo, será vista por miles de personas en el Centro de Arte de Utah. ¡Qué bella carta de presentación para Colombia!

El inolvidable Rudolf Nureyev nos llegó al país este mes, vía los teatros de Cine Colombia. Fue difícil conseguir boletas, algo que demuestra el gran interés que despierta este arte en el Colombia y el conocimiento que muchos compatriotas tienen sobre el tema.

“Nureyev, libertad, revolución, danza” es un elegante documental que nos permite conocer a un Nureyev muy humano en su vida íntima, y muy “sobrehumano” en su vida artística, en su interpretación de la danza, deslumbrante, perfecta, hasta extremos inverosímiles.

Sus gestos, su hermosa e intrigante sonrisa, su manera de moverse dentro y fuera de las tablas, cautivan y enamoran, sí, verdaderamente enamoran. El auditorio participa con verdadera emoción de cada evento que nos cuenta el documental, muchos de ellos antes poco conocidos.

Comprendemos por qué Nureyev, al igual que el legendario Vaslav Nijisky, ambos formados en la compañía de Ballet del teatro Mariinsky, de Moscú, serán siempre recordados como los más grandes bailarines del siglo XX; Nijisky en las dos primeras décadas y Nureyev a partir de los sesenta. Cómo negarlo, el ballet es poesía en movimiento.