60 años de la Luis Ángel Arango | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Febrero de 2018
  • La inacabable magia de los libros
  • Cultura al servicio de los colombianos

 

Se cumplen seis décadas de funcionamiento de la Biblioteca Luis Ángel Arango, situada en el corazón de Bogotá y en el emblemático barrio de La Candelaria. Gracias a los más de tres millones de títulos y ejemplares que alberga, así como a la riqueza de sus diversas colecciones especializadas y los fondos de ediciones raras, entre otros, el país cuenta con un tesoro cultural inigualable que ha permitido a millones de colombianos y extranjeros acceder a un mundo de conocimiento nacional y universal sin precedentes. La Biblioteca inició con algunos textos de economía, los ejemplares del Diario Oficial, las minutas del Banco de la República y otros valiosos escritos que se fueron sumando poco a poco. Tras ese primer acumulado de ejemplares, que marcaba ya la ruta de un verdadero tesoro editorial, los directivos del Emisor consideraron que el compendio debía ser compartido con todos los colombianos de manera libre y gratuita. Fue ello lo que dio origen a la biblioteca, abierta al público con el nombre de Luis Ángel Arango, el culto y visionario dirigente financiero que presidió el Banco a mediados del siglo pasado y se ocupó de promover desde la institución los diversos ámbitos de la cultura.

Casi todos los libros que se han impreso de autores colombianos se encuentran allí, a la espera de lectores. Por eso “la Luis Ángel”, como se le llama popularmente, es un símbolo de la pretensión que se le atribuye a la Bogotá de fines del siglo XIX de ser una suerte de “Atenas suramericana”, por ser cuna del amor al conocimiento, el cultivo de la palabra y el desarrollo artístico en todos sus ámbitos. La vigencia de esta clase de bibliotecas ratifica que, más allá de todos los avances tecnológicos, el libro continúa teniendo una magia y una trascendencia que está ligada al espíritu de cada época y que parece mutar en la medida en que lo leen una y otra vez. En cada lectura se encuentra una nueva interpretación, un desafío del saber que invita a la reflexión y la creatividad.

Álvaro Gómez coincidía con Jorge Luis Borges en comentar que concebían el cielo, su cielo, como una gran biblioteca. Borges recuerda que en la obra de “César y cleopatra”, de George Bernard Shaw, cuando se habla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memoria de la humanidad. Y también de la imaginación. Esa combinación determina que las diversas disciplinas intelectuales y profesionales que derivan en la cultura, apelen el libro como el mejor testimonio de una época. Al tiempo se da la llamada paradoja de San Anselmo, quien proclamaba que un libro en manos de un ignorante es tan peligroso como una espada. Al contrario, en famosa carta de Alejandro Magno -quien a propósito dormía con un ejemplar de “La Ilíada” y la espada bajo la almohada- a su famoso maestro Aristóteles, el primero se quejaba por cuanto el segundo publicó en un libro sus lecciones de política, que era un tema exclusivo, hasta entonces, de las lecciones privadas para la formación de los príncipes y nobles. Aristóteles le contestó que, de todas maneras, el texto no lo entenderían sino los iniciados en sus enseñanzas. Una directriz que se aplica a otros escritos que requieren un mínimo de formación e interés para entenderlos. De allí que los expertos y bibliófilos consideren que algunos libros en cierta forma esperan el lector que perciba su mensaje. En la Biblia, por ejemplo, millones de seres a lo largo de los siglos han encontrado la divina inspiración para superar los abismos y retos de su existencia. Una frase o un versículo suelen cambiar sus vidas. De allí que este texto sea considerado como el libro de libros por excelencia, junto al Corán.

En “El Capital” Carlos Marx despliega su erudición forjada en gran parte en la Biblioteca de Londres y  no en vano su diatriba contra el capitalismo inspiró a la izquierda como un libro sagrado, que incluso llevó a guerras. Al derrumbarse la Unión Soviética aparecen nuevos intérpretes del marxismo que se declaran seguidores del modelo del llamado “socialismo del siglo XXI”, doctrina que recoge casi todos los disparates del socialismo decimonónico que ha llevado al descalabro a Venezuela y otros países.

Como se ve, la magia del libro es un mundo inagotable. Y de allí la importancia de la riqueza, conocimientos y sorpresas que les esperan a los lectores que se sumerjan en los más de tres millones de títulos y ejemplares de la Luis Ángel Arango, convertida también en un centro cultural y artístico del más alto nivel. Un acumulado intelectual de 60 años que sigue sorprendiendo.