Poetas centenarias | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Febrero de 2023

La Academia Colombiana de la Lengua, con 152 años de existencia, siendo la decana de las academias hispanoamericanas, ha decidido realizar un homenaje a dos grandes poetas que han llegado al siglo de vida: Dora Echevarría de Castellanos (Dora Castellanos), nacida en 1924 y, María Vieira White (Maruja Vieira, seudónimo que le impuso Pablo Neruda), nacida en 1922.

Esas dos egregias académicas, se unen en la noche de los siglos a la más destacada mujer en la historia literaria de Colombia ha sido la tunjana Sor Francisca Josefa de la Concepción Castillo y Guevara, Toledo Niño y Rojas, conocida como la Madre Castillo, quien vivió de 1671 a 1742 y fue la gran exponente del barroco neogranadino.

Con su poesía sensual perdurable y romántica, Dora Castellanos publicó su primer libro de poesía titulado Clamor, hace 75 años, en 1948, el año que marcó “El Bogotazo”. Desde 1978, hace ya 45 años, la Academia le abrió sus puertas y, hoy en día ostenta la dignidad de académica honoraria, pues sus obras, numerosísimas, han sido referentes de la poesía colombiana del siglo XX y, además, traducidas a diferentes idiomas, donde su seudónimo “Angélica”, también es muy conocido, como cuando se tradujeron “Aroma de ciruelos” al mandarín e “Hiroshima, amor mío”, al japonés.

Uno de sus poemas en una placa de mármol a la entrada de uno principales cementerios del norte de Bogotá, "oscuro mediodía" del libro con luz de tus estrellas, homenaje a Venezuela, que le mereció ser Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Venezolana de la Lengua, habiendo trabajado por trece años como Agregada Cultural de la Embajada de Colombia en ese país y, ocho años como jefe de Relaciones Públicas de Telecom.

Sobre ella escribió Guzmán Esponda: “Ella no solamente ha sabido manejar tan diestramente las palabras, sino embellecerlas y acariciarlas en sus poemas y hacerlas fluir en su voz; cuando desgrana casi confidencialmente, sin teatralidad alguna, con la cadencia aterciopelada del habla de nuestras mujeres”. Obtuvo el premio Germán Saldarriaga del Valle de la Corporación de Fomento Cívico y Cultural y en 1998 fue condecorada con la Gran Orden del Ministerio de Cultura.

Por su parte, doña Maruja Vieira, nacida en Manizales, comenzó a trabajar en Bogotá a los diecinueve años como secretaria de la Texas Petroleum Company; luego, en J. Glotmann, como Jefe de e Publicidad y Relaciones Públicas, pasando luego a la Radiodifusora Nacional de Colombia,  que la contrató para emitir desde Venezuela programas culturales entre 1950 y 1953, años en los cuales colaboró en El Nacional, El Universal y El Heraldo de Caracas; desde 1955 trabajó en la Universidad del Cauca, en Popayán y después en Cali, como secretaria de la KLM Real Holandesa de Aviación. En esa ciudad conoció a José María Vivas Balcázar, quien fue su esposo y padre póstumo de su hija Ana Mercedes.

Su carrera laboral incluye un amplio ramillete de empresas, así como de premios y condecoraciones, la más reciente, de 2005, es la Orden Gabriela Mistral, del gobierno de Chile.