Entre ruido de campaña y problemas de inflación y desempleo | El Nuevo Siglo
GUSTAVO PETRO, Óscar Iván Zuluaga y Alejandro Char estuvieron esta semana en el centro de la polémica por distintos hechos.
Fotomontaje El Nuevo Siglo
Sábado, 12 de Febrero de 2022
Redacción Política

Parecería que una es la pista en que avanza la campaña presidencial y otra en la que se desenvuelve el país. Mientras se recrudece la polarización, los ataques entre los candidatos y se usa un lenguaje desmedido, al mismo tiempo el Banco de la República anuncia, por ejemplo, que no habrá como bajar el desempleo a un dígito este año.

En efecto, la dicotomía entre unas y otras circunstancias, es decir, entre el desarrollo de la campaña, con base en las redes sociales y en llamar la atención de todos los modos posibles, no ha permitido concentrarse en los aspectos programáticos.

Expertos consultados por el NUEVO SIGLO afirman que esto puede conducir a una mayor abstención, puesto que, aunque los candidatos tratan de llegar a un electorado escéptico, la manera como se está llevando a cabo el proselitismo puede derivar en una prevención electoral superior a la que ya se tenía.

Ciertamente, todos los sondeos publicados en las últimas semanas señalan que hay una proporción considerable de los electores que, ante las diferentes opciones que se le presentan en las encuestas, votan en blanco, prefieren otras posibilidades no registradas, o no saben ni contestan. Esto indica que todavía existe un grado importante de escepticismo en los beneficios de acercarse a la campaña en curso, sin contar con la opinión de los que definitivamente no van a votar, y asimismo es muestra de que, por lo pronto, las alternativas de constante exposición no son lo suficientemente atractivas para generar una dinámica democrática de mayor nivel.

Preocupaciones de fondo

Por otra parte, es claro que, sumados los diferentes ítems de más preocupación de los colombianos, en los sondeos, la inquietud principal radica en la economía y sus derivaciones, como el desempleo, o los temas sociales atinentes, al igual que la financiación de la salud y de la educación. Así las cosas, sostienen al menos tres fuentes consultadas por este periódico, si el ruido que actualmente suscita la campaña impide encontrar las respuestas que están buscando los electores a sus realidades más apremiantes y directas, es muy probable que estos terminen de perder el interés en los comicios.

No se trata, pues, solo de las duras vicisitudes que vive un porcentaje considerable de los colombianos, a raíz de la pandemia y sus secuelas económicas y sociales, sino de fenómenos económicos adicionales como la inflación. Que, además, incide cotidianamente sobre el bolsillo de una manera drástica y para muchos incomprensible, inclusive minando de este modo el campo para el proselitismo político, puesto que ningún candidato tiene la fórmula mágica que ipso facto impida el aumento de los precios y el evidente ascenso de la carestía.

Efectivamente, el punto, para la inmensa mayoría, es que el aumento decretado para el salario mínimo y que elevó la escala salarial en sus diferentes variables fue un espejismo, puesto que lo devengado ya no alcanza para comprar lo que antes se lograba con un sueldo menor, en particular, en cuanto a factores decisivos como los alimentos y las comidas fuera de casa o los tradicionales “corrientazos”. Y las promesas al respecto, con todo tipo de formulismos de vieja data a los que están recurriendo no pocos aspirantes para despachar un tema a todas luces complejo como la inflación, parecerían lejos de convencer a un elector de antemano incrédulo.     



Tono accidentado

A esto se suma, igualmente, que el tono de la campaña ha tomado ribetes desconocidos y la competencia de los candidatos por singularizarse a como dé lugar también puede terminar por erosionar el proceso electoral. De hecho, mientras el país se mantenía en una escalada terrorista sin parangón en los tiempos recientes, y, de otra parte, el propio gobierno hacía denuncias sobre la injerencia electoral desde el extranjero, esta semana la campaña demostró el abismo existente entre las graves circunstancias que, en estos aspectos, vive el país y el tablero en que se desenvuelve la justa electoral.

En efecto, mientras en ese lapso se daba el preocupante dato de inflación para enero, se contabilizaban las víctimas de los ataques subversivos y se hacían reuniones de urgencia para intentar aclarar el efecto de la alianza rusa con Venezuela y su impacto sobre Colombia, el candidato de más registro en las encuestas, como Gustavo Petro, aparecía bajo los efectos del licor, dando un discurso en Girardot. Otro, Alejandro Gaviria, hacía gala de sus virtudes de bailarín.

Por su parte, Álex Char se mantenía en una campaña invisible, luego de las denuncias de Aída Merlano (que incluso llevaron a que la Corte Suprema compulse copias para investigar a 19 dirigentes, entre ellos el actual presidente y varios de sus antecesores), mientras la coalición de Equipo por Colombia difería su caso a la justicia y la de Centro Esperanza le pedía renunciar. A ello se añade que el precandidato Camilo Romero le dijo a otro aspirante como Rodolfo Hernández que era un “vago”. 

Francia Márquez sostuvo que la otra precandidata Íngrid Betancourt es una “resentida”. Asimismo, el también aspirante Federico Gutiérrez calificó de “oportunistas” a las coaliciones de Pacto Histórico y Centro Esperanza por apoyar una convocatoria de paro por parte de las centrales obreras para el próximo 3 de marzo. Y, en tanto, el candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, al ser preguntado sobre qué haría si el alcalde de Cali no le hiciera caso como presidente, contestó que lo “mandaría a la m…”.

En medio de ello, asimismo, el Banco de la República emitió un informe de acuerdo con el cual la tasa de desempleo cerraría sobre dos dígitos para 2022: 11,7%. Debería, por supuesto, ser un tema central de la campaña, más tratándose de un reporte proveniente de la máxima autoridad económica del país.

Como bien lo dijo a EL NUEVO SIGLO el experto César Ferrari, profesor de la Universidad Javeriana, hay un número muy elevado de desempleados y un número más elevado de subempleados. “Esto quiere decir, entonces, que casi el 40 por ciento de la población no tiene ningún tipo de ingreso”.

Bajo estas circunstancias, la campaña debería acercarse a este tipo de problemas de gran envergadura puesto que, como dice el experto, “una economía que solamente produce una ocupación para el 60 por ciento de la población, es una economía desde el punto de vista laboral absolutamente insatisfactoria”.