Venezuela y Cuba dependen de su 'peor enemigo': el dólar | El Nuevo Siglo
LA MEGADEVALUACION del Bolívar en Venezuela y del peso cubano ante el dólar es cada día mayor.
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Domingo, 7 de Febrero de 2021
Redacción internacional con AFP

En un absurdo revés histórico, en estos momentos tanto Cuba como Venezuela, los dos países de América Latina que más vehementemente han condenado el imperialismo norteamericano, y que llevan décadas distanciándose del modelo yanqui a través de sus respectivos modelos políticos, hoy están haciendo uso del dólar (en el caso venezolano también del peso colombiano y el real brasileños en zonas fronterizas) a raíz de la severa depreciación de sus respectivas monedas.



En un contexto de recesión, los venezolanos se refugiaron en el dólar pese al control de cambios vigente desde 2003, y en Cuba los problemas de liquidez llevaron a que el gobierno emprendiera a finales de 2019 una dolarización parcial de la economía para poder captar divisas. 

Ahora ambos países enfrentan un mismo problema: en Venezuela avanza a pasos agigantados una dolarización informal, y en Cuba el dólar se está cotizando en el mercado negro al doble de la tasa oficial.

El caso venezolano

Una mujer con un dólar en la mano hace fila para subir al autobús. El chofer cobra y entrega a cambio un fajo de los erosionados billetes de Venezuela, que parecen condenados a extinguirse. La operación se repite una y otra vez. "Nos hemos convertido en casas de cambio", comenta Marcelo Morett mientras conduce su buseta en Caracas.

Ante la dificultad para encontrar efectivo de la escasa moneda local, el bolívar, con billetes disueltos por la hiperinflación y la violenta y constante depreciación, los transportistas pagan alrededor de 30% menos de lo que marcan las cotizaciones oficiales del billete verde.

Los pasajeros reciben por un dólar 1,3 millones de bolívares, que pagan cerca de 10 viajes (150.000 bolívares cada uno).

Si fuesen a los bancos tendrían que hacer largas filas por apenas 400.000 bolívares, el tope que estas instituciones entregan en taquilla, mientras que la gran mayoría de los cajeros electrónicos está fuera de servicio. "Solo da para el pasaje en las camionetas... Es para lo único que alcanza", dice Lisbeth Leal, contadora de 39 años, tras hacer cola en un banco público.

Los conductores, en tanto, encuentran una vía para evitar tener que parar por falta de medios de pago y al mismo tiempo adquieren dólares en condiciones favorables.

El transporte es mayoritariamente privado en Venezuela, con choferes agrupados en cooperativas que funcionan como líneas. Y es, además el único sector que aún utiliza de forma cotidiana bolívares en efectivo.



El billete de más alta denominación, 50.000 bolívares, equivale a apenas tres centavos de dólar en una economía que cumplió siete años consecutivos de recesión. En ese contexto, los venezolanos se refugiaron en el dólar pese al control de cambios vigente desde 2003, flexibilizado en los últimos meses-, así como en el peso colombiano y el real brasileño en zonas fronterizas.

A la vez que avanza esa dolarización informal, que el presidente socialista Nicolás Maduro calificó de "válvula de escape", el comercio se ha visto obligado a usar exclusivamente mecanismos electrónicos para cobros en bolívares, incluso para pequeñas operaciones como comprar una simple barra de pan.

Marcelo teme que tarde o temprano la falta de efectivo haga imposible trabajar al volante de un autobús como ha hecho por tres décadas: "Cada vez que sube la cotización del dólar tienes que dar más bolívares".

El bolívar se ha depreciado un 38,14% solo en lo que va de 2021, después de perder un 95,7% de su valor en 2020.

Maduro, que promueve la "digitalización total" de los pagos en Venezuela, prometió a los transportistas sistemas de tarjetas magnéticas que pasan por un lector para los cobros, pero esa opción está muy lejos de ser masiva. Además, "digitalizar pagos no soluciona nada", explica el economista Jesús Casique.

"El problema de raíz se mantiene: el Banco Central sigue monetizando el déficit (...) y el gobierno en vez de corregir los desequilibrios de la economía, los agudiza".

El actual billete de 50.000 fue lanzado en 2019 y ya nacía rezagado, pues equivalía a 8 dólares. Un año antes, Maduro impulsó una reconversión monetaria que eliminó cinco ceros al bolívar y, con ello, sacó a la calle nuevas familias de monedas y billetes. Su antecesor, Hugo Chávez, había hecho otra reconversión en 2008, restando tres ceros.

Finalmente con relación al capítulo venezolano, de acuerdo con la firma privada Ecoanalítica, el 65,9% de las transacciones comerciales en el país se hacen en dólares, pero la mitad de la población no tiene acceso regular al billete verde.

La fiebre del dólar en Cuba

Y el capítulo cubano no se queda atrás. "Si no tienes dólares, estás jodido", repiten los cubanos una y otra vez, un mes después de la entrada en vigor de una profunda reforma financiera en su país. Esa moneda es más codiciada que nunca y se cotiza en el mercado negro al doble de la tasa oficial.

Hasta finales de 2020 Cuba mantuvo un complejo sistema de dos monedas que cambió el 1 de enero de este año. Una de ellas es el CUC (peso cubano convertible), que por mucho tiempo tuvo una paridad de uno a uno con el dólar y que desaparecerá en un plazo de cinco meses.

El CUC ha coexistido por 26 años con la moneda nacional cubana (CUP) valuada en 24 unidades por dólar.  Un mes después de que las autoridades lanzaran un fuerte ajuste conocido como "reordenamiento monetario", que reafirmó de manera oficial el precio del dólar en 24 pesos cubanos, la moneda estadounidense se disparó en el mercado negro.

En portales como Revolico, un concurrido sitio en internet de compra y venta en Cuba, el dólar informal se cotiza en 50 pesos.

"No creo que haya muchos países del mundo que tengan ese nivel de sobrevaluación de sus monedas", señala por su cuenta de Twitter el economista Pedro Monreal, quien añadió que "la tasa informal sigue devaluándose, y pudiera estarse creando presión para una nueva devaluación oficial", en referencia a la tasa de cambio de uno por uno que beneficiaba a las empresas estatales (el 85% de la economía).

Adicionalmente, el dólar comenzó a escasear incluso antes de que el turismo, que representa el mayor ingreso de divisas al país, disminuyera a causa de la pandemia.

Antes, Washington había aplicado restricciones a los viajeros que querían visitar Cuba. "Al unificar la tasa al nivel sobrevaluado que ya estaba, se crea la posibilidad de que funcione un mercado subterráneo, en el que ya la divisa estadounidense adquiere un precio que supera ampliamente el tipo de cambio oficial", dice el economista Mauricio De Miranda, de la Universidad Javeriana de Cali.

Durante la crisis económica que Cuba vivió en la década de 1990, generada por la caída del bloque comunista soviético, un dólar llegó a costar hasta 150 pesos cubanos.  

Comprar dólares es un lujo que muy pocos cubanos pueden darse, pese a que, como parte del ajuste, el gobierno puso en marcha una reforma salarial que quintuplicó el salario mínimo hasta 2.100 pesos cubanos (87 dólares al cambio oficial pero 42 al informal).

La realidad choca con el sistema monetario que impide a bancos y casas de cambio del país vender divisas, y sólo permite la venta de 300 dólares a las personas que salen del país.

Adicionalmente, De Miranda afirma que "no es posible hablar de ordenamiento monetario cuando el Banco Central del país no puede ofrecer la divisa extranjera al tipo de cambio oficialmente establecido".