Un equilibrio muy difícil | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Enero de 2021

Armonizar plan sanitario y reactivación económica

* Es imperativo que población retome el autocuidado

 

La difícil coyuntura sanitaria que está atravesando el país por cuenta del pico de esta segunda ola de la pandemia está generando distintos debates en torno a la estrategia que se implementa para hacerle frente al aumento de los contagios y los decesos en lo que va corrido de enero.

De un lado, están las discusiones alrededor de si las restricciones a la movilidad y aglomeraciones que se pusieron en práctica en diciembre pasado en el marco de las festividades y los viajes fueron las adecuadas o si, por el contrario, faltó una mayor drasticidad en las limitaciones a la población. De igual manera, están los intensos debates sobre la implementación del Plan Nacional de Vacunación en Colombia, el halo de confidencialidad de los contratos para la adquisición de los biológicos y la fecha en que éstos deben llegar al país y cuándo podrían empezar a aplicarse de forma masiva.

Otra de las polémicas que priman en la opinión pública es la relativa al cómo y cuándo debería darse el regreso del grueso de los alumnos de escuelas, colegios e instituciones de educación superior a las clases presenciales o, por lo menos, al esquema de alternancia, es decir que sólo se asistiría a los salones unos días de la semana y los otros se darían bajo la modalidad virtual.

Pero no son los únicos debates. Hay uno más que está creciendo de forma casi exponencial a medida que aumenta la intensidad de medidas como las cuarentenas (generales o focalizadas), toques de queda, ‘pico y cédula’ y otra serie de restricciones al funcionamiento del comercio, los restaurantes, bares, hoteles, el servicio de transporte público y los aforos en establecimientos públicos y privados. Ya en algunas ciudades y municipios, pese a los riesgos implícitos de bioseguridad, se han presentado protestas de vendedores informales, comerciantes y de la industria de bienes y servicios que consideran que estas nuevas limitaciones frenan de forma drástica el proceso de recuperación que venían acelerando con el fin de poder empezar a resarcir las graves pérdidas dejadas por el impacto de la pandemia el año pasado.  

Aunque el Gobierno y las autoridades sanitarias han insistido en que obviamente la prioridad es salvaguardar las vidas, más aún porque esta segunda ola del virus ha resultado ser más intensa en contagios y decesos, al tiempo que el sistema de salud está al límite, distintos sectores económicos recalcan que se requiere proteger el proceso de reactivación productiva y de recuperación de empleo con que se venía desde el último trimestre del año pasado. Ya el Consejo Gremial urgió al Gobierno tomar medidas que, alcanzando el objetivo de controlar la segunda ola del coronavirus, minimicen el impacto en la actividad económica formal. En ese orden de ideas no solo urgió de las autoridades una mayor vigilancia para evitar acciones de indisciplina social, profundizar los cercos epidemiológicos y la cultura de autocuidado, sino que pidió una mayor articulación público-privada para la definición de las medidas de control.

Como se dijo, el costo de esta segunda tanda de restricciones y cuarentenas es sustancial. Fedesarrollo calculaba días atrás pérdidas entre ocho y doce billones de pesos. Otras instancias de análisis económico señalan que no menos de 200 mil empleos podrían verse afectados. Los comerciantes, sobre todo los de los útiles escolares, que tiene en enero su mes de máximas ventas, advierten una caída vertical en sus ya de por sí castigadas expectativas. Otros sectores como los de bares, restaurantes, entretenimiento, turismo y distintas actividades que empezaron en diciembre a levantar cabeza de forma más contundente, han vuelto a encender las alarmas y amenazar quiebras y despidos de personal. Entre los vendedores ambulantes y el comercio informal el impacto es aún más crítico.

Es una situación muy complicada. En el papel es fácil vislumbrar un equilibrio entre las medidas de bioseguridad para contener la expansión del virus y la protección del proceso de recuperación del ciclo productivo y el empleo. Sin embargo, a la hora de aterrizar esas medidas en la realidad diaria de los colombianos, que ahora son más indisciplinados en cuanto al uso correcto del tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social, la situación ya no es nada fácil.

Por el momento, el único camino viable es esperar a que, como lo esperan las autoridades sanitarias, el segundo pico de la pandemia empiece a ceder esta semana y que arranque en febrero la vacunación masiva. Esos dos elementos, combinados con más autocuidado de la población en general, deberían llevar a que se puedan flexibilizar prontamente las restricciones y retomar, entonces, la senda de recuperación económica con que se venía al cierre de 2020.