El carrusel energético | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Enero de 2023

* No confundir propaganda con pedagogía

* ¿Cuánto cuesta el desgaste de las declaraciones?

 

Ya no se sabe bien si las constantes declaraciones del Gobierno sobre la suspensión de la exploración petrolera, en el país, continúan siendo la misma consigna proselitista de campaña o una formulación administrativa con todos los rigores de una política pública.

Al parecer, el gobierno ha encontrado en aquellos anuncios de suspensión una preciosa veta para continuar polarizando el ambiente político. Y de tal modo situarse, como ocurre con muchas de sus propuestas, en una esquina del cuadrilátero desde la cual mantener y alimentar sus lemas publicitarios.

No interesa, pues, cuáles sean los verdaderos efectos de las intenciones gubernamentales sobre la marcha de la economía nacional, el futuro de las inversiones en los sectores más necesitados y el verdadero camino hacia la transición energética. Por el contrario, lo que importa son los reflectores, la cantidad de bulla nacional o internacional que se logre y dejar en claro la idea de que esta “administración” es el cambio, cualquier cosa que ello signifique en el vocabulario del activismo en apogeo.

A estas alturas es perfectamente claro, desde cualquier punto de vista, la lesión enorme que se le infiere a la nación colombiana si no se acude a una transición energética, ineludible, pero ordenada, gradual y sensata. También está más que sabido, según se desprende de todos los estudios científicos, que el registro de los gases de efecto invernadero que produce Colombia es bastante reducido, por lo cual la incidencia en el fenómeno del cambio climático universal es mínima. De hecho, no es secreto tampoco que el 58 por ciento de las exportaciones del país se deben al sector de hidrocarburos y minería, y que son el insumo básico del presupuesto nacional en torno a una política social financiada y coherente. Sin embargo, de nada vale reiterarlo, puesto que el aparente debate sobre la suspensión de la exploración petrolera trata ante todo de un juego político en el que, en vez de razones, prepondera el propagandismo.

Por supuesto a nadie escapa que, en el mundo contemporáneo, es una exigencia impostergable preservar las condiciones del clima, so pena del abismo. Pero justamente por ello no debe confundirse pedagogía con propaganda. La primera busca explicar y desmenuzar racionalmente las características de un contenido; la otra recurre a las emocionalidades para conseguir compradores o adeptos.    

En ese sentido, el nuevo anuncio “planetario” de la ministra de Minas sobre el tema la semana pasada, en el marco del Foro Económico de Davos (Suiza), volvió a caer en la propaganda. Por supuesto, sin pedagogía alguna. Nada dijo sobre el contenido de ese tema fundamental y de seguridad nacional estratégica, como lo es asegurar las reservas para el autoabastecimiento energético del país en las próximas décadas. Los colombianos tampoco saben cuál será la nueva la fuente para nutrir el presupuesto de regalías que proviene de la industria minero-energética. No es un tema menor: este año y el próximo ese rubro es superior a 31 billones de pesos, imprescindibles para proyectos de salud, educación, vías, iniciativas de ciencia y tecnología en departamentos y municipios. ¿Y el futuro de Ecopetrol? Nada se concretó sobre la empresa estatal más rentable que, por ejemplo, el año pasado habría ganado alrededor de 29 billones pesos, el rendimiento más alto de la historia. Hoy por hoy no solo es una de las multilatinas más potentes sino líder en materia de diversificación en parque de energías limpias y sostenibles.

Lógicamente y de inmediato el anuncio “planetario” de la ministra, en Davos, empezó a ser matizado por las precisiones y aclaraciones gubernamentales, especialmente de Planeación Nacional.

Al final ella atinó a decir ayer sobre su viaje a Suiza: “Ratificamos nuestro compromiso con la transición energética y la política de hidrocarburos. No hemos hablado de acabar con contratos de exploración y explotación de petróleo y gas, pero Colombia se encamina a la transición hacia producción de energías limpias”. Y, luego de una explicación más a fondo, añadió sobre la transición energética: “avanzamos sobre lo construido… será progresiva y gradual”. No hay que dudarlo: es mejor la ministra pedagógica que la activista.

No obstante, sigue sin ser claro qué va a hacer el país sin nueva exploración petrolera.  Es el interrogante que aún no se ha despejado, ni siquiera con las promesas de potenciar el turismo hasta niveles nunca vistos.