5 verdades sobre las vacunas para prevenir futuras enfermedades | El Nuevo Siglo
Las vacunas no son exclusivas de niños, esa es una de las realidades de esta obligación con el bienestar físico, pues los adultos deben seguir el plan de vacunación de acuerdo a su edad.
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Viernes, 22 de Enero de 2021
Redacción Cultura

Aunque la pandemia llegó el año anterior, en este 2021 se verán a corto y mediano plazo las consecuencias que trajo consigo; y una prueba de ello es la disminución de las tasas de vacunación en Colombia, ya que en el 2020 pasó del 20 al 25%, debido al temor de la población a asistir a centros de salud, según destaca la Organización Mundial de la Salud.

En esta época en que el país se prepara para iniciar la vacunación contra el covid-19, es importante que la población sepa qué son y cómo funcionan las vacunas. Para esto, el cuerpo médico de la Clínica del Country y Clínica La Colina recopiló algunas creencias generales acerca de la inmunización para aclarar si se trata de un mito o responde a la realidad:

1. “El esquema de vacunación completo es exclusivo para niños”: falso. Hay ciertas vacunas que deben ser aplicadas en poblaciones mayores a los cinco años, como la influenza, que es de aplicación anual; el virus del papiloma humano, que debe ser suministrada en la adolescencia preferiblemente y si no se aplicó a esta edad, se hace después; la varicela y herpes zóster, que previene lo que se conoce como la ‘culebrilla’ y es para personas mayores de 50 años; y el neumococo, que previene neumonías graves en adultos mayores y, por ese motivo, se suministra en este grupo.

Asimismo, es importante revisar constantemente el carné de vacunación con el médico tratante, ya que es frecuente que se desarrollen vacunas nuevas. Se recomienda, entonces, aplicarse las vacunas que no estaban disponibles en el esquema de vacunación cuando se era menor.

2. “Hay que esperar a que otras personas se apliquen la vacuna para saber si es segura para mí”: falso. La seguridad es uno de los requerimientos más importantes exigidos por todas las autoridades sanitarias en todos los países. Por ese motivo, la evaluación de la vacuna es muy rigurosa y constante y se da a lo largo de todo el proceso de producción.

Los criterios a evaluar son: eficacia, capacidad de protección, efectos adversos y dosis necesarias. Todo esto a través de una documentación estrecha y continua, durante cada una de las fases y eso es lo que da la seguridad de poder emplear una vacuna. La vacunación es la estrategia que más impacto ha tenido en la prevención de enfermedades de la salud pública.

3. “No se tienen que vacunar absolutamente todas las personas para generar inmunidad”: verdadero. Hay ciertas personas que no se pueden vacunar, por ejemplo, quienes padecen enfermedades preexistentes que debilitan sus sistemas inmunitarios, como cáncer o VIH. Sin embargo, cuando muchas personas de la comunidad a la que pertenecen se vacunan, la circulación del virus o bacteria que causa la enfermedad se dificulta, pues la mayoría de personas ya cuentan con inmunidad frente a él.

Esto es lo que se denomina inmunidad colectiva o de rebaño: cuantas más personas estén vacunadas, menos probabilidad habrá de que una persona que no puede inmunizarse corra el riesgo de enfermarse. Si bien este tipo de inmunidad no garantiza el 100% de prevención, sí la provee en un grado muy importante.

4. “Las mujeres embarazadas no deben vacunarse”: falso. Para las personas embarazadas se recomiendan las vacunas que contienen virus inactivos (vacunas muertas) como: influenza, esta debe ser suministrada anualmente y se sugiere su aplicación durante la temporada de pico respiratorio; y el toxoide tetánico, toxoide de difteria reducido y tos ferina acelular, que se proporciona para evitar que el recién nacido sufra de tos ferina. Se debe administrar entre las 27 y las 36 semanas de embarazo.

5. “Hay vacunas específicas para viajar”: verdadero. Depende del lugar del destino, pero las dos principales son: fiebre amarilla, que se exige diez días antes del viaje para combatir el virus transmitido por la picadura de un mosquito; y sarampión – rubeola, que se solicita para viajar, especialmente a algunos países europeos, con el fin de prevenir su contagio que se transmite por gotas en el aire, a través de la tos o el estornudo de personas infectadas.