Perspectiva. Lo que el mar se llevó: cementerio de fiyiana Togoru | El Nuevo Siglo
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Sábado, 21 de Enero de 2023
Redacción internacional con AFP y Europa Press

EL océano ya devoró el cementerio de Togoru, pequeña aldea de la isla más grande del archipiélago de Fiyi, cuyos habitantes temen, debido al calentamiento global, tener pronto los pies en el agua.

Lavenia McGoon, de 70 años, estaba allí cuando las tumbas quedaron sumergidas. Desde entonces, teme el día en que las olas lleguen a su puerta.

La anciana apila neumáticos bajo los cocos del paseo marítimo, esperando que esta protección improvisada le ofrezca un respiro.

Para ella, es solo cuestión de tiempo antes de que el cambio climático y el aumento de las aguas la empujen, junto con su familia, a huir. "Nadie puede detener el agua", explica a la AFP.

Togoru es un pequeño pueblo en la costa sur de la isla Viti Levu. McGoon, apodada "Big Nana" por sus vecinos, vive aquí, a orillas del océano, desde hace casi 60 años. Su pequeña casa de madera no tiene electricidad ni agua potable.

La anciana levanta el dedo hacia las olas. "Teníamos una plantación justo ahí", recuerda.

Pero la tierra firme desapareció. "En 20 o 30 años hemos perdido casi 55 metros", detalla.

Unas 200 sepulturas del cementerio de Togoru fueron inundadas. McGoon cuenta que la mayoría de restos fueron trasladados más lejos.

"Big Nana" resiste y se niega a irse, aferrándose a su pequeño rincón de paraíso. De todos modos, mudarse a su edad la haría enfermar, explica.

Fiyi, rodeado por las aguas del Pacífico, se prepara para el día en que la vida en las aldeas costeras será imposible. El desafío es colosal.

El gobierno estima que más de 600 municipios deberán ser evacuados y que 42 aldeas ya están gravemente amenazadas. Más del 70% de los 900.000 fiyianos viven a menos de cinco kilómetros del paseo marítimo.

Según la universidad australiana de Monash, las aguas del Pacífico occidental se elevan entre dos y tres veces más rápido que la media.

Las pequeñas naciones cercanas al nivel del mar, como Kiribati o Tuvalu, podrían quedar completamente inhabitables en 30 años.

En su desgracia, Fiyi puede alegrarse de tener algunas montañas.

La aldea de Vunidogoloa en la isla de Vanua Levu, se instaló en un terreno de mayor altitud en 2014, convirtiéndose en una de las primeras en tener que desplazarse debido a la subida de las aguas.

Por su parte, los 200 habitantes de Veivatuloa, a 40 kilómetros de la capital Suva, prueban todas las soluciones a su disposición.

El muro contra inundaciones, que protege el pueblo, resiste como puede y los residentes presionan regularmente al gobierno para que lo fortalezca.

Sairusi Qaranivalu, un portavoz local, cree que mudarse es un gran sufrimiento para los fiyianos, cuyo vínculo con la tierra y los antepasados es parte de las costumbres.

"Es como deconstruir nuestra vida tradicional", subraya.

Otro problema es que, a medida que se acerca el océano, los pescadores tienen que ir cada vez más lejos para encontrar peces.

Antes de la subida de las aguas, bastaba con hacer una veintena de metros, recuerda Leona Nairuwai, un anciano de Veivatuloa. "Pero ahora hay que ir en lancha a 1,6 km para poder pescar. Hay una gran diferencia", destaca.

Aproximadamente la mitad de la población rural de Fiyi sobrevive gracias a la pesca, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Abaitia Rosivulavula, un guía local y pescador de subsistencia, cuenta que se gana la vida vendiendo sus capturas en los restaurantes de Pacific Harbour, un importante lugar turístico del archipiélago.

Con su bote se dirige a un arrecife cercano. La mayoría de sus señuelos serán comidos por tiburones o peces demasiado pequeños. "Antes había muchos peces, pero ya no es el caso", asegura antes de lanzar su caña de pescar.

Según una clasificación del Índice de Conservación de la Pesca Natural Amenazada, Fiyi es la 12ª pesquería más amenazada por el cambio climático de 143 países.

Otras cuatro naciones del Pacífico: Micronesia, las Islas Salomón, Vanuatu y Tonga, están entre las diez primeras.

De regreso en Togoru, "Big Nana" considera que los países pequeños como el suyo están pagando el precio por aquellos que se niegan a reducir sus emisiones.

"No piensan más que en ganar dinero, fustiga, nunca piensan en los demás, en los que van a sufrir", exclama.


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Cambió ciclo del agua

Y esa preocupante situación que enfrentan los fiyianos, lo confirman todos los estudios que además señalan que tiende a empeorar.

El más reciente y considerado pionero por las variables que analizó es el de Global WaterMonitor Consortium, publicado a comienzos de semana. Señala que el tercer año consecutivo del fenómeno La Niña intensificó en 2022 las sequías en América y provocó inundaciones en partes de Asia y Oceanía.

Dirigido por investigadores de la Universidad Nacional Australiana (ANU), concluye que el calentamiento global está cambiando el ciclo del agua en todo el planeta, al tiempo que advierte de que fenómenos como las sequías repentinas serán más frecuentes en los próximos años.

El autor principal, el profesor Albert Van Dijk, dice que el informe ofrece una instantánea única de la disponibilidad mundial de agua.

"Normalmente, se tarda muchos meses en recopilar, cotejar, analizar e interpretar este tipo de datos", declaró en un comunicado el profesor Van Dijk, de la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad de la ANU.

"Aprovechando al máximo los instrumentos de los satélites que orbitan la Tierra y automatizando todo el proceso de análisis e interpretación de datos, nuestro equipo ha podido reducir ese tiempo a unos pocos días".

El grupo combinó mediciones del agua realizadas en miles de estaciones terrestres y por satélite para obtener información actualizada sobre precipitaciones, temperatura y humedad del aire, agua del suelo, caudales fluviales y volumen de agua en lagos naturales y artificiales.

A escala mundial, en 2022 el ciclo del agua estuvo dominado por aguas oceánicas relativamente cálidas en el Pacífico occidental y el este y norte del océano Índico. Como consecuencia, a principios de año se produjo una grave ola de calor en el sur de Asia, seguida de un monzón muy húmedo que causó inundaciones masivas en Pakistán.

En otros lugares, como Europa y China, las olas de calor extremas dieron lugar a las denominadas "sequías repentinas", es decir, sequías que se desarrollan pocos meses después de olas de calor graves, causando caudales bajos en los ríos, daños agrícolas e incendios forestales.

El informe muestra que la temperatura del aire sobre la tierra en 2022 siguió la tendencia de calentamiento a largo plazo, mientras que la humedad del aire está disminuyendo.

"Esto significa que la naturaleza, los cultivos y las personas necesitarán más agua para mantenerse sanos, lo que agrava el problema", dijo el profesor Van Dijk.

"Es una predicción segura que veremos cada vez más de estas olas de calor y sequías repentinas. También vemos pruebas del impacto del calentamiento global en los glaciares y el ciclo del agua en las regiones frías, y de hecho el deshielo de los glaciares contribuyó a las inundaciones de Pakistán. Eso continuará hasta que esos glaciares desaparezcan".

Una característica clave de 2022 fue que fue el tercer año consecutivo de La Niña. Esto causó problemas de inundaciones en Australia, pero también profundizó las condiciones de sequía en el oeste de Estados Unidos y partes de Sudamérica.

"Todavía no se sabe si esos tres años de La Niña fueron una casualidad estadística o los primeros indicios de algo más siniestro", dijo el profesor Van Dijk.

"Si los patrones de La Niña o El Niño van a permanecer más tiempo en el futuro, eso va a causar muchos problemas, con sequías peores y más largas e inundaciones peores por igual".

El informe también ofrece una perspectiva para este año, con unas condiciones relativamente secas que indican la posibilidad de que se intensifiquen o aparezcan nuevas sequías en partes de América del Norte y del Sur, Asia Central, China y el Cuerno de África. Sin embargo, las condiciones de La Niña están remitiendo, por lo que hay esperanzas de que la disponibilidad de agua pueda volver pronto a niveles más normales en algunas de esas regiones.

El Global Water Monitor es una iniciativa conjunta de varias organizaciones públicas y privadas de investigación y desarrollo que comparten el objetivo de proporcionar información gratuita, rápida y global sobre el clima y los recursos hídricos.