Venezuela, un año después… | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Enero de 2020
  • La dictadura que tenía los días contados
  • Redoblar el cerco político y económico

 

Hace un año los ojos de todo el mundo estaban puestos en Venezuela. El recién designado presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, era también nombrado por el mismo ente legislativo como mandatario interino de esa nación, tras considerarse a Nicolás Maduro como usurpador del poder. La celeridad con que se dieron esos dos hechos, el apoyo de amplios sectores de la población local y la forma en que gobiernos de distintos continentes empezaron a reconocer rápidamente al nuevo Jefe de Estado, llevaron a pensar que la dictadura chavista tenía los días contados. Sin embargo, doce meses después se mantiene en el poder, incluso más fuerte que a comienzos de 2019. Es más, días atrás intentó una maniobra fallida para bloquear la reelección de Guaidó en la Asamblea y reemplazarlo con un parlamentario que venía de la oposición pero que jugó para el bando oficialista.

¿Cómo acabar con la dictadura en Venezuela? Esa es la pregunta hoy tanto en ese país como en la comunidad internacional. Para algunos analistas no hay muchas alternativas distintas a seguir aplicando, pero con mayor intensidad, la misma estrategia de cercar y aislar a Maduro y compañía. Estando descartada una intervención militar extranjera y siendo claro que gran parte del estamento castrense venezolano sigue respaldando a la satrapía, no queda otra opción que aumentar desde el exterior las sanciones políticas, económicas y diplomáticas al régimen, en tanto se fortalece a nivel interno la movilización política y popular en su contra.

Para otros analistas si bien la hoja de ruta en el último año ha sido eficaz, sobre todo al poner al descubierto una dictadura violenta y delirante, dejando sin piso el intento del chavismo de mostrarse como un ‘gobierno de revolución popular y democrático’, el proceso de debilitamiento del régimen es muy lento y removerlo tardaría años. Es más, Maduro viene insistiendo en prepararse para relanzar el “Socialismo del Siglo XXI” ad portas de su tercera década.

¿Qué más hacer, entonces, para remover el régimen en corto tiempo? Es un dilema muy complejo, más aún por circunstancias exógenas e internas que, lamentablemente, le han dado aire a la dictadura. Por ejemplo, en los últimos meses la dolarización de la economía ha aumentado en muchas ciudades y municipios, permitiendo a una parte de la población superar el cuello de botella de un bolívar sustancialmente devaluado. Si bien la inflación se mantiene disparada, un mayor acceso a la divisa estadounidense impulsa poco a poco la capacidad de algunos sectores para acceder a alimentos, medicamentos y víveres. Tampoco se puede negar que la cotización del petróleo, por encima de los sesenta dólares el barril, ha tenido un impacto en las alicaídas finanzas oficiales, por más que gran parte de las reserva de los hidrocarburos estén empeñadas a Rusia, China y otros acreedores.

Por ahora, tanto desde el Grupo de Lima y la OEA como de la Unión Europea y Estados Unidos la línea de acción continúa siendo la de aumentar las sanciones tanto al gobierno como a las cabezas del régimen y todos aquellos dirigentes que se presten a las maniobras de la dictadura. Por ejemplo, Washington sancionó el lunes pasado al diputado Luis Parra, a quien el chavismo trató de imponer como presidente de la Asamblea y a seis más de sus correligionarios que hicieron parte de la fallida treta contra Guaidó. Se espera que otros gobiernos e instancias internacionales hagan lo propio en próximos días. En cuanto a Naciones Unidas allí ha sido muy difícil poder restringir el margen de acción del régimen Maduro, pese a que varias agencias del ente multinacional denuncian reiteradamente la creciente dimensión de la crisis política, económica, social, humanitaria, migratoria y de toda índole en esa nación suramericana. Paradójicamente, como lo registramos en estas páginas ayer, a Venezuela se le restringirá la posibilidad de votar en la próxima Asamblea General, pero no por sus múltiples acciones contra la democracia y los derechos humanos, sino por el impago de las cuotas anuales a esa institución global.

Como se ve, este 2020 asoma muy complicada la cruzada nacional e internacional para acabar con la dictadura chavista. Guaidó, con aciertos y errores como líder opositor, apuesta por una renovada estrategia contra el régimen, empezando por darle un ‘golpe de Estado’ a su principal  canal propagandístico, Telesur. Sin embargo, hay que ser realistas: no se ve en el corto plazo una hoja de ruta de mayor efectividad para debilitar de forma más contundente a Maduro y compañía. Por ello debe trabajarse día a día, en múltiples frentes, sin tregua y buscando mayor cohesión en el antichavismo. Solo así esa nación se irá acercando al regreso de la democracia y la consecución de su libertad.