Frente a campañas libertadoras (I) | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Enero de 2020

Recientemente conmemoramos los doscientos años de la culminación de la campaña libertadora del dominio español en nuestra amada Colombia, y hemos rememorado intentos permanentes por liberarnos de otras abrumadoras dominaciones, como la de los odios fratricidas que han existido siempre entre los hijos de la misma patria, y de destructora carcoma de la corrupción en asunto privados y públicos.

En torno a estas permanentes batallas en estos dos siglos, se han hecho remembranzas en escritos y hasta dramatizados de esa inveterada situación de lucha, destacando ejemplos de valor y de heroísmo patrio, así como avergonzadores hechos que han matizados la historia de estas centurias.

 De innegable mérito, aunque con algunas fallas, hemos tenido la producción “Bolívar”, pasada en “Caracol Televisión”, y variados escritos con diversidad de estilo y opinión, en relación con la  epopeya del Libertador y sus heroicos soldados, así como también de los grandes altibajos que ha tenido nuestra Nación al afrontar encontradas opiniones y luchas encarnizadas con ánimo de superarlos. Sobre unas y otras “campañas libertadoras” he dado mis modestos pero sinceros aportes en artículos de prensa y en escrito más amplio, difundido por ahora solamente ha reducido número de gentes pensantes del País. Vaya hoy esta serie de comentarios sobre esas producciones aludidas.

Seguí fielmente la transmisión de “Bolívar” en Caracol, complacido por muchos pasajes de gran fidelidad histórica, desde el ambiente de su hogar, de su patria en efervescente anhelo de libertad, su crecimiento en la fe católica pero con el influjo roussoniano de su mecenas  intelectual, Don Simón Rodríguez. Se revivieron sus años en Europa, en donde contrajo matrimonio católico, con fe y amor, con Doña María Teresa Toro, y en donde aspiró aires de batalla en las campañas de Napoleón Bonaparte.

Bien rememorados fueron sus ires y venires en busca de la libertad de la América Española, con refugios en Haití y en Jamaica, con su inspirada y visionaria Carta originada allí, sus contactos afortunados o malogrados con copartícipes de su ideal libertador en Nueva Granada y Venezuela, hasta ser acogido por ésta y ser puesto al frente del esforzado y valeroso Ejército Libertador.  Bien presentada su campaña admirable en medio de indecibles dificultades hasta lograr el triunfo del Puente de Boyacá, con el que dio golpe decisivo al dominio español.

Después de presentar ese histórico 7 de agosto de 1819, siguió fielmente la producción aludida refiriéndose a la no menos difícil tarea de completar la libertad de los demás países andinos y estabilizar sus nuevos regímenes con las gentes del lugar, pero con permanentes trabas de parte aún de sus grandes conmilitones como Santander y Páez, algo que acentuó la debilidad de su salud hasta llevarlo al sepulcro.

En esa admirable trayectoria aparece su indomable y limpio propósito de darle lo mejor a nuestras naciones en medio de insidias, calumnias en incomprensiones que la llevaron a pensar en la necesidad de acudir a  programas y decisiones de dictatoriales, en especial tras el nefando atentado contra su vida y  la ciega oposición a sus nobles y visionarios ideales. De otros aspectos, nos referiremos en próximas entregas. (Continuará).

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com