Venezuela, punto de no retorno | El Nuevo Siglo
Jueves, 24 de Enero de 2019
  • Arrinconamiento de Maduro
  • Un ajedrez impredecible

 

CUALQUIERA sea la situación en que termine el drama venezolano, lo más importante es que se verifique con el menor sacrificio posible -ojalá ninguno- de vidas humanas. El reconocimiento por parte de los Estados Unidos, del presidente provisional Juan Guaidó, permitió de inmediato que el Grupo de Lima, con Colombia incluida, procediera en la misma dirección. Enseguida Maduro rompió relaciones con la nación del norte y en la misma medida ocurrirá con las demás. En ese sentido, hoy Venezuela tiene dos presidentes con reconocimiento internacional, puesto que Rusia y China y muchos otros países, comenzando por México, mantuvieron sus legaciones diplomáticas sin cambio en las representaciones.

En esta oportunidad, la marcha ciudadana fue de la misma envergadura de ocasiones anteriores, pero con resultados políticos concretos. El Presidente provisional, en busca de ganar el mayor apoyo posible militar, ha dejado entrever la posibilidad de algún tipo de salida a efectos de que los componentes castrenses que han respaldado a Maduro tengan una especie de  justicia alternativa, o lo que en Colombia se ha dado en llamar justicia transicional.

Maduro prometió defender los postulados que lo mantienen en el poder a como dé lugar. No obstante es evidente que ya no es, en modo alguno, quien pueda encausar a Venezuela a ningún futuro promisorio, ni siquiera en el inmediato plazo. Esto desde luego ya se veía venir mucho tiempo atrás, particularmente con la gigantesca migración venezolana fruto de la hambruna y de la absoluta inviabilidad económica causada por el régimen dictatorial. Hay allí una satrapía enquistada dentro de un archipiélago de poder donde los sectores económicos se dividen para sacar un leonino provecho de ello. Faltará ver, al mismo tiempo, el tema del petróleo, especialmente frente al principal importador, que es Estados Unidos.

Colombia debe prepararse, a su vez, para ser parte fundamental de la reactivación política, económica y social de Venezuela. Hoy los líderes sustanciales contra el régimen madurista son Estados Unidos y Brasil. No ha dejado de estar este último país, durante mucho tiempo, al tanto de lo que ocurre en la nación vecina.

Basta con escuchar las palabras del nuevo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en Davos, para entender qué tipo de liderazgo pretende la nación más importante de Suramérica y una de las potencias emergentes del mundo. Dijo el mandatario en la ciudad suiza, que la izquierda no prevalecerá en América Latina. “No queremos -dijo- una América bolivariana como hace poco tiempo existía en Brasil, con gobiernos anteriores”.

Así las cosas, parecen claras las pretensiones que tiene Bolsonaro como punta de lanza de su liderazgo en el subcontinente. Ello por supuesto se corresponde, igualmente, con el pensamiento del presidente norteamericano Donald Trump, quien ha venido actuando contra el gobierno de Maduro paulatinamente, hasta desconocerlo por completo ayer y darle total legitimidad al Presidente nombrado por la Asamblea legislativa venezolana.

De resolverse el tema venezolano al inmediato plazo Colombia tendrá un escenario por completo diferente. Se despresurizará la frontera y podría entrarse a regulaciones concertadas. Igual podría generarse un combate conjunto al narcotráfico y cerrar el drenaje que supone la salida de narcóticos por el territorio vecino. Del mismo modo también se pactarían condiciones máximas de seguridad en los pasos fronterizos, de modo que componentes del Eln no puedan transitar como “pedro por su casa” a un lado y otro de la línea limítrofe. Y sobre todo se recuperará el país hermano para la sociedad democrática característica de los países suramericanos.

Estas horas, pues, son determinantes para lo que pueda ocurrir. Si por el contrario Maduro logra estabilizar su base de poder y mantenerse, la situación interna venezolana se constituirá en una bomba a punto de estallar en cualquier momento. Mucho depende, así mismo, de la conducta de la oposición que, ante todo, debe permanecer unida y no dar el espectáculo de divisionismo de hace un tiempo, por entre el cual Maduro ha podido sostenerse en los últimos meses. También puede surgir un tercero, entre ambos focos de poder, posiblemente en algún reducto de las Fuerzas Militares que, una vez salido Maduro, prometa elecciones al inmediato plazo.

Venezuela vive, en sus proporciones, las mismas circunstancias que se registraron hace 60 años con el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez. De igual forma podría estarse viviendo la posibilidad de una salida a la colombiana, con una junta militar de transición, como la que se sucedió a la salida del usurpador, teniente general Gustavo Rojas Pinilla. Solo los hechos irán configurando el nuevo escenario, pero lo ocurrido ayer, tanto con la marcha como con el escenario internacional, demuestra que hay circunstancias irreversibles.