¡Por los héroes! | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Enero de 2019
  • El significado de una marcha
  • Lo que la barbarie no entiende

 

La Fuerza Pública en Colombia es una de las instituciones con mayor respaldo ciudadano. Y no es para menos: de no haber sido por esos millones y millones de hombres y mujeres que década tras década arriesgaron sus vidas para que el país no cayera en manos de quienes acuden sistemáticamente a la barbarie y la inhumanidad para conseguir sus burdos propósitos, la nación no habría sobrevivido. No en vano esa frase de “los héroes en Colombia sí existen”, que comenzó como un simple eslogan publicitario para promover la solidaridad ciudadana con los uniformados, caló hondo en toda la población y se ha convertido con el pasar de los años en un constante homenaje para quienes portan las armas de la Patria y lo sacrifican todo para defender la vida, honra y bienes de la población así como la prevalencia de las instituciones legítimamente constituidas.

El atroz atentado del jueves pasado contra la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, al sur de la capital del país, que dejó 21 personas asesinadas y más de 60 heridas, no solo fue un golpe directo al corazón de la institucionalidad policial, sino a una afrenta imborrable a la totalidad de los colombianos. La inmediata y contundente condena nacional e internacional a los autores materiales e intelectuales de semejante acto de terrorismo que segó la vida de muchos jóvenes que se preparaban para ser oficiales de la Fuerza Pública, notificó una vez más que el país no se rendirá ante los violentos ni se dejará doblegar por la sinrazón de la violencia. No lo hizo durante seis décadas de embate subversivo y no lo hará ahora.

Las desgarradoras imágenes del atentado y el drama de los familiares y allegados a las víctimas generaron un alud de solidaridad con la Policía y las Fuerzas Militares. Desde todos los rincones del país se escucharon voces repudiando el terrorismo y enviando mensajes de pésame y acompañamiento a los afectados y la institución en general. Mensajes en donde se relievaba el hecho valiente y ejemplarizante de que a sus escasos años estos jóvenes hubieran optado por servir a los demás aún a costa de exponer sus propias vidas. El calificativo de “héroes” que muchos utilizaron para describir su vocación de servicio a la Patria no pudo ser más acertado.

Para hoy en muchas ciudades y municipios del país se convocó a todos los colombianos a marchar con un doble propósito. Uno, rendir homenaje a quienes perdieron la vida en la horrenda acción criminal y, dos, reiterarle a los violentos que Colombia rodea y respalda a su Fuerza Pública y no está dispuesta a tolerar ni ceder ante quienes insisten en segar las vidas de sus mejores prospectos. Impactó ver a muchas familias humildes llorando su pérdida, pero a la vez orgullosos de sus hijos, hermanos, tíos, sobrinos, amigos y allegados que se estaban preparando para portar el uniforme. Impactó, por igual, la masiva asistencia de donadores de sangre ante el llamado que hicieron las autoridades para poder atender la emergencia. E impactó también constatar cómo la ciudadanía empezó a colaborar con la Fiscalía con información clave para poder develar el entramado de los autores materiales e intelectuales del ataque.

El llamado, entonces, es a que todos los colombianos salgan hoy a marchar y respaldar a la Fuerza Pública. Una movilización en la que deben dejarse de lado las rivalidades políticas, partidistas, ideológicas, sociales, económicas e institucionales. No es momento de oportunismos, de intentos de manipular a la opinión pública o mucho menos de tratar de sacar réditos electorales de cara a la cita en las urnas de octubre próximo. Urge una manifestación masiva que envíe un claro y contundente mensaje a los terroristas en torno a que no van a arrodillar al Estado ni a los colombianos. Los violentos deben entender que cuando asesinan o hieren a un uniformado, están atacando a toda la sociedad porque ese militar, policía o servidor público es padre, madre, hermano, hija, prima, esposo, tío, sobrino, amigo o allegado de una infinidad de civiles que lo quieren, respetan y admiran por el sacrificio que hace por ellos y la ciudadanía en general.

No hay excusa. Hoy hay que salir a las calles. Los colombianos deben ser solidarios con su Fuerza Pública y no solo en estos momentos de dolor, sino en todas las circunstancias amparadas en un marco de legalidad. “Los héroes” del país se lo merecen.