Salud y responsabilidad política | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Enero de 2021

Vacunar, vacunar y vacunar

* Urge definir las fechas

 

Es apenas obvio que el tema que más preocupa a los colombianos en este comienzo de 2021 es cuándo empezará aquí la vacunación masiva contra el covid-19. La expectativa es mayor no sólo porque el país está atravesando un segundo pico de la pandemia, caracterizado por una mayor velocidad y volumen de contagios, sino porque varias naciones latinoamericanas ya comenzaron sus respectivas campañas de inmunización pese a que tienen cifras epidemiológicas inferiores a las nuestras. Y eso crea un contraste inmediato que lógicamente genera mayor inquietud poblacional.

El Gobierno de manera insistente ha dicho que espera arrancar la aplicación de los biológicos hacia mediados de febrero pero no se ha querido comprometer con una fecha específica, lo cual no es en modo alguno aconsejable para la ciudadanía e incrementa la incertidumbre. Hay contratos firmados con las farmacéuticas Pfizer, Janssen y AstraZeneca así como un convenio con el mecanismo Covax para adquirir las dosis que permitan vacunar a 29 millones de personas, faltando por concretar negociaciones con otras firmas para alcanzar el global de 34 millones de compatriotas inmunizados. Sin embargo, dada la alta demanda a nivel mundial, no hay un día exacto para la entrega de los primeros lotes de los medicamentos. Se aspira a que Pfizer los remita al término de la primera quincena del próximo mes, en tanto en marzo, abril y mayo llegarían los otros contingentes.

A hoy ya está listo todo el cronograma para el proceso de vacunación. Se definieron las fases de aplicación, priorizando al personal de salud, los adultos mayores y las personas con comorbilidades. También se avanza en la logística de almacenamiento y refrigeración de los biológicos. Igual hay una hoja de ruta para su distribución regional y local, en tanto se entrena a más de 80 mil trabajadores del sector salud para la aplicación de un promedio de 125 mil dosis por día. En todo caso frente a otras naciones vecinas el panorama se presenta bastante tardío. Colombia, como se sabe, cuenta con el Programa Ampliado de Inmunización (PAI), uno de los mejores esquemas de vacunación a nivel continental, tanto en eficiencia como en tasas de cobertura. Este ya fue adecuado para afrontar su más grande reto en las últimas décadas. Siendo así se espera que en el caso del coronavirus, como cuando se enfrentó el Zika o el Chikunguña, se tenga la misma agilidad. De lo contrario, es evidente que se comenzarán a exigir responsabilidades políticas.

Resulta innegable que la demora en iniciar la vacunación contra el covid-19 preocupa a nivel nacional por fuera del desgaste de la polarización inocua. Está bajo la lupa la estrategia misma de negociación del Gobierno para acceder a los biológicos. Si bien el Ejecutivo sostiene que se adelantaron oportunamente las transacciones con las multinacionales que tenían más adelantadas sus investigaciones para consolidar compuestos de alta efectividad, lo cierto es que otros países del área ya comenzaron a vacunar y aquí no.

No se puede desconocer, al mismo tiempo, que el acceso a las vacunas a nivel global es muy complicado. La propia Organización Mundial de la Salud alertó días atrás sobre una alta concentración de estas en unas pocas naciones, pero ya se sabía que esto iba a ser así. También es de conocimiento global que la mayoría de los laboratorios han incumplido sus plazos de entrega porque tienen al límite su capacidad de producción diaria de millones y millones de dosis. Todo ello es cierto, pero dada la alarmante coyuntura sanitaria en Colombia parecería advertirse una falta de mayor diligencia y oportunidad gubernamentales para acceder más rápido y de forma prioritaria a estos medicamentos, como sí ha ocurrido en otras naciones latinoamericanas.

Los intentos de politización de esta circunstancia sanitaria resultan abiertamente inconvenientes, pero tampoco es dable dejar de lado la responsabilidad política del Gobierno en caso de que no se cumplan estrictamente los cronogramas señalados. La estrategia y la prioridad no son otras que acelerar el plan de vacunación y está en manos del Ejecutivo maniobrar con mayor eficacia en esa dirección, así ello implique una mayor destinación presupuestal de emergencia.

Visto todo lo anterior, el llamado vital a los colombianos continúa siendo el mismo: intensificar el autocuidado y la aplicación de las medidas de bioseguridad básicas, como el uso del tapabocas, lavado de manos permanente y distanciamiento social. No menos importante es cumplir con las cuarentenas, toques de queda y otras medidas dispuestas por las gobernaciones y alcaldías para evitar aglomeraciones, sobre todo en las regiones en donde la capacidad de las Unidades de Cuidado Intensivo está por encima del 90%.

Así las cosas, la premisa es una sola: acelerar la inmunización. Aquí urge más efectividad y menos debate cíclico y desgastante. Cada día que pasa se pierden más vidas. La única tarea es vacunar, vacunar y vacunar.