Kim Jong-un estaría orgulloso | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Enero de 2021

La semana pasada vimos con asombro como eliminaban la cuenta en Twitter del llamado “hombre más poderoso del mundo”. De un solo plumazo expulsaron al presidente de Estados Unidos. Esto por supuesto generó el rechazo de sus millones de seguidores y electores. Twitter es una empresa privada, y como tal tiene el derecho de expulsar a cualquier cliente o producto. Sin embargo, varios aspectos de esta discusión deberían preocupar al mundo, especialmente a quienes defendemos la libertad individual y económica.

El poder corrompe. Estamos viendo como no solo Twitter, sino también las otras grandes empresas tecnológicas “Big Tech”, Google, Amazon y Facebook están acumulando demasiado poder. Su posición dominante en un mercado donde es muy difícil competir, hacen que hoy en un solo clic determinen cuáles deben ser los debates en el mundo, quiénes pueden participar en ellos.

En esta ocasión, lo hacen con la intención aparente de sacar del debate al menos en redes sociales al principal opositor del presidente electo Joe Biden. Aunque no me gusta Trump, y me parece en su discurso y formas peligroso para la democracia, Biden no es una “perita en dulce”, es un político tradicional, al que puede gustarle el capitalismo de “amigotes” y clientelista, lo que en inglés se conoce como crony capitalism.

Es probable que estas empresas, a quienes no les gusta mucho el libre mercado, estén buscando congraciarse con él para obtener favores en el futuro. ¿Qué tipo de favores? Que no las molesten mucho por sus constantes violaciones a las leyes antimonopolio de Estados Unidos.

Esta forma de hacer negocios es lo que ha llevado al capitalismo a la mayor crisis de legitimidad en su historia. Pero esto no es economía de mercado, estas prácticas son más parecidas a las del mercantilismo del sigo XVI.

Ya dijimos que cualquier empresa o empresario puede sacar de su negocio al cliente que le plazca y establecer su propio reglamento interno. El problema es cuándo no le basta con expulsarlo como cliente, sino que busca que esa persona no pueda adquirir ese producto o servicio en cualquier otro lugar.

Esto pasó el fin de semana después de la polémica decisión de Twitter. Los seguidores de Trump, furiosos decidieron abandonar esta red social y abrir una cuenta en una nueva plataforma, desconocida para muchos hasta ahora: Parler. Rápidamente recibieron millones de nuevos usuarios, que aprovecharon para desahogarse por este medio.

No había pasado 24 horas, cuando las Big Tech, actuando como oligopolio clientelista, decidieron eliminar por completo esta nueva aplicación. Primero, Google y Apple a través de sus tiendas de aplicaciones bloquearon la descarga, luego Amazon a través de sus servicios de sus servidores, le quitó el “hosting” a esta nueva red social. El domingo por la noche, ya Parler no existía. El presidente Trump nunca tuvo una cuenta en esta plataforma, solo sus seguidores.

El objetivo lo dejaron claro, y de frente, van a usar su excesivo poder para determinar el debate en Estados Unidos. Kim Jong-un estaría orgulloso.