Funesto legado | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Enero de 2021

Tiene razón Moisés Naím cuando señala que el final de la presidencia de Trump  no significará el fin del trumpismo, y que la influencia de sus métodos perdurará, como en el caso de otros liderazgos con similares características, con representantes conocidos en cada extremo del espectro ideológico, caracterizados por el autoritarismo, el nacionalismo irracional, el anti intelectualismo, el oportunismo desbordado, la hostilidad respecto de las reglas, las instituciones, los límites y controles del poder, y por una animosidad feroz frente a sus adversarios políticos -tratados no como compatriotas sino como enemigos  que deben ser destruidos-, de la misma manera que frente a cualquier organización o individuo que no atienda sus dictados.

Ya se está viendo en estos días de lo que son capaces con tal de complacerlo  varios de sus pretendidos herederos en el partido republicano, al defender las  mismas disparatadas y nunca probadas alegaciones de fraude, desmentidas por sus propios funcionarios y que ya fueron rechazadas por decenas de jueces y por la  misma Corte Suprema de Justicia. Denuncias condenadas al fracaso, pero que repiten insistentemente pues lo que buscan es complacer a su líder y asegurar su apoyo y el de sus fervorosas bases para el futuro. Poco importa que con ello aquellos incumplan sus más elementales deberes democráticos al pretender desconocer la voluntad ya expresada por los electores, y poner en riego la legitimidad misma del sistema.   

En la sesión de este miércoles en el Congreso de los Estados Unidos, destinada normalmente a la formalización del resultado de las elecciones, ganadas amplia y legítimamente por Joe Biden y Kamala Harris, tendrá lugar, contra toda previsión,  la más grotesca competencia entre áulicos, pretendiendo desconocer lo evidente; por lo que no es descartable que alguno se arriesgue a la invocación de la ley marcial o de la ley divina para perpetuar a su líder, como en cualquier vulgar dictadura.

El populismo autoritario, desde Maduro y Ortega hasta Erdogan y Bolsonaro, o  sus eventuales sucesores, sacará provechosas lecciones de los encendidos discursos que se escucharán como repertorio de esta grotesca manipulación, que será por supuesto reivindicada por sus protagonistas como expresión de la libertad y de la defensa de los más auténticos valores del sistema democrático.  

Los mismos líderes sacarán lecciones de lo que significa utilizar el poder en su propio beneficio o en el de sus  copartidarios, concediendo indultos sin ninguna preocupación por eventuales conflictos de interés, o por lo que para ellos son irrelevantes reatos éticos y morales; así como de la posibilidad de presionar a funcionarios encargados de certificar resultados  que les interesan por fuera de todo procedimiento controversial. Igualmente de la utilidad de construir la verdad  a partir de la repetición incesante de su versión de la realidad. Método antiguo es verdad, pero perfeccionado con particular éxito por el habitante hasta el 20 enero de la Casa Blanca. 

Habrá que estar atentos  para conocer lo que los autoproclamados trumpistas en el resto del mundo estarán dispuestos a reivindicar de estos sucesos, y a lo que reclamarán para sus respectivos países del funesto legado que en cualquier caso dejará el señor Trump. Pero también a lo que asimilarán sus extremas contrapartes ideológicas a las que inspiran similares métodos y el mismo desprecio por la democracia.

@wzcsg