En medio de inmensas plantaciones de arroz, campesinos espantan con ondas gigantes a los pájaros que llegan a comerse el grano maduro. Este método artesanal persiste en Colombia, pero no es suficiente ante un mal mucho más dañino: el cambio climático.
En las tierras bajas tropicales en Montería (Córdoba, norte), los productores de arroz gozaron durante mucho tiempo de las ventajas de la zona. Cerca de la costa del Caribe, el sofocante calor húmedo les garantizaba dos a tres cosechas al año. Pero ahora los caprichos del cielo han causado estragos.
"El tiempo últimamente se ha estado volviendo loco, como decimos coloquialmente acá, son los cambios que se están presentando en el planeta, es una realidad y tenemos que aprender a convivir con ello", dice a la AFP Óscar Pérez, un agricultor de 46 años, 15 dedicados al campo.
"Eso siempre nos lleva a la incertidumbre, al temor de qué hago, qué siembro y hacia dónde moverme", agrega.
En menos de una década, la región ha sufrido cambios drásticos: la temperatura mínima subió tres grados, la humedad aumentó a 85%, y las lluvias se volvieron erráticas, alternándose inundaciones y sequías. Para los agricultores, el golpe ha sido duro.
"En cinco años, el rendimiento de los cultivos de arroz en Colombia bajó una tonelada por hectárea a raíz de la variabilidad climática", dice a la AFP Patricia Guzmán, gerente técnico de Fedearroz, la federación nacional que reúne a 12.000 productores.
- "Carrera contrarreloj" -
Una tragedia para un país con 450.000 hectáreas dedicadas al cultivo de arroz y donde más de 200 comunidades dependen de este alimento básico. Y una mala noticia que llega en el peor momento.
En virtud de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, el arroz estadounidense se importará en un plazo de cinco años sin arancel a Colombia, con un costo de producción casi dos veces menor. "El cambio climático ha acelerado esta carrera contrarreloj", admite Guzmán.
Alertado por el fenómeno, el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), una organización colombiana que integra el Grupo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), participó en un programa de análisis de datos a una escala sin precedentes.
Pronósticos del tiempo, estudio de suelos, examen de variedades de arroz según su sensibilidad a la radiación solar: todos estos factores dieron lugar a recomendaciones concretas, en particular, sobre el momento ideal para la siembra.
"Los agricultores pueden ser reacios a cambiar lo que se hace tradicionalmente, sobre todo cuando alguien de la ciudad viene a decírselo. Pero, con el cambio climático, han perdido sus puntos de referencia y están un poco angustiados", dijo AFP Sylvian Delerce, un investigador francés del CIAT, cuyo proyecto, llamado "Big Data", fue premiado por las Naciones Unidas en ocasión de la cumbre sobre el clima esta semana en Nueva York.
- Una sola cosecha al año -
Un simple principio le cambió la vida a los campesinos en Montería: no hacer más que una cosecha de arroz, y sobre todo, no plantar durante el primer semestre, porque el aumento de la temperatura combinado con el monocultivo intensivo ha favorecido la aparición de una bacteria que diezma los campos.
"A una gran parte de los agricultores les cuesta mucho, fue difícil aceptar esa nueva política de una sola cosecha", admite a la AFP Alfonso Blanco, un agricultor de 55 años a cargo de 660 hectáreas, donde ahora rota el cultivo de arroz con el de maíz.
Agrónomo de Fedearroz, Cristo Pérez invita a los más reacios a visitar las plantaciones de arroz sembrado sin tener en cuenta la mejor fecha. Los tallos manchados y las puntas atrofiadas por las bacterias son un argumento de peso. "Les digo: miren los daños. Van a perder sus cosechas si siembran demasiado temprano", explica.
Las reuniones de información, que suelen comenzar con una oración en grupo, también sirven para transmitir el mensaje en el campo, donde estaciones meteorológicas móviles han sustituido a los espantapájaros.
"Hemos captado rápido la situación", dice Rosario Ganem, una productora de 55 años, que considera "fantástica" la ayuda de los científicos después de haber adoptado sus consejos contrarios al mandato de sus antepasados .