El izquierdista Andrés Manuel López Obrador lanzó una apuesta arriesgada para su futuro político y el de la izquierda en México, al negarse a aceptar su derrota frente a Enrique Peña Nieto, del PRI, y pedir recuento voto por voto por considerar "fraudulentos" los comicios del domingo.
El Instituto Federal Electoral (IFE) dio el triunfo al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con 38,1% de los votos contra 31,6% de López Obrador, en el conteo preliminar del 98,95% -publicado este martes- de las actas de las mesas electorales.
Pero el líder izquierdista pidió este martes al IFE un recuento de las 143.000 mesas electorales al denunciar "inconsistencias" en 113.855 y que esperará el escrutinio para decidir si impugna la elección, reviviendo su protesta de 2006 cuando perdió la presidencia ante el presidente Felipe Calderón por un margen mínimo.
"De lo que no queda duda es de que no hubo una elección limpia (...). Compraron millones de votos", dijo este martes López Obrador. El IFE anunció este martes que se podrían volver a contar hasta una tercera parte de los votos, aunque defendió la transparencia de los comicios.
El lunes, López Obrador afirmó que no puede "aceptar un resultado fraudulento" de una elección "demasiado sucia", además de por compra de votos, por falta de equidad a los medios que promocionaron a Peña Nieto.
Mientras, Peña Nieto, felicitado por gobiernos de Estados Unidos, América Latina, la Unión Europea, y la OEA, actúa como presidente electo y prepara su equipo de transición.
¿Suicidio Político?
Pero a diferencia del 0,56% con el que perdió según el conteo oficial hace seis años, la ventaja de Peña Nieto es de tres millones de votos (6,51%), según el IFE.
"Está dilapidando su capital político. Hace trampa, porque aceptó jugar bajo esas reglas pero cuando pierde se sale del juego", comentó a la AFP Javier Oliva, investigador de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Para el analista Nicolás Loza, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, López Obrador puede tener razón en sus denuncias, pero duda que logren fundamentar una impugnación, pues según la ley se debe probar anomalías graves en 25% de las mesas.
Su otro argumento, añadió Loza, es un "asunto previo a la votación que cuestiona el régimen de propiedad de los medios y se debe abordar en el legislativo".
En la capital, gobernada desde 1997 por la izquierda, su candidato Miguel Ángel Mancera ganó la alcaldía con aplastante 60%, y relevará a su correligionario Marcelo Ebrard, que disputó a López Obrador la candidatura presidencial de la izquierda.
"Un grupo radical lo va a presionar para que impugne, pero no creo que ni Mancera ni Ebrard lo sigan. De lo que vaya a hacer depende que se profundicen aún más las divisiones internas", dijo Loza, experto en elecciones.
A su juicio no debería reeditar "la imagen de político que no sabe perder". "Puede quemar las naves y desperdiciar su caudal electoral. Un suicidio político", estimó.
Rosa Garavito, una de los fundadoras del Partido de la Revolución Democrática (PRD) -que encabeza la coalición que postuló a López Obrador-, le pidió reconocer el resultado "bajo protesta y con la condición" de negociar en el legislativo lo de la propiedad de los medios.
El Peje
Aunque apoyado por el movimiento universitario #Yosoy132 que el lunes marchó por la capital para denunciar "fraude" y "compra de votos", los analistas coinciden que no están dadas las condiciones para que López Obrador, conocido por sus iniciales AMLO y el apodo "Peje" -un pez difícil de atrapar-, provoque otro 2006.
En ese entonces se negó a reconocer el triunfo de Calderón, sus seguidores bloquearon por más de un mes el Paseo de La Reforma, arteria clave de Ciudad de México, y se declaró "presidente legítimo".
El experimentado político de 58 años, ex alcalde de la capital, evocó en la campaña la posibilidad de un fraude, pero trató de quitarse su imagen de "radical" prometiendo una "república amorosa".
"El problema es el grupo de fanáticos que sigue a AMLO (...) si no aprenden a controlarse van a provocar problemas mayores", opinó el empresario Federico Arreola, uno de sus principales asesores en 2006.
Oliva estimó que AMLO vive en el México en el que PRI hacía y deshacía elecciones. "Vive en la política de títeres y titiriteros, ese era el México del siglo XX. Es un muy buen político pero un pésimo prospecto" como presidente", opinó.
La última elección controvertida que protagonizó el PRI fue en 1988, cuando el escrutinio de los votos fue interrumpido por una caída del sistema informático antes de arrojar como resultado el triunfo de Carlos Salinas de Gortari sobre el histórico de la izquierda Cuahutemoc Cárdenas, desatando denuncias de fraude.