Argentina amaneció sin servicio de metro, trenes, buses y algunos vuelos fueron cancelados, al comenzar una huelga general convocada por tres de las cinco centrales sindicales, que reclaman al gobierno de la presidenta Cristina Kirchner acciones contra la inflación y la inseguridad.
La huelga empezó a la medianoche con el cese de actividad en las estaciones de servicio de combustibles y la paralización del transporte público, sector clave para que la medida sindical tenga éxito en este pais de 40 millones de habitantes.
Las compañías aéreas Aerolíneas Argentinas, Austral, LAN y otras empresas privadas no estaban operando hasta el momento, confirmó el titular de la Asociación de Técnicos Aeronáuticos (APTA), Ricardo Cirielli a radio Continental.
La chilena LAN, que cuenta con casi 30% del mercado de cabotaje argentino, "se ha visto en la obligación de cancelar todos los vuelos dentro de Argentina, y algunos vuelos internacionales hacia y desde ese país" por el paro nacional, explicó la empresa en un comunicado.
Desde la madrugada del jueves grupos de izquierda radical formaron piquetes en las principales rutas de acceso a Buenos Aires.
"Es un paro que va a tener una amplia adhesión, es como consecuencia del malestar que hay en la gente", sostuvo el líder de los camioneros Hugo Moyano, cabecilla de la protesta y del sector de la central obrera CGT, enfrentado con el ala kirchnerista que agrupa a grandes gremios industriales, comercio, bancarios y docentes, que no se pliegan al paro.
Los sindicatos que convocaron a la huelga agrupan desde sectores de centro-derecha hasta la izquierda radical.
Es incierto el nivel de adhesión que obtendrá al final de la jornada la huelga, que busca paralizar por 24 horas esta nación confrontada a una fuerte inflación, de más de 7% en el primer bimestre de 2014 y superior al 30% en 2013.
La medida es percibida por algunos gremios y analistas como un juego político para desafiar al gobierno centroizquierdista de Kirchner, al mando desde 2007, que afronta tambien el creciente descontento social por la inseguridad personal en las ciudades más grandes, donde en las últimas semanas se han registrado al menos 12 casos de vecinos que intentaron hacer justicia por su propia mano contra supuestos ladrones.
"Empezó la pulseada política. Pero lo esencial para decirle al mundo es que la población no está apoyando la gestión del gobierno y el tamaño del paro va a dar un indicativo" de ello, dijo a la AFP Jorge Giacobbe, sociólogo de la consultora homónima y exasesor de Transparencia Internacional.
- Divisiones y patotas -
Argentina cuenta con 10 millones de trabajadores registrados, un 40% de ellos afiliados a sindicatos, en tanto que hay unos cuatro millones de asalariados sin registrar.
Sectores de trabajadores como los docentes, comercio e incluso en el ramo del transporte no apoyan la huelga, dando origen a divisiones internas en los gremios.
Es el caso del sector aeronáutico, donde los gremios de pilotos y asistentes de vuelo no respaldan la medida. Pero este jueves no podrán despegar ni aterrizar aviones ante el acatamiento de la huelga por parte de los controladores aéreos.
Lo mismo sucedió entre el gremio que opera el subte (metro) de Buenos Aires, que la madrugada del jueves fue escenario de acciones violentas de "patotas" (grupos violentos) que quisieron interrumpir el servicio en dos líneas en las que los trabajadores habían decidido no sumarse a la huelga.
Esta división gremial hará que en la jornada algunas rutas de transporte presten un servicio reducido mientras otras permanecerán cerradas.
El secretario general de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), Roberto Pianelli, dijo a la prensa que decidieron no adherir a la huelga porque "no coincidimos con los reclamos" de los sindicatos opositores.
El gobierno trató de poner coto a las recomposiciones salariales discutidas con las cámaras patronales, aunque la mayoría de los grandes gremios ya ha firmado mejoras salariales en torno al 30% anual.
La última huelga general convocada por estos mismos gremios opositores en Argentina se realizó en noviembre de 2012 y paralizó parcialmente al país.