por Raul BURGOA
Los árbitros bolivianos de fútbol se hallan en el ojo de la tormenta por malos desempeños largamente criticados por la afición, que los ha llevado a un 'mea culpa' y a repasar las reglas en los feriados de Carnaval.
La gota que rebasó el vaso ocurrió en el Sudamericano Sub-20 de Uruguay, cuando el juez boliviano Alejandro Mancilla anuló un gol legítimo al local, que le hubiese valido el empate, en su caída 1-0 ante Venezuela en partido de la primera ronda.
"Bochornoso arbitraje", "horrible arbitraje", "increíble error arbitral", fueron algunos de los titulares de una prensa deportiva charrúa indignada.
La seguidilla de errores tuvo su punto crítico el domingo cuando el árbitro Gery Vargas anuló un gol a Bolívar, el equipo más popular de Bolivia, que empató 2-2 ante la U. de Sucre y perdió impulso en la clasificación, aunque continúa líder del torneo Clausura.
Además de invalidar el tanto, Vargas no sancionó a los infractores que dejaron al volante español José Luis Sánchez Capdevila con la clavícula rota y al ecuatoriano Carlos Tenorio con costillas fisuradas.
Ambas actuaciones hicieron aflorar las largas críticas contra los árbitros de esta nación.
"El arbitraje lejos de mejorar está cada vez peor, de nada sirve impugnar y recusar", deploró Guido Loayza, presidente de Bolívar, para quien lo acontecido en el partido ante la U. de Sucre "es muy grave".
Tanto Sánchez Capdevila como el 'Demoledor' Tenorio son los fichajes más caros de Bolívar, que hizo un reclamo al Comité Superior Unico de Arbitros de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) por "la cantidad de errores" que cometió el juez Vargas.
"Los árbitros son seres humanos que cometen errores (...), tienen familia y no deben ser condenados", retrucó Marcelo Ortubé, presidente de ese Comité.
A pesar de ello, esa organización anunció que aprovechará los feriados de carnavales, del 14 al 17 de febrero, para reunir a los árbitros de primera división y repasar las normas y evaluar su estado físico.
"En varios partidos hubo buen trabajo, pero todo se generaliza si hay una mala actuación", lamentó de su lado Hebert Aguilera, miembro del Comité, al diario La Razón.
Ante la situación, los miembros de la organización no descartan la posibilidad de contar con el concurso de sicólogos.
El árbitro que es recusado no recibe un castigo público, simplemente "no se lo designa y nada más. Los que actúan mal no son tomados en cuenta y no ganan dinero", agregó Aguilera.
A raíz de fallos que perjudicaron a su equipo, el empresario Marcelo Claure, que reside en Estados Unidos y es dueño de la firma que gerencia el Bolívar, cuestionó en diciembre el desempeño de los jueces e hizo públicas sus sospechas de amaño de partidos.
"No podemos permitir que mellen la dignidad de nuestros afiliados, (por lo que) hemos tomado la decisión de no dirigir (...) mientras el señor Claure no demuestre sus acusaciones o pida disculpas públicas", reaccionó el presidente del gremio de árbitros, Freddy Paita.
Las denuncias quedaron en el limbo y el paro también, pero las críticas a los arbitrajes siguen en el ojo de la tormenta/AFP.