¡El mundo se va a acabar! Si, el mundo está en una carrera desenfrenada con parada final en las llamaradas del infierno. Al final del tiempo, la humanidad se retorcerá en las consecuencias de sus miles de años de malas decisiones y pecados. Eso es lo que nos espera, un viaje directo al apocalipsis y a la hecatombe mundial. ¿O quizá no?
Al mirar los avances tecnológicos, políticos, humanos y científico, entre muchos otros, la humanidad en los últimos siglos ha pisado hasta el fondo el acelerador en un trayecto en el que se pretende llegar a un mundo utópico, en el que gobierne la equidad, la prosperidad y la bondad. Entonces, ¿por qué esa frase de “cada día estamos peor” ya se convirtió en un mantra universal?
Haciendo una radiografía del rumbo de la humanidad podríamos decir que el anterior enunciado es cierto. Sin embargo, si damos una mirada retrospectiva a la historia para recopilar los grandes cambios que en todos los aspectos se han dado podemos concluir que el mundo no va por tan mal camino e incluso el destino que nos depara puede ser mejor que lo que vivimos en el pasado.
Si vamos o no por buen camino, usted lo podrá definir al final de este artículo. Yo sólo espero darle una idea de que el mundo aún tiene una luz al final del túnel.
Una vez le pregunté a mi abuela, una mujer extremadamente inteligente proveniente del campo, la razón por la que nunca pisó la universidad, ella me dijo en un tono un poco sarcástico “¡Ah! Ni siquiera terminé la primaria, mucho menos llegué a pensar en universidad”. Después le pregunté lo mismo a mi mamá, también una mujer como mucho talento pero con pocas oportunidades: “Las personas de mi generación nunca contemplamos el hecho de entrar a una universidad”. Panorama desalentador. Pero haciendo cuentas, después de estas dos generaciones, yo si tuve la posibilidad de contemplarla, incluso, pude escoger lo que quería estudiar y aún puedo aspirar a seguir fortaleciendo mi profesión.
Este ejemplo sirve para explicar muchas cosas, por ejemplo que ahora es gran parte de la población mundial la que puede acceder a la educación. Ya no es una locura o de “soñadores” entrar a la universidad. Desde la época de mi abuela hasta la mía, el analfabetismo se redujo tanto, que sólo el 15% de la población global lo es. Y no sólo eso. También se logró romper esa sin razón de que la mujer no tuviera derecho a una formación superior. Sin embargo hay que admitir que la capacidad financiera continúa siendo una limitante para que muchos hombres y mujeres puedan ir a la universidad.
La pobreza es otro de los temas donde se han dado notorios avances a nivel global. La calidad de vida ha ido mejorando, poquito a poquito y la meta de erradicar la pobreza extrema en el 2030 es un objetivo que se visualiza realizable ya que, a cifras de hoy, menos del 10 por ciento de la población global vive en esa situación. Falta mucho por hacer, en un número significativo de países, pero en desarrollo de los Objetivos del Milenio se ha ido trabajando a nivel local y global para conseguir lo planteado.
Los avances tecnológicos y científicos han sido tan impensables como trascendentales. Desde el siglo pasado se han registrado tantos inventos como nunca antes en la historia de la humanidad, dando un completo revolcón en el diario vivir. Por ejemplo, la Unicef sacó un reporte en el que se demuestra que la mayoría de países, por no decir que casi todos, cubren en promedio el 90% por ciento de las vacunas básicas, lo que significa que se ha blindado a la humanidad contra varios virus que en el pasado arrasaron poblaciones enteras, como ocurrió con la peste negra.
En esa misma línea de tecnología y salud, vale resaltar, entre otros, la invención de los marcapasos, las prótesis, las investigaciones que han permitido desde el desarrollo de vacunas para evitar enfermedades otrora mortales, hasta que los trasplantes de órganos sean exitosos. Todo ello ha permitido no sólo salvar, sino mejorar la calidad de vida de millones de personas en el mundo.
Y tal vez uno de los mayores logros en todo este acelerado desarrollo científico y tecnológico se ha dado en el campo de las comunicaciones y específicamente de la conectividad. Si, la llamada aldea global, esa que veíamos lejana y distante ya está a un solo click. Fue, precisamente, en los estertores del siglo XX, en 1983, cuando el mundo fue testigo del nacimiento de la red de redes, la internet, que fue el banderazo para toda la revolución tecnológica que hoy vivimos y disfrutamos.
De ese entonces, a hoy, en la segunda década del siglo XXI, han sido muchos los desarrollos. Ya podemos ver, vivir y comunicarnos en tiempo real. No hay barreras de tiempo ni distancias y el conocimiento ya no tiene fronteras. A la par, estamos siendo testigos de excepción de más innovaciones que marcarán el futuro de la humanidad como es el desarrollo de la inteligencia artificial, AI.
Si miramos la humanidad desde el flanco geopolítico y social, el panorama es mucho más alentador que hace un siglo, cuando las guerras eran la nota predominante. Si bien subsisten conflictos, por motivos (control territorial, religión, narcotráfico, etc) son localizados, es decir en ciertos países y la posibilidad de una tercera guerra mundial es muy lejana. Sin embargo, hay que admitir que el terrorismo nacido del extremismo religioso es una amenaza creciente.
También cabe resaltar que a mediados del siglo pasado se dio una revolución en lo que tiene que ver con el poder femenino. Después de miles de años, ¡miles de años!, se les reconocieron los derechos básicos a las mujeres. Desde opinar, votar, estudiar, trabajar, manejar sus ingresos y su independencia. Así comenzaron a prepararse y a escalar, al punto de que muchas llegaron a manejar el poder de importantes países. En menos de cinco décadas más de 60 mujeres han estado liderando a naciones enteras, eso sin mencionar a todas aquellas que han obtenido espléndidos puestos empresariales o diplomáticos. Actualmente, Angela Merkel en Alemania y Teresa May en Reino Unido detentan no sólo el manejo de esas potencias, sino el protagonismo e influencia de las mismas en el escenario internacional.
¿No considera que todas las anteriores reseñas son una prueba de que el mundo va por buen camino?
Y si aún se mantiene negativo, piense, hace menos de cien o cincuenta años, aún en muchas comunidades, los negros era esclavos. Hoy, al echarle un ojo al retrovisor, Estados Unidos ya tuvo un presidente negro, y hasta resultó reelecto.
Claramente se me quedan muchas cosas por fuera de la lista, pero las páginas de este periódico serían insuficientes para escribir todas las razones por las que creo firmemente que el mundo va por buen camino. También tengo la certeza que aún faltan infinidades de cosas por mejorar y por hacer. Sí de pronto estamos condenados a morir en medio de una guerra nuclear, el calentamiento global o simplemente quemados en la profundidad del infierno, se debe mantener la convicción en que se debe seguir trabajando por un mundo mejor hasta el momento en que llegue la tan “temida” apocalipsis.