Por Álvaro Sánchez *
Especial para EL NUEVO SIGLO
Este año comienza con bastante movimiento de los temas ambientales en el país. Entre los posibles impactos de la privatización de Isagen, las protestas sobre el funcionamiento de El Quimbo, los proyectos que afectan a los humedales, las concesiones mineras, el panorama que genera el calentamiento global y el fenómeno de El Niño tenemos suficientes temas para agendar en este 2016. Dado que todas estas problemáticas tienen en común el cuidado del recurso hídrico, trataré de hacer un análisis de las verdades que al respecto se dicen y de los mitos que se tejen a su alrededor.
Comencemos por aclarar que, contrario a lo que se enseña en los colegios, el agua es estable sobre la tierra y, por lo tanto, NO es un recurso renovable. De esta manera el problema no está en producir más o menos agua, ya que esto es imposible. El problema está en cuidar y conservar la que se tiene y para ello es importante conocer la forma en que este líquido se comporta en la naturaleza.
Como muchas otras cosas sobre el planeta, el agua tiene comportamientos cíclicos y constantes: es evaporada principalmente en los mares, cae en forma de lluvia sobre la superficie terrestre, percola y desciende por los montes a través de las corrientes de agua hasta llegar al mar para volver a comenzar el ciclo. El proceso es simple pero cualquier afectación que se realice desequilibra los flujos y, por lo tanto, el agua y el comportamiento de todos los ciclos de vida.
Afectación por producción de energía
Básicamente los sistemas hídricos de producción de energía extraen esta de la fuerza del flujo de las caídas de agua. Para lograr dichas caídas no es suficiente el aprovechamiento de las caídas naturales de las fuentes de agua y se hace necesario construir grandes embalses que permitan generar caídas constantes, al liberar el agua. Esto se hace cuando falta energía y se utilizan turbinas que generan electricidad. A diferencia del líquido que la produce, la energía hídrica sí es renovable pues podrá ser producida cuantas veces se logre almacenar el caudal. Pero es importante tener en cuenta que este almacenamiento interrumpe el ciclo normal del agua.
Los principales problemas que se presentan en las presas radican en cuatro aspectos:
· Los pantanos:estos se alimentan de la percolación lateral de los flujos constantes de agua. Al aumentar la velocidad de paso de la misma y cambiar los comportamientos del caudal de la cuenca, la percolación disminuye y los pantanos tienden a secarse, perdiendo sus características, lo que hace poco probable que algún día se puedan recuperar.
· La acumulación de sedimentos:en las grandes superficies de los embalses se van depositando cantidades de sólidos en suspensión. Ese fenómeno genera una acumulación de sedimentos, que con el tiempo terminan por obstruir las turbinas. Así las cosas, los operadores se ven obligados a realizar limpiezas y a desprenderse de muchísimos sedimentos, generando los problemas consecuentes.
· El ciclo vital de la fauna piscícola: muchos de los peces que se consiguen en los ríos tienen sistemas reproductivos que implican la remontada de las corrientes para poder desovar. En muchos casos se han diseñado pequeñas corrientes alternas que permiten que los peces lleguen a su lugar de desove, pero se ha podido comprobar que la reproducción de peces ha tenido grandes descensos en las corrientes afectadas. No se puede perder de vista que el futuro de la alimentación del planeta se concentrará en los ríos y en los mares.
· Los problemas asociados a la conducción de la energía producida: dado que en muy pocas ocasiones los embalses se construyen en el sitio mismo en el que se consume la energía, se hace necesario llevar esta hasta su destino final. Lo anterior implica tala de árboles y radiaciones, sin contar con el más grave de los problemas: se permite la entrada del hombre a zonas aisladas y con él entra la depredación sistemática de los ecosistemas.
En el análisis anterior no se hizo mención del hecho de que la construcción misma de los embalses genera afectaciones profundas en lo ambiental, pero también en lo social y en las condiciones económicas del entorno. Mucho menos se precisó el hecho de que el cambio climático variará los regímenes de lluvias y nada asegura que sigan existiendo los caudales que permitan el funcionamiento de las presas.
<INTERTIT>Propuestas y soluciones
<BODY TEXT>De ninguna manera podemos llegar a la conclusión de que no se deben hacer represas ni aumentar la generación hídrica en Colombia. Lo que pretendo decir es que se debe hacer de manera correcta y con las debidas precauciones. Para ello es importante tener en cuenta, como mínimo, lo siguiente:
· Que la cuenca a afectar esté correctamente ordenada mediante el Plan de Ordenación y Manejo de Cuenca (Pomca) y que de esta manera se garantice que no se afecte el suministro de agua para los habitantes, la producción de alimentos, ni el mantenimiento del equilibrio de los diversos ecosistemas.
· Que el diseño de las corrientes alternas esté calculado para que garantice la posibilidad del desove y así mantenga la pesca en sus niveles normales.
· Que la eliminación de los sedimentos esté garantizada por métodos que tengan la mínima afectación al ambiente y que, por ningún motivo, se permita su eliminación por arrastre al abrir las compuertas.
· Que el control del Estado sobre las condiciones acordadas en la licencia ambiental, sea estricto y permanente.
Dejando una última reflexión creo que es importante entender que no se pueden cometer errores y que no puede primar el factor económico sobre la seguridad ambiental. Sin lograr la generación podremos como mucho llegar a la pobreza, pero fallando en lo ambiental podremos acabar con las futuras generaciones. Ha sido muy triste que la defensa de la reapertura de El Quimbo provenga de razones económicas y no de un razonamiento técnico del Ministerio de Ambiente.
* alsanchez2006@yahoo.es@alvaro080255