CUANDO ELpaís está cerca de cerrar definitivamente la implementación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, surgen muchas dudas acerca de si las compañías nacionales y los empresarios están preparados para incursionar de lleno a un mercado exigente que bien aprovechado puede elevar el desarrollo.
En un detenido análisis sobre la forma como se debe aprovechar los acuerdos comerciales y principalmente el que está a punto de cerrarse con Estados Unidos, el director de investigaciones económicas del Bancolombia, Daniel Ignacio Niño Tarazona, dice que “debemos evaluar que a nivel mundial existe una relación muy importante: aquellos países que son más competitivos obtienen un ingreso por habitante mayor”.
Señala el investigador que “una economía requiere hacerse más competitiva a través de más productividad y menos proteccionismo. Si bien durante 50 años creímos que debíamos desarrollar la industria naciente y sustituir las importaciones por producción local, ello debe ajustarse al hecho de que una mayor y gradual competencia debe generar mejor competitividad y mayor ingreso por habitante”.
Indica que el proceso de ser más productivo es complejo, es incomodo, y en él se maneja mucha incertidumbre. Pero es necesario, y requiere que se logre involucrar acciones del sector privado y ayudas del gobierno que promuevan la innovación.
En ese enfoque es importante que el gobierno aporte recursos para que los empresarios tomen riesgos asociados a cambios en los procesos y modos de producción.
En los casos exitosos se requiere que los empresarios los compartan con otros empresarios por cuanto el Estado no debe promover la discriminación ni la individualidad, sino que debe buscar el efecto público y general de su política. De no hacerse así, las ayudas de los gobiernos, en lugar de mejorar la distribución del ingreso, tenderían, sin quererlo, a concentrarla más.
Señala que la riqueza de los colombianos depende del acceso que tienen a los servicios y productos con que suplen sus necesidades, o a la posibilidad de acumular con ellos un patrimonio. “Aunque proteger nuestra producción de bienes y servicios puede tener beneficios, ello no significa mayor bienestar si por su precio la población no puede adquirirlos o por su o calidad no puede acumularlos”, dice Niño.
Explica que “el país ha dado enormes pasos al reducir la inflación de 30% al igual que lograr que la DTF bajara de 34%. Se requiere consolidar una inflación del 3% y una DTF no muy superior al 5,5%, como ya hemos experimentado, para que en los próximos diez años el país logre aprovechar la población de 45 millones de habitantes que tiene para representar un enorme mercado interno basado en una sólida y fuerte clase media”.
De allí que el TLC exige que los empresarios sean muy compactos. Por eso, el que un empresario no se cuide de cumplir todas las exigencias y normas sanitarias y fitosanitarias en un sector o producto de exportación, puede generar un problema al ser vetada, rechazada o suspendida la entrada de productos del sector a los Estados Unidos, afectando a todos los demás empresarios.
El TLC es una magnífica oportunidad para que el diseño, implementación y ejecución de la política pública se centre en aumentar el bienestar del país y hacer posible un rápido y acelerado desarrollo económico. Colombia vive un momento histórico, en el que con los avances en inflación y tasas de interés, los aumentos de inversión productiva, el correcto funcionamiento de la política fiscal y la política de endeudamiento del Gobierno, podamos promover la productividad y llegar a mayor crecimiento sostenible.
“Si nos movemos en esa dirección, los colombianos podemos confiar en que nuestros hijos tendrán un mejor nivel de calidad y bienestar de vida que nosotros”, sostiene el investigador.