En las elecciones se elegirán 23 gobernaciones, de las cuales la oposición participará en 20, por restricciones del CNE
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A UNA SEMANA de las elecciones regionales en las que el gobierno y la oposición se disputan 23 estados de Venezuela, la apatía domina el ambiente en medio de una grave crisis económica y frustración tras cuatro meses de protestas.
Las protestas, que dejaron de abril a julio unos 125 muertos, exigían la salida del presidente Nicolás Maduro del poder, pero se enfriaron con la instalación en agosto de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por Maduro e integrada sólo por oficialistas.
Maduro prometió que la Constituyente, considerada por la oposición de “fraudulenta” y no reconocida por Estados Unidos y varios gobiernos latinoamericanos y europeos, sería la “solución definitiva” a los problemas económicos del país.
No obstante, los analistas advierten que la situación empeora y que Venezuela puede sufrir este año una caída del Producto Interno Bruto (PIB) de entre 12% y 14%, y una inflación de entre 1.200% y 1.400%, según la firma Ecoanalítica.
Esas son razones para votar, cree Enrique Raúl, un sastre de 79 años: “Tenemos que salir a votar, en 45 años jamás vi tanta gente escarbando la basura. Es una pena”, declara a la AFP.
En los comicios regionales de diciembre de 2012 la abstención fue de 46,06%. El chavismo obtuvo entonces 20 de 23 gobernaciones. Pero la oposición se dice segura de poder revertir el mapa político electoral.
En diciembre de 2015 la oposición rompió 18 años de hegemonía oficialista al obtener una mayoría contundente en el Parlamento. Sin embargo, el Tribunal Supremo de Justicia -acusado de servir al gobierno- ha anulado las decisiones del Legislativo, al acusarlo de “desacato”.
El escritor y profesor universitario Francisco Suniaga afirma que “en este tipo de elecciones siempre ha habido menos entusiasmo”, pero advirtió que en el actual contexto político “un votante que se abstenga está favoreciendo al gobierno”.
La Iglesia Católica venezolana, crítica del gobierno, promueve el voto opositor. “No nos dejemos ganar por la desconfianza y el desánimo”, llamó el viernes la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en un comunicado.
Para las autoridades eclesiásticas -a quienes el gobierno acusa de buscar su desestabilización- no votar condena a los venezolanos a vivir en la carencia de alimentos, medicamentos y en la inseguridad criminal.
El gobierno mueve su maquinaria para captar el voto sobre todo de empleados públicos y sectores populares beneficiarios de subsidios.
“Corremos el riesgo de ganar las 23 gobernaciones, estamos a las puertas de una victoria histórica de la revolución (...) Ya la oposición empezó a cantar fraude”, afirmó Maduro en su programa de televisión.
Por su lado, la oposición ha multiplicado sus llamados a votar. “No es momento de alejarse de la política”, dijo el excandidato presidencial Henrique Capriles en un acto en Vargas (norte).
La desconfianza en el Consejo Nacional Electoral (CNE) -acusado de servir al chavismo- se acrecentó luego de que la empresa Smartmatic, que dio soporte tecnológico en varias elecciones del país, denunciara una “manipulación” de los resultados en la votación de la Constituyente.
La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) acusa al CNE de buscar favorecer al gobierno, al no permitirle a sus partidos sustituir a los candidatos que inicialmente había inscrito