Las elecciones en Grecia del pasado domingo le dieron la victoria al dirigente conservador Antonis Samaras. Los votantes optaron por la sensatez; favorecieron en las urnas a un líder moderado. Había expectativa no sólo en la Unión Europea, sino en el mundo. Prácticamente en esa jornada se decidía si Atenas continuaba en el euro; la agrupación más radical de izquierda, segunda en votos, era contraria a las condiciones del rescate para el salvamento de la economía helena.

Ahora a Samaras le corresponde lograr un consenso político con miras a formar un gobierno estable. El presidente Karolos Papoulias lo autorizó para ese cometido. De acuerdo con las normas tuvo reunión con el jefe de la Coalición de Partidos de Izquierda Radical -Syriza-, Alexis Tsipras, la segunda fuerza política con más votos. Como se preveía, no obtuvo respuesta positiva, no habrá coalición con este grupo.

Tiene opción con el Pasok, de Evangelos Venizelos, inicialmente favorable a las condiciones del rescate, aunque luego de conocer las cifras de los comicios, expresó que no negociará si no se incluye a Syriza. Así que Samaras deberá desplegar su ingenio, poder de convicción y experiencia para lograr acuerdos e iniciar un gobierno que saque a Grecia de la crisis.