Hacía mucho tiempo, tal vez nunca, que el Vicepresidente de la República no hablaba tanto y daba tanto de qué hablar. Es, sin duda, Angelino Garzón el personaje del Gobierno, no sólo por mojar prensa y ser noticia permanente, sino por estar mostrando su faceta desconocida del carácter. Pero no sólo eso. Ha demostrado sindéresis, pues a nadie se le ocurriría defender que con 190.000 pesos mensuales alguien puede vivir o que el principal problema del país no es la desigualdad rampante, según lo demuestran los pasmosos índices de Gini. ¿O alguien en Planeación o cualquier entidad los desconoce? Y no creo que se trate de armar un batiburrillo. Difícilmente Angelino ha dicho en tal sentido algo con que pueda estarse en desacuerdo.
De otro lado es de los pocos que se ha atrevido a definir la Unidad Nacional. El presidente Santos la llamó una alianza para gobernar y no para hacerse elegir. Y el Vicepresidente la ha calificado de la unión en la diferencia. Los partidos políticos, y sus jefes, en tanto, no han dicho ésta boca es mía y al menos aventurado alguna definición. Obvio. Hace tiempo dejaron de ser opinantes. Ya sabemos que esto es así en aras de algo para lo que la Unidad Nacional nunca fue concebida: el unanimismo. Ni siquiera en la Unión Republicana, de 1910, y el Frente Nacional, entre 1958 y 1974, existía semejante formulismo dentro del cual se aplica la disciplina para perros al que se atreva siquiera a musitar palabra. Mal se haría en pasar del espionaje político al mutismo por acuerdo. El problema de Angelino, ya se dijo, es que tiene razón y es mejor esconderlo para no embarazar a los demás.
El debate llegó, por supuesto, a Bolívar y Santander. Pero ni Santos es Bolívar ni Angelino es cómplice de su fallido asesinato. Hoy, desde luego, no hay tampoco de por medio Nicolasas Ibáñez, como entre Santander y su Vice, Márquez. Lo que existe en la actualidad, diferente de entonces, es un Vicepresidente, cualquiera sea, que fue elegido, no para gobernar, sino para sustituir al Presidente en caso dado.
En tal sentido, constitucionalmente la Vicepresidencia es una mera expectativa a la que, por decreto, le añadieron después perendengues para poder justificar casa, sueldos y viáticos, eso sí igual que entonces como se demuestra de la odiosa demanda de Santander al Estado una vez retornado del exilio tras el atentado septembrino. Al respecto, el mismo Angelino ha dicho, no se preocupen, yo me voy con el cargo pa’ mi casa y les dejo todos los perendengues.
También siempre habrá expectativa sobre si el Vicepresidente aspirará a la primera magistratura, que es lo lógico. Como ocurre en Estados Unidos, donde inventaron la figura, se obliga una reunión semanal entre ambos y hay rosarios de Vices después Presidentes. Aquí, desde 1991, algunos quisieron y no pudieron, otro renunció y uno se posesionó por unos días. Parece que el primero con algún éxito puede ser Angelino, si sabe, con su neobelisarismo a cuestas, no sobrepasarse pero no disminuirse.