Factores como la contaminación, el tabaco, el estrés y el clima pueden hacer que la piel se resienta. Para evitarlo, es importante acabar con los malos hábitos que llevan a tener una piel dañada, sin brillo y seca.
"Todo debe empezar por crear una rutina de cuidado y, lo más importante, mantenerla en el tiempo adaptándola a cada tipo de piel y sus necesidades", recuerda Mónica García Bodini, socia y fundadora de Vera Green, compañía española que elabora y comercializa cremas a base de aloe vera 100% BIO. Y añade: "Sin embargo, aunque tengamos a nuestra disposición una amplia gama de productos, cometemos muchos errores que, sin darnos cuenta, van dañando la piel".
Estos son los cinco errores más comunes que se cometen a la hora de tratar a uno de los órganos más importantes del cuerpo:
1. No hidratarla. La falta de hidratación se traduce en aspereza, descamación e, incluso, lesiones importantes. Para evitarlo, es necesario cuidar la piel tanto por fuera como por dentro. Beber agua a menudo y utilizar una buena crema hidratante es imprescindible para conseguir una piel bien hidratada. Las cremas hechas a base de aloe vera, son perfectas para ello, ya que es una planta con muchas propiedades y con un importante contenido en agua. Pero lo más importante es su contenido en cera virgen de abeja porque ayuda a mantener la propia humedad natural de la piel.
2. Escoger un producto que no sea adecuado para tu tipo de piel. Para ello, es necesario que sepas si tu piel es seca, mixta o grasa. La creencia de que solo las secas necesitan hidratación es totalmente falsa. Todos los tipos de dermis necesitan tratamientos hidratantes adaptados a ellas. Además, es muy importante tener en cuenta los ingredientes de la crema.
Cada vez más, se apuesta por eliminar los compuestos químicos - muchos de los cuales pueden llegar a ser perjudiciales para la piel - y optar por productos naturales. En este sentido, es bueno elegir cremas con ingredientes 100% naturales. Un ejemplo es la cera virgen de abeja, que aporta numerosos beneficios a todo tipo de pieles. La cera virgen de abeja BIO, que combate los signos de la edad, hidrata, protege y favorece la regeneración natural de la piel.
3. Utilizar el mismo producto para todas las zonas del cuerpo. No todas las partes del cuerpo tienen el mismo grosor, textura y pH. Por ello, cada zona requiere cuidados específicos. Este es el caso del contorno de ojos, una piel muy delicada y más fina que la del resto de la cara, por lo que tiende a arrugarse más.
Tampoco se debe pasar por alto el uso de las cremas de día y de noche indistintamente. Cada una tiene unas propiedades diferentes que se adaptan a cada momento del día y, por ello, no se deberían intercambiar. Para evitar tener la estantería del baño llena de cremas, algunas marcas como ofrecen cremas faciales especialmente formuladas para aplicarse tanto de día como de noche. Es el caso de la Dermo Cosmética, elaborada con jugo de aloe vera biológica y otros 17 ingredientes naturales como el hammamelis, el kuzú o la centella asiática que potencian sus efectos nutritivos y antiedad.
4. Falta de constancia. Crear una rutina de limpieza y cuidado puede resultar tedioso, pero, si se desea conseguir resultados, es necesario ser constante. "Ningún producto asegura una piel hidratada y perfecta de forma duradera con una sola aplicación", explica la fundadora de Vera Green.
5. Administrar más crema que la necesaria. Puede que se utilicemos la mejor crema del mercado, pero no por aplicarla en mayor cantidad los resultados van a ser mejores. Aplicar una crema en exceso puede producir lo que se conoce como acné cosmético, debido a que la obstrucción de los poros puede provocar que la piel ni absorba ni respire.
"Parece que mucha gente cuida su piel cuando empiezan a aparecer los primeros signos de edad, a pesar de que es vital hacerlo desde pequeños. No solo es el órgano más extenso del cuerpo, sino que las consecuencias de no cuidarlo adecuadamente terminan apareciendo con el paso de los años", incide García Bodini. Por eso, es necesario concienciar de su cuidado a todas las edades, no solo cuando aparezca una despigmentación o la primera arruga en el rostro.