Uno de los invitados especiales al sínodo por la Amazonía propuso impulsar "una revolución bioindustrial", una economía de la biodiversidad.
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El científico brasileño Carlos Nobre, uno de los mayores expertos en selva tropical, lanzó la propuesta desde el Vaticano de un nuevo modelo económico para salvar la Amazonía basado en mantener "la selva en pie".
"Es un modelo que puede beneficiar socialmente a todas las poblaciones y preservar sus culturas, es el de mantener 'la selva en pie'. Lo que hemos llamado la bioeconomía de la selva en pie", explicó Nobre en una entrevista a la AFP.
Invitado especial al sínodo de obispos sobre la Amazonía que se celebra en el Vaticano, al que asisten más de 200 prelados entre obispos y cardenales, así como numerosos religiosos e indígenas provenientes de esa inmensa región clave para el planeta, Nobre propuso impulsar lo que llama "una revolución bioindustrial", una economía de la biodiversidad.
"Es que la 'selva en pie' genera más productos con valor económico presente y futuro, que derrumbar la selva y remplazarla por tierras agropecuarias o para la minería", explicó este científico, que formó parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático recompensado con el Premio Nobel de la Paz en 2007.
Según el documento que divulgó a los asistentes del encuentro en el Vaticano "los valores económicos ocultos en esta enorme diversidad de especies amazónicas son infinitamente superiores a la tala de todo el bosque y su sustitución por el ganado o la agricultura".
Entre los ejemplos que cita figura la recolección de algunos productos, como el fruto açai, la castaña, el babasú y el cacao, que "brindan una rentabilidad mucho mayor" a los agricultores familiares que lo practican.
"Es necesario industrializar esta riqueza biológica en la propia Amazonía, que no puede ser sólo un productor de productos primarios", recalcó.
"Hay que crear decenas de miles de bioindustrias repartidas en las más de 5.000 comunidades en la Amazonía para generar un valor económico que brinde bienestar y calidad de vida para las poblaciones amazónicas", sostiene el científico, de 68 años, quien lleva más de 40 años estudiando esa región.
- La ciencia teme el punto de no retorno -
Nobre considera que la ciencia está llamada a plantear soluciones posibles basadas en las tecnologías del siglo XXI para ayudar a la Amazonía a salir de un punto de no retorno y de un probable colapso amazónico.
"La ciencia está demostrando que estamos muy cerca a un punto de no regreso. Que si superamos ese punto, con la deforestación regional o el calentamiento global, el 60-70% de la selva amazónica puede desaparecer en 30 a 50 años", advirtió.
Paralelamente la ciencia también puede aportar para lograr lo que el papa Francisco y los obispos de la cuenca amazónica están debatiendo en el Vaticano, la idea de impulsar una "ecología integral", que lleve a respetar tanto la naturaleza como al ser humano.
"Es un concepto importante y fuerte(...). Una visión holística del mundo, que une los aspectos ambientales, sociales, culturales y económicos. La ciencia puede aportar el conocimiento que se tiene hoy en día sobre todas esas dimensiones de la ecología integral", reconoció.
Para Nobre la idea de que los obispos escuchen a la ciencia en este momento es "muy importante", tal como ocurrió para la elaboración de la llamada encíclica 'verde' de Francisco "Laudato Si" (2015).
Los estudios científicos citados por Nobre, quien coordinó una investigación con más de 40 estudiosos de todo el mundo, indican que si la deforestación de la Amazonía supera el 20% al 25%, corremos el riesgo de superar el punto de no retorno.
También si el calentamiento global eleva las temperaturas de tres y cuatro grados, tenemos una deforestación de entre el 15% y el 17% en toda la Amazonía.
"Si se va más allá de ese punto, el fenómeno es irreversible: la vegetación cambiará a una sabana seca y esta sabana estará en equilibrio con este nuevo clima de la Amazonía y, por lo tanto, la selva no volverá. La selva tardaría quizás miles de años en regresar", explica el texto aportado por Nobre.
"La ciencia debe buscar soluciones y no sólo hablar de los riesgos. Tenemos que encontrar los caminos para una economía que mantenga la selva en pie. Hay numerosas posibilidades para ello", reiteró el estudioso.