EL PRESIDENTE de Brasil, Jair Bolsonaro, calificó ayer a la organización no gubernamental Greenpeace de "basura", y dijo que evaluará la propuesta de un diputado de crear un ministerio extraordinario para la Amazonía.
"¿Quién es Greenpeace? ¿Qué es esa porquería llamada Greenpeace? Sólo basura, es basura", respondió el ultraderechista a periodistas que lo consultaban sobre el recién creado Consejo de la Amazonía, en las afueras de su residencia oficial en Brasilia.
Esta no es la primera acusación del gobierno brasileño contra Greenpeace. En octubre pasado, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, insinuó que un barco de la oenegé podría estar relacionado con el derrame petrolero que se expandía a lo largo de la costa atlántica del país.
Bolsonaro calificó luego esas manchas, de origen desconocido hasta ahora, de "acto terrorista" y afirmó que Greenpeace "solo obstaculiza" las investigaciones.
De otro lado, el mandatario dijo ayer que evaluará la creación de un ministerio extraordinario para la Amazonía, propuesta por un diputado, pero que esa estructura involucraría "gastos y un impacto (financiero) negativo".
El gobierno brasileño, cuestionado dentro y fuera de Brasil por la falta de políticas a favor del medio ambiente, acaba de reactivar un olvidado Consejo de la Amazonía (creado en 1995), transfiriéndolo a la órbita del vicepresidente Hamilton Mourao e integrado por 14 ministerios.
Pero esa estructura no integra a ninguno de los gobernadores de los estados amazónicos, que en varias ocasiones expresaron críticas a la posición de Brasilia, cuestionada ante la multiplicación de los incendios y el avance de la deforestación. Integrar a los gobernadores en el Consejo "no resuelve nada", explicó el jueves el mandatario.
A favor de abrir reservas naturales y tierras indígenas a la explotación minera y de recursos naturales, Bolsonaro acostumbra minimizar los impactos de la deforestación ambiental y tratar el tema como una cuestión de soberanía nacional.
Críticas al Papa
"Se incendió toda Australia y nadie dice nada (...) El papa Francisco ayer (el miércoles) dijo que la Amazonía era de él, de todo el mundo. Por coincidencia estaba aquí el canciller de Argentina [Felipe Solá], [le dije] mira, el papa es argentino, pero Dios es brasileño", dijo Bolsonaro.
El papa divulgó el miércoles una exhortación apostólica llamada "Querida Amazonía", en la que abogó por la preservación ambiental de la región ante los embates de madereros y ganaderos y por el respeto de los derechos de los pueblos originarios.
El Pontífice denunció a las empresas nacionales y multinacionales que siembran la "injusticia y crimen" en la Amazonia y violan los derechos de los pueblos autóctonos.
"A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen", escribió.
El Papa señaló lo que llamó "los grandes sueños" para la Amazonia, defiende la "ecología humana" que tiene en cuenta a los pobres y valoriza las culturas indígenas.
"Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos", escribe en el primer capítulo.
En el texto, divulgado cuatro meses después del sínodo o asamblea en el Vaticano con todos los obispos de la región, el papa insta a fomentar una "iglesia misionera" con rostro amazónico.
En este documento, que el Vaticano califica de "carta de amor de Francisco", se intenta calmar los ánimos entre conservadores y progresistas por la polémica cuestión del celibato.
La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 85,3% en 2019, primer año del gobierno de Jair Bolsonaro, totalizando 9.166 km2, según datos oficiales.