Les han dado una gran libertad de expresión a los que se valen de falsedades para acosar a sus enemigos
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Las redes sociales han reforzado su lucha contra la desinformación, pero los políticos han quedado al margen de ese esfuerzo, lo que ha vuelto a avivar el debate sobre la responsabilidad de esas plataformas respecto a la difusión de contenidos engañosos.
Facebook, Twitter y otras redes sociales han dado a los políticos, entre ellos el presidente Donald Trump, una gran libertad de expresión con el fin de evitar debates, al dejar contenido “relevante” en sus plataformas.
Pero el empeño de Trump en publicar falsedades y teorías de la conspiración ha provocado llamamientos a las redes sociales para que cambien su criterio con el fin de evitar que el Presidente norteamericano y otros difundan información errónea o engañosa.
El candidato a la investidura Demócrata para las presidenciales de 2020 Joe Biden pidió a Facebook que retirase una publicación de Trump que difunde falsas informaciones sobre él, pero la compañía estadounidense se negó a hacerlo.
Respuestas
Facebook respondió que las declaraciones de los políticos, aunque sean falsas, “se consideran como palabras textuales y no entran” en su “programa de fact checking realizado por terceros”.
La senadora Kamala Harris, también candidata a la investidura presidencial Demócrata, llamó por su parte a Twitter a vetar a Trump después que el mandatario Republicano vulnerara las reglas de la red social al tachar a sus críticos de “traidores” y equiparar un intento de destituirlo con un “golpe de Estado”.
Esas peticiones de los candidatos muestran el dilema que afrontan las redes sociales entre su voluntad de permitir un debate abierto y combatir los discursos de odio y los contenidos abusivos o erróneos.
Un vector de desinformación
Facebook y Twitter han renunciado a retirar contenidos “relevantes” de sus plataformas, lo que incluye comentarios falsos o engañosos de los líderes políticos. La plataforma de vídeos YouTube ofrece una exención similar.
Esa norma es un “compromiso problemático porque es una invitación a que los actores políticos digan lo que les parezca oportuno sea verdadero o no”, dice Paul Barrett, vicedirector del Centro Stern para los Negocios y los Derechos Humanos de la Universidad de Nueva York.
El analista, autor de un informe sobre la desinformación antes de las presidenciales de 2020, recomienda a las redes sociales que retiren la información “cuya falsedad se pueda demostrar”, aunque reconoce que esto dejaría resquicios para los políticos que alteran la verdad.
El informe de Barrett muestra que la mayoría de las noticias falsas difundidas en las redes no proceden del extranjero sino de Estados Unidos, lo que hace más difícil que sean retiradas de las plataformas.
Gaurav Laroia, de la organización pro libertad de prensa Free Press, opina que la política de Facebook “permite que su plataforma sea un vector de desinformación antes de las elecciones de 2020”.
La red social defiende que no ha cambiado su postura, sino que ha aclarado su política que consiste en evitar la espinosa cuestión de intervenir en el debate político.
Para Facebook, “en las democracias maduras con libertad de prensa, se puede decir que el discurso político ya es el discurso más escrutado de todos”, afirma la directora de política pública de la compañía, Katie Harbath.
Mentiras con mayor impacto
Samuel Woolley, un profesor de la Universidad de Texas que ha investigado la manipulación durante la campaña presidencial de 2016, cree que las redes sociales necesitan luchar contra la desinformación, sea cual sea su procedencia.
“La información falsa procedente de un líder político es mucho más potente que si proviene de un bot o una cuenta falsa”, afirma Woolley. Y es que “las redes sociales crearon este problema, tomaron decisiones claras para llevarlo a este nivel, así que ellas son las que deben utilizar sus grandes recursos para resolver este problema con la tecnología y el trabajo humano”, opina