Los manglares, conocidos como los “bosques azules”, constituyen uno de los hábitats más productivos y valiosos de la Tierra.
Por su aspecto, pueden parecer de poca importancia. Pero estos bosques son vitales para los ecosistemas y las comunidades costeras de todo el mundo.
Son un hábitat de cría crucial para la biodiversidad marina: alrededor de 75% de las especies de pesca comercial pasan parte de su ciclo de vida en estos ecosistemas o dependen de ellos para su alimentación. También protegen las costas con sus densos sistemas de raíces que actúan como amortiguadores naturales contra las marejadas ciclónicas.
Pero es su potencial en la lucha contra el cambio climático lo que está convirtiendo a los manglares en las nuevas superestrellas de los esfuerzos de conservación costera.
“Los manglares y otros ecosistemas de carbono azul, como los pastos marinos y las marismas, son increíblemente eficientes para almacenar carbono”, dice Isabelle Vanderbeck, experta internacional en aguas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
“Pueden absorber y almacenar hasta 10 veces más carbono que los ecosistemas terrestres, por lo que no hace falta decir que son una parte fundamental de los esfuerzos para mitigar el cambio climático”, añade.
El mundo está perdiendo estos ecosistemas a un ritmo alarmante, entre tres y cinco veces más rápido que otros bosques.
“Más de un tercio de los manglares del mundo ha desaparecido en los últimos 100 años. Es una tendencia que debe detenerse ahora mismo si queremos que sobrevivan las especies y comunidades que dependen de estos bosques costeros”, indica Vanderbeck.
Soluciones
El creciente reconocimiento del papel de los manglares en la mitigación y la adaptación al cambio climático y el floreciente mercado global de compensaciones de carbono son una fuente de esperanza para los ecosistemas de manglares en todo el mundo.
Con el respaldo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), el proyecto Bosques Azules de UNEP y GRID-Arendal está trabajando con socios en ocho países para evaluar proyectos de carbono azul y otras soluciones basadas en la naturaleza que puedan replicarse y ayudar a los países a cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
“A través de Bosques Azules estamos explorando cómo se pueden aprovechar los servicios de los ecosistemas costeros para retener el carbono, combatir el cambio climático, impulsar la conservación y proporcionar medios de vida sostenibles”, dice Steven Lutz, coordinador del proyecto en GRID-Arendal.
“Nuestros socios en la bahía de Gazi, Kenia, tienen el primer proyecto de mercado de carbono azul en funcionamiento en todo el mundo. Los créditos de carbono han estado apoyando a las comunidades a conservar y restaurar los manglares durante los últimos años. Las ganancias del proyecto también apoyan actividades de desarrollo comunitario como la construcción de pozos de agua dulce”, explica Lutz.
Los manglares pueden absorber y almacenar hasta 10 veces más carbono que los ecosistemas terrestres, lo que los convierte en una herramienta vital en la lucha contra el cambio climático. El carbono azul se globaliza
El mes pasado, el proyecto celebró su más reciente hito: el lanzamiento de la iniciativa comunitaria de conservación de manglares con base en financiamiento de carbono más grande del mundo, en asociación con Blue Ventures.
Como parte del proyecto, denominado “Tairy Honko” o “preservar los manglares” en el dialecto vezo, las comunidades en el área marina de gestión local de Velondriake, en el sudoeste de Madagascar, se están uniendo para restaurar y conservar más de 1.200 hectáreas de manglares.
Junto con las ventas de carbono azul en las bahías de Vanga y Gazi, en Kenia, en alianza con el Instituto de Investigación Marina y Pesquera de Kenia, el proyecto de Madagascar trae una expansión significativa al mercado de las compensaciones de carbono azul.
Con esta nueva iniciativa, el proyecto Bosques Azules ha incorporado al mercado voluntario de carbono 1.500 hectáreas de manglares.
La iniciativa Tahiry Honko venderá créditos de “carbono azul” verificados, lo cual permitirá compensar las emisiones globales mientras se destinan fondos a la gestión del área marina protegida local y el desarrollo comunitario, incluyendo la infraestructura, la atención médica y la educación.
“Heredamos estos manglares de nuestros antepasados y nos proporcionan los materiales que necesitamos para sobrevivir. Quiero asegurarme de que podamos conservar estos bosques también para nuestros hijos”, señala Joel François, miembro de la asociación del área marina de gestión local de Velondriake.
Las ganancias de las ventas de carbono azul en la bahía Gazi de Kenia ya están apoyando actividades de desarrollo comunitario, como la mejora de los puntos de agua y la renovación de la escuela local. Foto de Bosques Azules.
El proyecto de Bosques Azules del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente trabaja en República Dominicana, Ecuador, Kenia, Indonesia, Madagascar, Mozambique, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, para poner a prueba enfoques de conservación del ecosistema costero y promover el financiamiento de carbono con base en los manglares.