Entra una época de invierno en el país y eso hace que empiecen las preocupaciones por las posibles inundaciones, las avalanchas, los deslizamientos, y toda suerte de fenómenos naturales que con seguridad afectarán parte importante de los municipios del país; por ese mismo motivo se dejarán de lado los problemas derivados del verano como si éste jamás volviera a regresar. Un error conceptual que nos lleva a vivir el día a día y a plantear soluciones a las emergencias, pero a desestimar los ejercicios de planificación que pudiesen evitar los desastres que en otras épocas se avecinarán.
Los datos que se conocen sobre los incendios forestales que han arrasado parte importante de nuestros bosques, ocupan amplios titulares durante algunos días y luego pasan a engrosar las noticias avinagradas y a servir de relleno cuando no se encuentran nuevas noticias; pero es muy posible que no se conozca la verdadera profundidad de los impactos y de las consecuencias que se generan. En la mayoría de los casos estos incendios ocurren por causas antrópicas (generadas por el hombre) por acción o por omisión, bien por descuidos imperdonables o bien por afanes económicos para correr las fronteras agrícolas o mejorar las posibilidades de habitar zonas vetadas para ese uso.
El fenómeno de quema de bosques es mucho mayor en los países en vía de desarrollo o en los países desarrollados, en ellos no existe una conciencia ambiental ni una presión social para la conservación y año tras año se ve como decrecen las superficies de bosques, además no existen adecuadas políticas gubernamentales ni recursos disponibles para reforestar en forma inmediata los sitios afectados por las quemas. En los países desarrollados la cultura ha logrado reacciones ciudadanas contra estos fenómenos y los bosques han comenzado a ser explotados como destinos ecológicos notándose un crecimiento en las superficies cubiertas.
Alguien podría preguntar en una ciudad sobre la afectación real que estos fenómenos tienen para el ser humano, ¿En qué se podrían afectar personas que viven a kilómetros de los problemas que se generan? En primer lugar, debemos recordar algo y es el hecho de que todas las especies de flora y de fauna tienen una función específica en el equilibrio de nuestro planeta y es evidente que las quemas destruyen partes importantes de dichos ecosistemas, inclusive afectando especies endémicas o en vía de extinción. En segundo lugar, es muy importante entender que los bosques son como una gran aspiradora que aspira el dióxido de carbono y elimina de esta manera un exceso de gases de efecto invernadero y disminuyen el fenómeno del calentamiento global suministrando además oxígeno y garantizando fuentes hídricas estables; las quemas revierten este fenómeno y por lo tanto, los incendios de hoy son las inundaciones de mañana y viceversa.
La anterior afirmación se agrava por cuanto las raíces de los árboles que mueren en el verano dejan de absorber los excesos de agua aumentando los riesgos de inundaciones, la velocidad de la escorrentía superficial aumenta, aumentando igualmente las posibilidades de fenómenos de remoción en masa y el agua arrastra sedimentos que afectan y taponan las cuencas generando riesgos inmensos. Finalmente, se cambian las condiciones de humedad y de temperatura de las zonas adyacentes y esto también modifica las condiciones de vida de algunas especies altamente sensibles a dichos cambios y como si esto fuera poco el cambio en las condiciones impide finalmente que se desarrollen los usos para los que se quiso correr la frontera agropecuaria.
Así es que deberíamos aprovechar el invierno para educar a la ciudadanía y prepararnos para el verano. La sugerencia es prevenir ahora para evitar llorar después.
@alvaro080255